viernes, 28 de agosto de 2020

Corrupción vs corrupción.


Diego Petersen Farah.

La narrativa de la esperanza está muerta, o al menos fuera de circulación. Los datos económicos y las tragedias derivadas del problema de la pandemia hacen muy difícil que el Presidente nos venda que él es la esperanza de México. De hecho, es la única frase de campaña que no está en los spots del segundo informe. Olvidémonos de que sea cierto o no, ese debate termina siendo ideológico, simplemente veamos las encuestas sobre la percepción de futuro y es evidente que las familias no la están pasando bien y no perciben una mejora en el corto plazo. Así, el Presidente ha decidido ir a la elección con la narrativa de la corrupción de los sexenios anteriores, la del viejo régimen diría él. Esta decisión, si bien tiene toda la lógica política, tiene también algunos riesgos.

Para que eso funcione el contraste debe ser muy evidente, una dicotomía entre los corruptos frente a los honestos. Aunque el Presidente tenga fama de ser fundamentalmente honesto ese es un terreno pantanoso pues, como ha quedado claro, es prácticamente imposible que el Presidente controle todas las aristas del Gobierno y que no haya escándalos de sus colaboradores. Aun suponiendo que realmente él no tiene nada que ver en la corrupción de su hermano en los videos no puede obviar que él era presidente de Morena en ese momento y para la oposición es más sencillo llevar la elección a la narrativa a los más corruptos contra los menos corruptos, tratar de ir igualando los cartones en ese terreno y luego voltear la tortilla y hablar de resultados en salud, economía, seguridad, pobreza, etcétera.

Para el común de los mortales la corrupción asociada al financiamiento de los partidos es poco clara y por supuesto que no es lo mismo el video de los sobres de David León y Pío López Obrador que el atasque de los billetes en maletas de los funcionarios panistas solo comparable con aquellos de Bejarano, también colaborador de López Obrador. Como sea, por paradójico que parezca, el tema de la corrupción resulta más cómodo para la oposición, pues cuando se trata de aventar lodo lo que importa es el manejo mediático más que las pruebas judiciales, montos o tramas.

Otro riesgo para el Presidente y su partido es que la narrativa de corrupción vs corrupción lo que terminará generando es una desánimo generalizado y eso ahuyentará a los ciudadanos de las urnas. Lo que le dio el triunfo arrollador en 2018 fue que logró poner en la cabeza de los mexicanos la esperanza de un futuro mejor y eso hizo que saliéramos a votar masivamente. En una elección de poca participación lo que importa son las estructuras, la capacidad de movilización que tengan los paridos. Morena ha mostrado ser poco eficiente y los programas del Gobierno federal también.

La ruta de corrupción vs corrupción es, pues, de alto riesgo, y el Presidente lo sabe. Quizá por ello lo hemos visto de tan mal humor en los últimos días.

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