Enrique
Quintana.
En reunión
plenaria con los diputados de Morena, el secretario de Hacienda, Arturo
Herrera, fue directo e incluso crudo.
No doró la
píldora ni creó falsas ilusiones. Explicó que enfrentamos crisis gemelas:
económica y sanitaria, que van a pegar en las finanzas públicas. La caída del
PIB será la más profunda desde 1932.
Este año, el
impacto sobre los dineros del gobierno (y de los gobiernos estatales) se
amortiguó un poco debido al uso de los fondos, los 'guardaditos' de los que se
disponían.
Pero dichos
recursos ya no estarán disponibles en 2021.
Al cierre de
2019, el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios tenía 158 mil
543 millones de pesos, mientras que el Fondo de Estabilización de los Ingresos
de las Entidades Federativas tenía un saldo de 60 mil 460 millones.
Si sumamos
otros fondos más pequeños, había un monto de 221 mil millones de pesos para
amortiguar el impacto de la crisis en las finanzas del gobierno federal y de
los estados.
Para 2021,
este monto estará cercano a cero, por lo menos en el arranque del año.
Otro de los
factores que impidió un desplome de la recaudación fue la estrategia del SAT.
La institución que encabeza Raquel Buenrostro logró una importante recuperación
de créditos fiscales de grandes contribuyentes. Gracias a ello, a pesar de la
crisis, los ingresos tributarios del gobierno federal a julio sólo bajaron
levemente este año respecto al mismo periodo de 2019.
Sin embargo,
los pagos que las empresas han hecho al SAT son de una sola vez y difícilmente
van a repetirse en 2021.
En conjunto,
los ingresos del sector público están 4.7 por ciento por debajo de los
registros de 2019.
Lo que
anunció Herrera es que el Presupuesto que será enviado al Congreso la próxima
semana va a ser menor que el de 2020. Es decir, habrá nuevos recortes.
Esto no va a
gustar a muchos, especialmente en un año electoral. Pero, como el propio
Herrera explicó, los márgenes de maniobra para gastar más van a estar más
acotados por el crecimiento del coeficiente de deuda pública/PIB, derivado del
crecimiento del valor en pesos de la deuda en dólares.
Quizás el
único elemento de alivio que el gobierno tenga el próximo año sea el monto del
remanente de operación que el Banxico entregue al gobierno.
Como la
valuación en pesos de las reservas del Banxico va a aumentar, lo más probable
es que haya un remanente después de la capitalización que realice Banxico y por
ley dicho monto será entregado a Hacienda.
No sabemos
aún de cuánto será, pero no será suficiente.
El último
registro importante correspondió al año 2016, cuando fue electo Trump y se
produjo el Brexit. En ese caso el Banxico entregó en 2017 un monto de 321 mil
653 millones de pesos.
Por ley, 70
por ciento del monto entregado debe ser utilizado para pagar deuda pública y la
diferencia debe ser canalizada a los fondos de estabilización presupuestal.
Es decir, no
puede ser usado directamente en gastos operativos.
Es probable
que, en el curso de 2021, si todo sale bien, se tenga la vacuna contra el
Covid-19 y se pueda lanzar la campaña de vacunación, lo que va a permitir que
haya un retorno gradual a la normalidad, lo que quiera que ahora eso
signifique.
Pero eso no
va a ocurrir al comenzar 2021.
El panorama
económico para el próximo año no es halagüeño. No tendremos la espectacular
caída del PIB que observamos en el segundo trimestre de este año, pero la
recuperación que habrá de presentarse ni lejanamente va a compensar la caída de
este año.
Así como el
gobierno está planeando un Presupuesto austero y con recortes, más nos vale que
en las empresas y en las finanzas de nuestras familias, asumamos esa
perspectiva para no llevarnos luego una gran decepción.
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