Raymundo
Riva Palacio.
En la Ciudad
de México pasó desapercibido, pero en Tamaulipas se volvió el gran tema en las
redes sociales desde el viernes: la amenaza del gobernador Francisco García
Cabeza de Vaca, al presidente Andrés Manuel López Obrador, durante la
conferencia mañanera del jueves en Reynosa. Se dio en el contexto de un mensaje
cifrado, donde la denuncia del exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, fue el
pretexto para esconder que su agravio es contra el mandatario. Por eso le dijo
a López Obrador que él, mejor que nadie, sabía que en la lucha por el poder,
entre más poderosos son los adversarios, más fuerte la ofensiva, para luego
pasar al fondo de su advertencia:
“Aquí en
Tamaulipas, Presidente, nos jugamos todos los días la vida”, dijo García Cabeza
de Vaca. “Pero eso a los adversarios les tiene sin cuidado y andan allá muy
campantes en la Ciudad de México conspirando en cómo debilitar a un gobierno.
Quieren sacar raja política, porque ven venir las elecciones del año que entra,
pero estos son tan irresponsables que no entienden que aquí ese tipo de
politiquería cuesta vidas”.
En ese
momento el gobernador volteó a ver a López Obrador, exactamente en el minuto
nueve con dos segundos de la segunda hora de la mañanera, cuando lo miró
directo, muy serio, antes de rematar: “Aquí no se puede jugar a hacerle al
político, porque ese tipo de ataques pone en riesgo a mucha gente y a la
política. La política no puede ni debe ser así”. Dirá el gobernador que el
destinatario del mensaje no era el Presidente, pero en el fondo, lo que se está
dando es un conflicto que rebasó los cauces institucionales y entró al terreno
de lo personal. En ningún otro caso en el país el nivel del enfrentamiento está
dado como el de López Obrador y García Cabeza de Vaca.
El
gobernador de Tamaulipas se refirió públicamente a la denuncia de hechos de
Lozoya, quien lo señala como uno de los exsenadores panistas que recibieron
dinero para aprobar la Reforma Energética durante la negociación del Pacto por
México con el gobierno de Enrique Peña Nieto. Lozoya tendrá que demostrarlo y,
aún si así lo hiciera, a menos que probara quebranto al Estado Mexicano
mediante actos de corrupción, no pasaría de la sanción pública –que no es
menor, cierto–, porque el delito, si hubiera alguno, habría prescrito
probablemente.
Detrás de la
máscara de Lozoya se encuentra la acción de los “poderosos”, el jefe de la
Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, Santiago Nieto,
quien a finales de julio presentó una voluminosa denuncia de hechos en contra
de García Cabeza de Vaca, su madre, sus dos hermanos, su esposa, su suegro y
dos personas más que manejan dos empresas, una rural y una inmobiliaria, por
delitos que incluyen delincuencia organizada, lavado de dinero y corrupción.
La denuncia
de Nieto incorpora información financiera de México y Estados Unidos –tiene la
colaboración del Internal Revenue Service, equivalente al SAT en aquel país–, y
presenta adquisición de inmuebles que no podrían haber sido comprados con los
ingresos percibidos. Por ejemplo, una propiedad en una de las zonas de mayor
plusvalía en la Ciudad de México, adquirida a finales de 2013, con un valor
superior a los 14 millones de pesos, en copropiedad con su esposa. Hay otras
propiedades adquiridas por su hermano, con facturas apócrifas, o dinero en las
cuentas de su suegra por millones de dólares que son inexplicables a ojos de la
autoridad. Sobre cada una de las personas involucradas en la denuncia, hay una
red de operaciones financieras que cuestionó Nieto y las presentó como
ilegales.
García
Cabeza de Vaca ha sido uno de los líderes en la oposición más vociferantes en
contra de Lozoya, a quien llevará también a tribunales tamaulipecos por
presunto financiamiento de campañas electorales. Es curioso, quiere denunciar a
Lozoya sobre la base de los mismos dichos de los que se queja, relacionado con
financiamientos políticos del conglomerado brasileño Odebrecht. Los
exejecutivos de la empresa sólo reconocen haber aportado recursos a la campaña
de Javier Duarte para gobernador en Veracruz, pero nunca mencionaron Tamaulipas
o Hidalgo, a las que quiere incluir el gobernador.
Lozoya sirve
de buen parapeto para sus amenazas, pero el ataque a López Obrador comenzó
tiempo antes de que el exdirector de Pemex se allanara a la extradición y
presentara su denuncia. El Presidente lo sabe, pues previo a ello, revelaron
funcionarios federales, recibió información de Estados Unidos que había una
investigación privada que se estaba haciendo en Houston sobre su hijo mayor,
José Ramón, su esposa, que es consultora en asuntos energéticos años antes de
conocerlo, y los familiares de ella.
La
investigación, de acuerdo con la información en poder del Presidente, la
contrató Nelson Balido, que dirige la firma consultora Balido and Associates y
fue fundador del Consejo de Comercio y Seguridad y el Consejo de Energía de las
Américas, y actualemente también es asesor en materia binacional del gobierno
de Tamaulipas. Balido es una persona muy cercana a García Cabeza de Vaca, y lo
ha llevado a entrevistas con funcionarios de Seguridad en Estados Unidos.
Las acciones
de García Cabeza de Vaca son previas a todo el escándalo de dichos desatado por
Lozoya, lo que muestra que a López Obrador lo tiene hace tiempo en la mira.
Igualmente, López Obrador lo ha enfocado como a ningún otro gobernador en este
momento, y encargado a Nieto desarrollar y profundizar la investigación.
El choque
que se está viendo en la escena pública no corresponde a la confrontación que
están teniendo el Presidente y el gobernador, y del cual el viernes pasado en
la mañanera de Reynosa hubo una pequeña muestra pública de lo que sucede, y un
preámbulo de lo que iremos viendo más adelante.
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