Raymundo Riva Palacio.
Desde
enero de 2012, recién entrado el gobierno de Roberto Sandoval, en Nayarit, el
nombre de Édgar Veytia se vinculó al crimen organizado. Ese mes, un miembro de
la Policía de Nayarit, una unidad de élite para combatir el crimen organizado,
encabezada por Veytia, fue asesinado en Tepic, en la antesala de lo que parecía
iba a ser una lucha entre el Cártel del Pacífico y Los Zetas. El policía fue
abatido por la banda de Los Pelochos, al servicio de la organización
sinaloense, que días antes había colocado una manta en la calle como
advertencia: “A la ciudadanía en general, absténgase de salir a la calle sin
negocio. Se empezará a hacer una limpia de zetas, empezando por la (Policía de
Nayarit), escoltas de Beytia, ya que son las que están al mando de Los Zetas
aquí en Nayarit”.
Durante muchos años, Nayarit fue
santuario del Cártel del Pacífico. Ahí vivía la madre de Joaquín El Chapo
Guzmán, donde se refugió en 2001 después de fugarse de la prisión de Puente
Grande, en Guadalajara, en 2001, y era el refugio de los hermanos Beltrán
Leyva, cuando estaban asociados con sus compadres sinaloenses y todavía después
de romper con ellos, en 2008. Cuando eso sucedió, los Beltrán Leyva forjaron
una alianza táctica con Los Zetas, pero no convirtieron a Nayarit en un nuevo
campo de batalla. La llegada de Sandoval
a la gubernatura hace seis años comenzó a modificar el estado de cosas. Veytia
se encargó de empezar a 'limpiar' el crimen organizado, como era su encomienda,
pero todo caía de un solo lado, la reducción de todo lo que oliera a
sinaloense.
Sandoval
no hizo caso a las denuncias que comenzaron a aparecer en diversos medios.
Promovió a Veytia y lo hizo fiscal nayarita. Cuando a finales de 2013 surgieron denuncias de que estaba relacionado con el
Cártel Jalisco Nueva Generación, retomadas por la prensa nacional, el
gobernador volvió a hacer caso omiso de las alertas. Tampoco, en la ampliación de las responsabilidades, hubo acción ninguna
por parte del gobierno federal. El entorno de seguridad se contaminó en la
Rivera Nayarita en el último año con la lucha del Cártel Jalisco Nueva
Generación con la rama sinaloense de El Chapo Guzmán, y no hubo alertas del Cisen a Los Pinos, de acuerdo con funcionarios en la casa presidencial. En el gabinete de
seguridad toleraron, por omisión o comisión, que Veytia no pasara los controles
de confianza, exigidos por la Ley General de Seguridad Pública.
Esta
laxitud volvió a meter al gobierno del presidente Enrique Peña Nieto en una
situación delicada, al haber sido detenido el fiscal Veytia este lunes en San
Diego, cuando buscaba ingresar a Estados Unidos, en cumplimiento de una
orden de aprehensión en su contra librada el pasado 2 de marzo por la jueza
Marylin G. Do, de la Corte del Distrito Este de Nueva York. La acusación es muy seria. El fiscal Robert
Capers –que irónicamente también lleva el caso de El Chapo Guzmán–, le fincó
cargos por la producción, transportación y venta de heroína, cocaína,
metanfetaminas y mariguana, entre enero de 2013 y febrero de 2017. Este periodo
es precisamente en el cual Veytia fue promovido por el gobernador Sandoval para
ser el jefe de la unidad de élite para el combate al crimen organizado y su
fiscal.
La
misma paradoja que mostró una Corte federal en San Antonio con el exgobernador
de Tamaulipas, Tomás Yarrington: Veytia no era, a juicio de los fiscales en Nueva York, parte de la red de
protección y complicidad de los cárteles de la droga, sino parte orgánica de
ellos. En la acusación, que fue terminada de integrar el 2 de marzo pasado,
el fiscal nayarita es señalado como
responsable de este tráfico de drogas junto con otras personas que no vienen
identificadas en el documento hecho público este miércoles. La
documentación de la Fiscalía produce una onda expansiva en Nayarit, donde el gobernador Sandoval, titubeante y débil
en su retórica, no fue capaz deslindarse claramente de Veytia, de quien el año
pasado dijo: “Él es el fiscal, es el procurador de Justicia, comandante de las
fuerzas, es policía, es un hombre que a lo mejor el día de hoy no lo valoran,
pero el día que él deje de ser fiscal, se van a acordar de Édgar Veytia”.
Los galimatías de su declaración enfatizaban su relación con su hombre fuerte,
que en algún momento incluso deslizó como un posible sucesor, al asegurar que
él podría ganar las elecciones en junio próximo.
Sandoval
es el segundo afectado, en lo inmediato, por la captura de su fiscal en Estados
Unidos, al dejarlo vulnerable y exhibido. O es cómplice de Veytia o fue un
mandatario tan incompetente que nunca pudo darse cuenta, a decir de la
narrativa de la acusación en Nueva York, de lo que hacía el hombre a quien
encargó luchar contra el crimen organizado. Pero tampoco queda exento el gobierno federal, cuya superficialidad y
deficiencias en el combate a los cárteles de la droga no son vistas en Estados
Unidos como un tema de incompetencia, sino de connivencia. Veytia va a ser
trasladado probablemente a la prisión metropolitana en Nueva York, donde se
encuentra Guzmán, donde tendrá su juicio y le ofrecerán, para mejorar su
situación legal, que les dé información. En
cualquiera de los dos casos, Sandoval y las autoridades mexicanas, también
estarán sentados en el banquillo de los acusados.
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