Por Columba
Vértiz De La Fuente.
Miguel
León-Portilla, historiador, investigador emérito de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM) y miembro del Sistema Nacional de Investigadores del
Conacyt, falleció a los 93 años de edad, tras permanecer internado primero en
el Hospital Español desde el pasado 11 de enero por problemas respiratorios y
luego el pasado 18 de agosto fue trasladado al Instituto Nacional de Ciencias
Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
El
fallecimiento fue dado a conocer por la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), institución que ha ofrecido sus instalaciones para rendirle un
homenaje, lo mismo la Secretaría de Cultura federal ofrece el Palacio de Bellas
Artes.
El
especialista en culturas prehispánicas del centro de México, lengua y
literatura náhuatl y contenido de códices indígenas (nacido el 22 de febrero de
1926 en la Ciudad de México) dijo varias veces que su preocupación “por ser
portavoz del pensamiento y la palabra del antiguo y actual indígena”, lo
impulsó a estudiar los códices prehispánicos y coloniales y documentos en
náhuatl, con lo cual demostró que existió una filosofía y literatura nahuas de
los mexicanos prehispánicos.
“Sólo
quiero conocer a los indígenas para poder defender sus intereses, lenguas y
cultura. Siguen despreciados y explotados tanto por el gobierno como por la
sociedad civil”,
destacó en entrevista con esta reportera.
Apoyó en
diversos foros las demandas de los pueblos indígenas de México en defensa de
sus derechos, igual lo hizo a través de la prensa en numerosos artículos.
Participó
activamente en la creación de la Casa de Escritores en Lenguas Indígenas, A.
C., obteniendo el apoyo de la Secretaría de Educación Pública y de la UNESCO.
Para el
arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, León-Portilla poseía varias facetas:
“Primero
la de investigador, en la que destacó sobradamente y ahí está la prueba de su
obra académica, de su obra científica, en los múltiples libros, artículos y
conferencias que ofreció acerca de diversos aspectos del mundo mesoamericano,
no sólo en México sino a nivel internacional. Segundo, fue un gran maestro en
toda la extensión de la palabra. Maestro no sólo es el que educa en las aulas,
sino el que también educa con el ejemplo, desde esa perspectiva creo que Miguel
León-Portilla llenó de igual manera ese requerimiento, de que fue un buen
maestro, igual, lo demostró a través de sus clases, en su Seminario de Cultura
Náhuatl y demás.
“Formó a una
cantidad de alumnos a lo largo de muchos años”.
El autor
de Hernán Cortés y la mar del sur fue investigador y titular en el Instituto de
Investigaciones Históricas y profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de
la UNAM. Estuvo como director del Instituto Indigenista Interamericano y la
Academia Mexicana de la Historia. Fue consejero del Instituto de Civilizaciones
Diferentes, Bruselas, Bélgica, integrante de la Junta de Gobierno de la UNAM,
cronista de la Ciudad de México y embajador de México ante la UNESCO.
Estudió
bachillerato, con especialidad en Ciencias Sociales, en el Instituto de
Ciencias, en Guadalajara. Luego se graduó con el título de Bachelor of arts en
la Universidad Loyola de Los Ángeles, y después con el de Master of arts, en la
especialización en historia y filosofía, en esta misma universidad. En México,
obtuvo el doctorado en Filosofía, con especialización en historia prehispánica,
en la UNAM.
Su tesis
de doctorado causó polémica: La filosofía náhuatl, estudiada en sus fuentes.
Esta obra ha sido publicada por la UNAM, en ediciones revisadas y ampliadas
(1959, 1966, 1974, 1979, 1983, 1986 y 1993, 1997 y 2001). También se hizo en ruso por la Academia de
Ciencias de la URSS (1961) y en inglés por la Oklahoma University Press (1963,
1970, 1971, 1975, 1978, 1980, 1982 y 1985, 1993). Además, existen volúmenes en
alemán (Colonia, 1970), en francés (París, 1982) y en checo (Praga, 2002).
A decir de
la también historiadora Mercedes de la Garza, el libro La filosofía náhuat,
estudiada en su fuentes, “lo que contiene de esencial, a mi manera de ver, es
el rescate de la lengua náhuatl y de los textos escritos o narrados o los mitos
de los propios indígenas, porque antes de eso, de meterse a fondo a rescatar lo
que ellos dijeron, lo que ellos pensaban o los mitos que construyeron, se les
veía desde fuera, digamos, con una mirada occidental. Y León-Portilla hay que
reconocer, gracias a su maestro Ángel María Garibay que era extraordinario,
logró este destacado volumen con otra mirada”.
