lunes, 31 de agosto de 2020

Un gobierno sin dinero.


Enrique Quintana.

En reunión plenaria con los diputados de Morena, el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, fue directo e incluso crudo.

No doró la píldora ni creó falsas ilusiones. Explicó que enfrentamos crisis gemelas: económica y sanitaria, que van a pegar en las finanzas públicas. La caída del PIB será la más profunda desde 1932.

Este año, el impacto sobre los dineros del gobierno (y de los gobiernos estatales) se amortiguó un poco debido al uso de los fondos, los 'guardaditos' de los que se disponían.

Pero dichos recursos ya no estarán disponibles en 2021.

Al cierre de 2019, el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios tenía 158 mil 543 millones de pesos, mientras que el Fondo de Estabilización de los Ingresos de las Entidades Federativas tenía un saldo de 60 mil 460 millones.

Si sumamos otros fondos más pequeños, había un monto de 221 mil millones de pesos para amortiguar el impacto de la crisis en las finanzas del gobierno federal y de los estados.

Para 2021, este monto estará cercano a cero, por lo menos en el arranque del año.

Otro de los factores que impidió un desplome de la recaudación fue la estrategia del SAT. La institución que encabeza Raquel Buenrostro logró una importante recuperación de créditos fiscales de grandes contribuyentes. Gracias a ello, a pesar de la crisis, los ingresos tributarios del gobierno federal a julio sólo bajaron levemente este año respecto al mismo periodo de 2019.

Sin embargo, los pagos que las empresas han hecho al SAT son de una sola vez y difícilmente van a repetirse en 2021.

En conjunto, los ingresos del sector público están 4.7 por ciento por debajo de los registros de 2019.

Lo que anunció Herrera es que el Presupuesto que será enviado al Congreso la próxima semana va a ser menor que el de 2020. Es decir, habrá nuevos recortes.

Esto no va a gustar a muchos, especialmente en un año electoral. Pero, como el propio Herrera explicó, los márgenes de maniobra para gastar más van a estar más acotados por el crecimiento del coeficiente de deuda pública/PIB, derivado del crecimiento del valor en pesos de la deuda en dólares.

Quizás el único elemento de alivio que el gobierno tenga el próximo año sea el monto del remanente de operación que el Banxico entregue al gobierno.

Como la valuación en pesos de las reservas del Banxico va a aumentar, lo más probable es que haya un remanente después de la capitalización que realice Banxico y por ley dicho monto será entregado a Hacienda.

No sabemos aún de cuánto será, pero no será suficiente.

El último registro importante correspondió al año 2016, cuando fue electo Trump y se produjo el Brexit. En ese caso el Banxico entregó en 2017 un monto de 321 mil 653 millones de pesos.

Por ley, 70 por ciento del monto entregado debe ser utilizado para pagar deuda pública y la diferencia debe ser canalizada a los fondos de estabilización presupuestal.

Es decir, no puede ser usado directamente en gastos operativos.

Es probable que, en el curso de 2021, si todo sale bien, se tenga la vacuna contra el Covid-19 y se pueda lanzar la campaña de vacunación, lo que va a permitir que haya un retorno gradual a la normalidad, lo que quiera que ahora eso signifique.

Pero eso no va a ocurrir al comenzar 2021.

El panorama económico para el próximo año no es halagüeño. No tendremos la espectacular caída del PIB que observamos en el segundo trimestre de este año, pero la recuperación que habrá de presentarse ni lejanamente va a compensar la caída de este año.

Así como el gobierno está planeando un Presupuesto austero y con recortes, más nos vale que en las empresas y en las finanzas de nuestras familias, asumamos esa perspectiva para no llevarnos luego una gran decepción.

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