Javier Risco.
Ya sabemos
cómo llegó Rosario Piedra Ibarra a dirigir la Comisión Nacional de los Derechos
Humanos. Lo hizo en una terna impuesta por la Junta de Coordinación Política y
con la legitimidad de una nebulosa votación donde faltaron sufragios y sobraron
jaloneos y descalificaciones. Su protesta al frente del organismo fue indigna,
y hablo de dignidad porque el único capital que debe ostentar la ombudsperson
es el capital moral. No le importaron las formas, ella ya está en su oficina,
argumenta que tiene fondo y es suficiente, y creo que eso nadie lo duda,
entregada a una vida de activismo, conoció desde casa lo que era la lucha
social y se entregó a la búsqueda de personas víctimas de desaparición forzada,
hizo eco a los gritos de su madre, tiene credenciales que la avalen y marchas
que la cobijan.
Dicho esto,
dejemos atrás la manera en la que llegó a la CNDH y su currículum, se han
escrito sesudos análisis de estos dos tópicos y dado que ya asumió el puesto y
que afirma ser ajena a la decisión del Senado, todo indica que es un caso
cerrado, otro más donde se impone la ley del más fuerte, en este caso de
Morena.
Centrémonos
en sus palabras sobre las manifestaciones el lunes pasado en contra de la
violencia machista, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la
Violencia Contra las Mujeres. Protestas sustentadas en los 3 mil 742
feminicidios de 2018, en el promedio de 9 mujeres asesinadas al día en este
país. Lo hemos dicho en este espacio en varias ocasiones, no podemos perder el
foco de la manifestación, el asesinato de mujeres es una crisis humanitaria de
la cual el gobierno y las autoridades no han hecho nada para evitarla, la
impunidad en cada caso es el único común denominador y cada vez caminar por las
calles de México se acerca más a una sentencia de muerte para las mujeres. La periodista
Olivia Zerón estuvo en las marchas, acompañó a las miles de jóvenes que
gritaron y marcharon; cuando se detiene en los grafitis y en el daño a
mobiliario público, Zerón habla de una nueva forma de protesta, de una en la
que están dejando de ser ignoradas, una que ha hecho que el gobierno de la
Ciudad de México las volteé a ver y decrete una alerta de violencia contra las
mujeres, una protesta que nos ha tatuado en la mente que en este país se
asesinan a nueve mujeres al día sólo por el hecho de ser mujeres, nada más.
Piedra
Ibarra no coincide con este tipo de protesta, la califica de “vandalismo” y va
más allá, así nos lo dijo en los micrófonos de “Así las cosas”, de W Radio: “La
protesta de cualquier ciudadano, de cualquier persona, en este país se debe de
respetar, es un derecho de nuestra Constitución y si alguien quiere hacerlo lo
puede hacer; lo que no está permitido, obviamente, son los actos vandálicos, la
violencia y yo también soy de la idea de que yo sigo siendo activista y siempre
cuidamos muchos, nosotros, el hacer protestas pacíficas a pesar de que sufrimos
una de las violaciones de los DH como es la desaparición forzada, la tortura,
en fin, ejecuciones de algunos compañeros, pero siempre optamos por protestar
de una manera pacífica y yo creo que eso es lo que tendríamos que hacer, no
podemos comportarnos igual que un torturador, un violador, un asesino tenemos
que marcar esa diferencia, tenemos que marcar la diferencia entre los que
respetamos los DH y los que queremos que se nos respeten y tenemos que marcar
esa diferencia”.
La cita
tiene que ser completa para que no se preste a malas interpretaciones, cuando
escuchamos esto en el programa de radio mi compañera de espacio, Gabriela
Warkentin y yo, no salimos del asombro, Warkentin insistió en lo que acababa de
decir, comparar a un torturador, un violador y un asesino con el daño de un
monumento en una protesta contra la violencia machista. La ombudsperson “entró
en razón” y dijo que no había punto de comparación; sin embargo, lo invito a
que escuche la entrevista completa, analice el tono y la primera reacción de
Piedra Ibarra, hay errores que se pueden cometer, estas declaraciones no caben
en un simple resbalón. (http://wradio.com.mx/programa/2019/11/27/asi_las_cosas/1574878764_955494.html)
Lo que
parece una oportunidad única para que la CNDH, con su voz y su fuerza, se
convierta en un organismo que abrace la bandera de la defensa de las mujeres,
parece será una oportunidad perdida, a pesar de que al frente está una mujer,
una activista, alguien que ha marchado, dice que no se ha pronunciado porque
los contingentes que se manifestaron no se han acercado ni a ella ni a la
Comisión. Vaya brújula perdida.
¿Cómo
reparar este error garrafal, esta comparación infame? Así es como se presenta la
nueva defensora de los derechos humanos con las cientos de miles que gritan:
“basta de asesinar a las mujeres en este país”, para ellas… una aliada menos.
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