Por Alejandro
Alegría.
Un año
después de la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la
República, se ha dado una división entre los grupos hegemónicos del
empresariado del país. Mientras unos buscan acompañar al gobierno federal,
otros lo han enfrentado mediante diversas estrategias, sostuvo Magdalena
Galindo, catedrática de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM).
En
entrevista con La Jornada, explicó que la separación del poder económico del
gobierno en turno comenzó en el sexenio de José López Portillo, cuando se
nacionalizó la banca.
“Ahí se
ve por vez primera que el Estado mexicano tiene que golpear a su fracción
hegemónica nacional para favorecer al grupo dominante internacional, con el fin
de garantizar el servicio de la deuda que se tenía con la banca privada
mundial”.
Expresó
que hubo desplazamiento de la hegemonía del interior del país hacia el
exterior, pero ese poder del capital financiero internacional se ejerce en el
interior de México. Con ello se iniciaron las políticas neoliberales para
favorecer al capital internacional y se consolidaron en las administraciones
subsecuentes, pues la política económica y la política fueron definidas por los
organismos internacionales, como el Banco Mundial y la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos.
Derrotados,
partidos que representan a la burguesía.
“La
llegada de López Obrador a la Presidencia significa una transformación profunda
en la correlación de fuerzas dentro de la sociedad mexicana, porque significa
una derrota importante para los dos partidos que representan a la burguesía en
México de modo directo”, subrayó.
“Se
inicia no sólo una separación, sino un conjunto de acciones de la burguesía
mexicana frente al Estado”.
Explicó
que hay división dentro de los grupos hegemónicos, pues existen sectores que
buscan acomodarse a las nuevas circunstancias y se han acercado a la
Presidencia para continuar con la relación. En contraste, otros se han
enfrentado al gobierno de López Obrador.
La
estrategia de Estados Unidos para mantener su hegemonía en el mundo, como se ha
visto en América Latina, es utilizar golpes blandos, lo cual se ha intentado
utilizar en México de manera fallida, detalló.
La
especialista agregó que, de acuerdo con el filósofo Gene Sharp, existen
cuatro etapas. La primera es el ablandamiento, en la que se trata de
“desilusionar a la gente, decirle que no hay realmente una transformación y que
no había razón para impulsar a ese gobierno progresista”, tal como ha sucedido
en Bolivia, Venezuela o Argentina.
La
segunda son campañas formales de desprestigio del gobierno, como acusaciones de
autoritarismo o pretender convertirse en dictador. “Hemos tenido campañas
verdaderamente furiosas contra las políticas establecidas por el gobierno de
López Obrador”,
dijo.
La
tercera es “calentar las calles”, pues se organizan marchas con los sectores afectados
por las nuevas condiciones. “Éstas también ya las vimos en el caso de México”, apuntó.
La cuarta
es de desestabilización, en la cual se hacen acusaciones jurídicas, como es el
caso de los amparos contra la construcción del aeropuerto de Santa Lucía o por
la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco.
“Hay
demandas jurídicas para detener el proceso de transformación que está en
marcha”, sostuvo.
En esta
etapa el poder hegemónico tiene la posibilidad de “detener la economía”, al
paralizar las inversiones o acaparar los bienes, como alimentos y medicinas –es
el caso de los fármacos para niños con cáncer–, pues busca “llevar a la gente a
la desesperación”.
Magdalena
Galindo expresó que, hasta el momento, una fuga de capitales no se ha dado.
Por lo contrario, han llegado recursos financieros del extranjero, aunque eso,
dijo, puede ser peligroso.
La quinta
fase es el golpe blando, que pasa por la destitución de modo jurídico,
aprovechando algún resquicio o acusación falsa de corrupción, pero “no hemos
llegado porque tampoco han sido muy exitosas las maniobras”.
En ese
sentido, manifestó que hay focos rojos que deben poner alerta, como lo dicho
por el general Carlos Demetrio Gaytán Ochoa y el asesinato de miembros de la
familia Lebaron. En este último caso no queda claro si fue cometido por grupos
de la delincuencia organizada y sus razones. Pero también las declaraciones del
presidente estadunidense, Donald Trump, para considerar terroristas a los
narcotraficantes.
La catedrática
de la UNAM sostuvo que hay otros empresarios, como Ricardo Salinas Pliego y
Carlos Slim Helú, que han cooperado con el gobierno actual, con el objetivo de
continuar con sus actividades y obtener utilidades.
Aunado a
ello, indicó, los programas sociales fortalecen el mercado interno, “que era
uno de los problemas de un amplio sector de la burguesía, no de las cúpulas, no
de las grandes empresas mexicanas”, porque estaba estrangulado y grupos de
empresarios realizan ahí su plusvalía.
“Hay un
sector al que sí le interesa que se recupere el mercado interno. Es el que no
está ligado a las exportaciones”.
Subrayó
que es falso, como algunos sectores de la iniciativa privada afirman, que los
programas sociales generen informalidad, pues desde el punto de vista del
economista británico John Maynard Keynes no importa que se emplee el gasto
público para abrir hoyos en las calles y luego taparlos. “Lo que importa es que
ese gasto va a generar ocupación y, a su vez, consumo”.
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