Alejo Sánchez Cano.
A
unas horas de que inicien las campañas políticas en el Estado de México, los
candidatos del PRI, Morena y PAN que aspiran a la gubernatura, se encuentran
virtualmente empatados y todo puede pasar, es decir cualquiera puede alzarse
con la victoria electoral.
Sin embargo, hay indicadores contundentes y hechos inerciales que pondrán en la
palestra de los ganadores sólo a uno y los otros curarán sus heridas en los
tribunales electorales, ya que, sin duda esta elección se definirá en esa
instancia.
Alfredo
Del Mazo pero no todo es miel sobre hojuelas en el campamento tricolor, el
verdadero enemigo de Del Mazo no está en el PAN ni en Morena, vamos, ni
siquiera en el PRD; está en casa, en su
propio equipo y en el lastre que significa Eruviel Ávila, quien a pesar de que
tiene algunos positivos en el balance de su gobierno son más sus negativos, que
se encuentran perfectamente ubicados en los temas de inseguridad y corrupción.
Para nadie es un secreto que los
desencuentros al interior del equipo cercano de Alfredo Del Mazo están al orden
del día, los más evidentes se encuentran en la conformación de su equipo de
comunicación social, donde todos meten las manos y nadie puede tener el control
total del área. El último desaguisado es la reciente renuncia de Ricardo Joya,
experimentado comunicador que tan sólo duró una semana en el cargo.
La injerencia de todo tipo de
personajes en la conformación del equipo cercano del candidato y en la toma de
decisiones que emanan del war room, provocan la confrontación tan perjudicial
en una campaña que requiere, entre otras cosas, cohesión, mística y capacidad
de respuesta inmediata.
Ernesto Nemer, el coordinador de la
campaña, enfrenta un reto mayúsculo para, en primera instancia, imponer su
autoridad, y en segunda mantener los frágiles equilibrios entre el equipo.
Erasto Martínez Rojas, nombrado como
vicecoordinador general y Carlos Aguilar Cano, gente cercanísima al gobernador
Ávila, traen una visión contrastada con otros miembros cercanos a Del Mazo y sobre
todo ellos responden, por supuesto, a los intereses de su mentor.
Esta sumisión impedirá que en el día
a día se ajusten o corrijan de inmediato los yerros del candidato y de la
estrategia política, en la que, al acercarse la elección, se pondrá en la mesa el desligue con el gobernador Eruviel Ávila, por
significar un yugo, un pasivo, una carga ante el electorado que pide un cambio
a gritos y un rompimiento del candidato con su antecesor.
Por su parte, Delfina Gómez,
candidata de Morena depende totalmente de lo que haga y deje de hacer Andrés
Manuel López Obrador, que con los últimos desencuentros que ha tenido con el
Ejército y la Marina, ha frenado la inercia al alza con la que empezó su
candidata.
El Peje estará estos próximos 60
días en la entidad mexiquense y la recorrerá con la expresidenta municipal de
Texcoco, empero su salud y la obnubilación que tiene por el poder, lo cegarán
para enmendar los constantes yerros de Delfina.
No hay que perder de vista que Juan
Zepeda o “Juan sin miedo”, del PRD, le quitará votos a Morena y estos podrían
ser definitivos a la hora del conteo final.
Por último, y así puesta a
propósito, Josefina Vázquez Mota no tiene ninguna posibilidad de ganar debido,
principalmente, a que no abandera las causas panistas en la entidad. Sin
arraigo e incluso enfrentada a varios liderazgos locales. Además, claro está,
la estela de corrupción que arrastra; seguirán saliendo a la luz los fondos
federales recibidos en su fundación, y las acusaciones que enfrentan algunos de
sus familiares por lavado de dinero, la acompañarán en estos dos meses que
vienen y la hundirán en un tercer lugar.
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