Salvador
Camarena.
David León
es un buen operador. No no, aguanten antes de sacar conclusiones apresuradas
sobre lo que estoy diciendo. De que es un buen operador lo es: basta ver la
manera en que en año y medio se posicionó en todos los medios como la voz de la
Protección Civil de México. Pero digo que es un buen operador, además, porque
está claro que sus jefes le han encargado cosas delicadas. Como entregar
dinero. ¿O alguien se creyó eso de que recogía efectivo de simpatizantes
chiapanecos para llevarlo a Morena? ¿No, ¿verdad?
Así que
mejor recorramos el andar de David León, esa estrella caída de la función
pública.
Empezó su
carrera con, ni más ni menos, Arturo Escobar. Sí, aquel que captaron con dinero
en efectivo en… Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Qué cosa tendrán los verdes con el
estado selva que se les repiten los escándalos.
Pero David
recibió otros encargos. El Verde, que ni es ecologista ni es partido sino
pandilla, mandó a León a mi tierra, donde le encargaron al muchacho Enrique
Aubry, diputado destemplado, con quien se peleó, lo cual no es noticia, pues el
exdiputado es de mecha no corta, sino inexistente.
De ahí, y
tras haberlo visto desempeñarse como buen mensajero de Escobar, Manuel Velasco
–quien ya conocía a León– se lo pide al hoy nuevamente diputado, dicen algunas
fuentes. Y se lo lleva a Chiapas, dizque de asesor de comunicación.
En la trama,
cuentan, entran los Pasquel, particularmente Gerardo, que tuvieron una empresa
de publicidad y de medios que dio servicios (así les llaman) a Velasco, y que
como ya adelantó en estas páginas Raymundo Riva Palacio iban en sociedad con
León. Para mejor ubicarlos, los Pasquel están ligados a la fecha anual del
campeonato mundial hípico que se realiza en el Campo Marte… y quién creen que
anunciaba en grande en ese evento, llamado Longines Global Champions Tour,
exacto, el gran estado de Chiapas, rico como es que le sobra dinero para
gastarlo en la fórmula uno del hipismo mundial. No dan paso sin huarache.
León operaba
la ejecución de lo que los Pasquel hacían para Velasco. Todo este prólogo, que
parece un paisaje de esa corrupción pintada magistralmente en la novela de
Enrique Serna sobre Denegri, es mero trámite. Porque las dudas que carcomen a
buena parte de la clase política son, dado que ya vimos que ese gran operador
que es David León tenía la, digamos, precaución de grabarse en sus encuentros
con bolsas de papel estraza: cuántos videos más hay de David en calidad de mula
haciendo “encarguitos” y quiénes salen en ellos, salen también hijos de
políticos; pero sobre todo de quién fue la idea, y la responsabilidad, de
grabar a un hermano de un candidato presidencial que –en 2015, cuando Peña
Nieto ya estaba herido de muerte política luego de la casa blanca y Ayotzinapa–
iba en franco ascenso.
Otra
pregunta, pero esa no para Velasco, es si la Fiscalía General de la República
será insistente al preguntar a Léon cuántos videos más existen, David, donde
entregas dinero y a quiénes. León, como todos, sabe que es delito grave
mentirle a una autoridad ministerial. Ya que hablamos de la FGR: ¿citará esa
autoridad a declarar al exgobernador, jefe de David?
En fin, con
esto de los videos las preguntas son múltiples. Por ejemplo, ¿es creíble que el
Cisen de Miguel Ángel Osorio Chong, o sea de Eugenio Imaz, no supieron de esas
reuniones, de esos videos? ¿O sea, no supo el aparato de inteligencia mexicano
que grababan al hermano de Andrés Manuel en lugares públicos?
La virtud de
León fue su tumba política. Era efectivo en lo suyo. Buen operador hasta que
jugar con el fuego de los videos lo puso en el centro de una tormenta donde
muchos pueden salir salpicados.
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