jueves, 30 de marzo de 2017

La derrota legislativa de Trump confirma que el TLCAN sobrevivirá.

Jorge Suárez-Vélez.

Hay mucho qué concluir y aprender de la reciente derrota legislativa del programa de salud republicano. Claramente, ni Trump ni su equipo tienen experiencia legislativa. Después de docenas de iniciativas republicanas para derogar el Obamacare, ahora que tenían la mayoría para lograrlo, no lo hicieron. Era imposible armar una ley alternativa en semanas. Todo proceso legislativo implica negociar, gradualmente agregando y quitando hasta lograr el apoyo necesario. Trump pensó que su presencia bastaría para convencer. Se equivocó.

El Freedom Caucus (o Tea Party, la facción más conservadora del partido) seguirá siendo una fuerza disruptiva, capaz de bloquear cualquier iniciativa que huela a más gobierno, independientemente de que sea originada por colegas republicanos. Paul Ryan tenía la tarea imposible de conseguir votos de dos grupos con propósitos opuestos. El Freedom Caucus quería derogar el Obamacare para reducir sustancialmente el costo fiscal de la salud pública. Los republicanos moderados, típicamente de distritos más competidos, no podían apoyar una propuesta que quitaría la provisión de salud a más de 20 millones de estadounidenses, pues hay elecciones de medio término el próximo año. Cuando los presidentes tienen niveles de aprobación arriba de 50 por ciento, el partido en el poder pierde en éstas un promedio de 14 asientos en la Cámara baja; cuando tiene menos de 50 por ciento pierde 37. Según Gallup, Trump está en 36 por ciento, abajo del punto más bajo de Obama en ocho años (38 por ciento).

La relación de Trump con Ryan queda dañada, pero el gran perdedor es Reince Priebus (su colaborador y ex líder del Partido Republicano), quien aseguró que conseguirían los votos para “repeler y reemplazar” el Obamacare. Fue un error empezar con un tema tan complicado. Trump debió empezar 'dando'. En su plan de infraestructura incluso hubiera tenido apoyo demócrata. Ahora, en vez de reformar la propuesta y buscar nuevamente votos, se concentrará en la reforma fiscal.

Su reforma fiscal será complicada pero exitosa. Complacerá al Freedom Caucus al bajar tasas de impuestos, aunque menos de lo que se esperaba. No tendrán el margen fiscal que provenía de la reforma de salud propuesta, que les ahorraba 350 mil millones de dólares anuales quitándole servicios básicos a la gente. Ryan buscará apoyo para su BAT (siglas en inglés del impuesto al ajuste fronterizo), y no lo obtendrá. Ese impuesto será rechazado por muchos republicanos influyentes como Tom Cotton, senador por Arkansas, estado en el cual Wal-Mart tiene un peso considerable, y que como toda empresa comercial se vería seriamente afectada por el impuesto. En un país donde el grueso de los empleos está en servicios, el BAT sería letal.

Acelerarán el programa de repatriación de utilidades de empresas multinacionales estadounidenses. Éste no tendrá oposición, y les podría dar un ingreso fiscal (de una vez) de 200 mil millones de dólares.

Después de eso, el déficit fiscal crecerá. Esto llevará a la Reserva Federal a acelerar el incremento de tasas. Finalmente, se percibirá positivamente que haya un estímulo fiscal, y no sólo uno monetario. El dólar se fortalecerá contra todas las monedas.

¿Y todo esto qué implica para México? El TLCAN sobrevivirá. La falta de pericia legislativa y el hecho de que habría que aprobar carretadas de legislación para echar atrás este acuerdo, harán imposible derogarlo.

Además, cada día crece el apoyo al tratado de legisladores de estados republicanos agrícolas e incluso industriales que se dan cuenta del golpe que recibirían derogándolo. La posición de Videgaray para negociar ha sido la adecuada, no hay que ceder un milímetro.

Nos seguirá afectando la incertidumbre. La apretada agenda legislativa impedirá poner pronto al TLCAN sobre la mesa. Tenemos que hacer entender a nuestros socios que éste está más vivo que nunca, e invitarlos a que vuelvan a invertir.

Trump seguirá buscando victorias fáciles que satisfagan a su base. Intensificará el ataque contra México, pues no tiene costo. Elevará la narrativa antimigrante y las deportaciones. Se habla, sin embargo, de un posible acuerdo entre demócratas y republicanos para que los últimos ratifiquen el Dream Act (ley propuesta por Obama para proteger indocumentados que migraron de niños con sus familias), a cambio de una propuesta integral de seguridad fronteriza que probablemente no incluiría un carísimo muro.

Incluso desde la perspectiva de conservadores moderados, Trump lo está haciendo bien. Anticipaban las locuras y parálisis legislativa, pero lo querían por la Suprema Corte. Con la nominación de Gorsuch (y quizá uno o dos más), ésta será conservadora por la siguiente generación.

Además, obtendrán menores tasas impositivas y mucha menos regulación. La popularidad de Trump volverá a aumentar.


Sin embargo, falta ver qué dice el FBI sobre la posible colusión entre el gobierno ruso y sus colaboradores. Paul Manafort, su jefe de campaña, recibió 10 millones de dólares de un oligarca ruso. Crece el apoyo de importantes legisladores republicanos, como John McCain, para nombrar a un fiscal independiente en esa investigación. Puede volverse el tema que defina a esta presidencia.

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