Detalla:
“León-Portilla
ve que los mitos, los poemas, los cantares, varios textos que recogió fray
Bernardino de Sahagún, fundamentalmente, poseen la característica de ser el
pensamiento de los indígenas y el pensamiento es filosofía. Los griegos lo
explicaron de otro modo, ya deslindándose de los dioses, pero todos los demás
pueblos no. Todos explicaron a través de mitos e historias sagradas su
concepción del mundo y de la vida”.
El
también estudioso del humanismo hispánico en México, las interrelaciones
culturales entre el noroeste de México y el suroeste de Estados Unidos y la
etnohistoria de Baja California publicó Siete ensayos sobre cultura náhuatl
(UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, 1958) y Ritos, sacerdotes y atavíos de
los dioses (UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, 1958).
Fue en
1959 cuando hizo Visión de los vencidos. Relaciones indígenas de la Conquista (México, UNAM, Biblioteca del
Estudiante Universitario, 1959). Es el libro que ha tenido la mayor
circulación entre todos los publicados por la UNAM. En 2017 se lanzó la edición
en náhuatl. A León-Portilla le urgía que se publicara en esta lengua ya que
había sido editada en otomí. A la fecha ha aparecido en 20 leguas, como alemán,
francés, inglés, italiano, japonés, coreano y chino mandarín, en fin. Acerca de
este volumen el poeta José Emilio Pacheco escribió: “Visión de los vencidos es
ya un libro clásico y una obra de lecturas indispensable para todos los
mexicanos. La crónica de la batalla heroica de los antiguos mexicanos en
defensa de su cultura y de su misma vida, elegía de una civilización que se
perdió para siempre, gran poema épico de los orígenes de nuestra nacionalidad”.
Discípulo de
León-Portilla, Patrick Johansson Keraudren rememora:
“Cuando
salió por primera vez Visión de los vencidos en 1959, muchos lectores
sorprendidos se percataron de que los indígenas precolombinos quienes habían
sido hasta entonces, en el mejor de los casos, objeto de curiosidad académica,
eran sujetos que veían y habían visto y, a través del apartado gráfico de
rescate de la cultura náhuatl estructurado por los españoles, habían dejado un
testimonio escrito de visión de los hechos sangrientos de la conquista, así
como de su propia cultura”.
León-Portilla
continuó publicando volúmenes, más de cien, como Los antiguos mexicanos, a
través de sus crónicas y cantares, Trece poetas del mundo azteca, Quetzalcóatl;
Nezahualcóyotl, Poesía y pensamiento; Historia de México, México: su evolución
cultural; Culturas en peligro, Literatura del México antiguo. Los textos en
lengua náhuatl y Los manifiestos en náhuatl de Emiliano Zapata.
Literaturas
de Mesoamérica, Hernán Cortés: Su primera y olvidada biografía. La obra de
Lucio Marineo Sículo; Bernardino de Sahagún, Literaturas Indígenas de México,
Quince poetas del mundo náhuatl, Fray Bernardino de Sahagún en Tlatelolco,
Códices y Los antiguos libros del Nuevo Mundo, entre otros.
Dirigió a
lo largo de 51 años el Seminario de Cultura Náhuatl en la UNAM, al que han
concurrido y concurren numerosos estudiantes de posgrado, incluyendo de origen
indígena, por ejemplo, de las etnias náhuatl, otomí, purépecha y zapoteca. En
este Seminario, ahora bajo la dirección de Johansson Keraudren, se discuten
temas relacionados con el pasado prehispánico colonial y moderno hasta llegar a
la problemática contemporánea.
Estuvo al
frente, de 1955 a 1966, de la revista América Indígena, órgano del Instituto
Indigenista Interamericano.
Con motivo
del Quinto Centenario del Encuentro de Dos Mundos en 1992, fue nombrado algunos
años antes coordinador de la correspondiente Comisión Mexicana. Al frente de
ella organizó varias reuniones de pueblos indígenas de México, Guatemala y
Perú.
León-Portilla
siempre recordó que fue discípulo de uno de los principales estudiosos de la
lengua y la literatura nahuas, Ángel María Garibay (1892-1967), y de su tío
Manuel Gamio (1883-1960), el iniciador de la moderna antropología.
Fue
miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, la Sociedad de Antropología de
Nicaragua, correspondiente de la Real Academia Española, la Sociedad Defensora
del Tesoro Artístico de México, la Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía de
la Medicina, El Colegio Nacional, la American Anthropological Association, el
Comité Permanente de Historiadores Mexicanos y Norteamericanos y el Consejo
Interno del Instituto de Investigaciones Históricas.
Recibió
30 doctorados honoris causa de diversas universidades nacionales e
internacionales. Leía, hablaba y escribía español, inglés, francés y náhuatl.
Leía y hablaba alemán, italiano y portugués. Y sólo leía latín y griego.
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