viernes, 28 de agosto de 2020

Calderón y el Pelotón de la Muerte - Órdenes del Presidente - Militares, a abatir criminales - Escrito del mayor Rodas Cobón.


Julio Astillero.

Alejandro Rodas Cobón, mayor de infantería del Ejército Mexicano, cumplirá el próximo 13 de septiembre 11 años de estar preso en la sección de procesados de la prisión militar 5, en Mazatlán, Sinaloa. No ha sido sentenciado ni avanza su juicio, acusado de crímenes cometidos cuando formaba parte de un Pelotón de la Muerte, integrado por 220 militares que tenían como consigna exterminar a presuntos criminales en el contexto de la guerra contra el narcotráficoordenada por Felipe Calderón Hinojosa (https://bit.ly/2EorJc5).

Por medio de un escrito que a través de su abogado defensor hizo llegar al reportero Óscar Balderas, del portal Emeequis, el mayor Rodas Cobón aseguró que a partir de la guerra calderonista se instauró una política generalizada desde arriba. El propio secretario Guillermo Galván Galván reunía a los mandos de regiones y zonas militares y giraba instrucciones precisas: hay que abatir a los miembros del narcotráfico (https://bit.ly/3b2ArZj).

Según el escrito en mención, Rodas Cobón aseguró que siempre se nos hizo hincapié en que esto tenía el visto bueno del presidente. Él encabezaba la cadena de mando. Fue una política perversa. A Felipe Calderón no le importó el sacrificio de vidas con tal de conservar el poder. Para mí, ha sido el más nefasto de todos los mandos supremos que yo recuerde.

Rodas Cobón y 219 militares más formaban parte de la tercera Compañía de Infantería No Encuadrada (CINE), conocida como el Pelotón de la Muerte, que se encargaba de secuestrar, torturar o asesinar a personas que fuesen señaladas como probables partícipes de actividades de narcotráfico o crimen organizado. A veces, bastaba una delación de rivales o, incluso, de algún vecino molesto. A la mayoría de las personas se les incineraba después de largas torturas. Se usaba gasolina como materia prima del trabajo, mencionó el mayor.

Con sede en Ojinaga y en el contexto de la Operación Conjunta Chihuahua, el Pelotón de la Muerte actuaba bajo el mando del general Felipe de Jesús Espitia Hernández, quien también era el comandante de la quinta Zona Militar de Chihuahua y, por comentarios de oficiales que actuaban en Ciudad Juárez en aquellos años, se sabía que este general torturaba personalmente y desaparecía a integrantes del crimen organizado en Ciudad Juárez. Eso se permitía.

Añadió el mayor Rodas Cobón, mencionado en varias declaraciones de otros militares procesados como pleno partícipe de acciones contra civiles: Así es el Ejército: cuando se da una orden y tengo conocimiento de que es ilegal, no estoy obligado legalmente a cumplirla. Pero cuando las órdenes vienen desde un mando supremo, como el del presidente, en ningún caso puede ser cuestionada.

Según el escrito, su detención fue a causa de un incidente en Ojinaga entre militares y policías municipales, que terminó con un arma apuntando a la cabeza de quien era presidente municipal, César Carrasco Baeza, primo del entonces gobernador, José Reyes Baeza, quien habría amenazado con denunciar la existencia del mencionado pelotón mortífero si no había castigo por el incidente señalado.

Así que mandaron a prisión a chivos expiatorios, como yo. Tenían que mantener intocada la cadena de mando de la que fue parte importante el general Felipe de Jesús Espitia. Siempre, recalco, con las órdenes del presidente, señala el escrito del militar preso, quien dice ser también la voz de muchos elementos que sostenemos que había un escuadrón militar que cometió atrocidades terribles bajo estrictas órdenes y obediencia que venían del hoy ex presidente Felipe Calderón.

Sobre este Pelotón hay relevantes investigaciones periodísticas, como Cadena de mando, gran reportaje realizado con el apoyo de la Beca Mike O’Connor, del International Center for Journalists (ICFJ) y de la Iniciativa para el Periodismo de Investigación en las Américas (https://bit.ly/3gCcF7s). También está el libro La tropa; por qué mata un soldado, de Daniela Rea y Pablo Ferri.

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