El
bochornoso espectáculo protagonizado por el PRD en el Senado ha dejado en claro
que su principal motivación es el dinero. No hay ideología ni principios, sino
oportunismo político y avaricia. Por eso, es muy probable que los renunciantes
al PRD terminen bajo la conducción de Manuel Bartlett. Sí, el mismo al que se
le cayó el sistema en el 88.
Si
los senadores de los demás partidos políticos deciden cumplir con la ley, no
hay manera de que el PRD conserve las mismas comisiones que tenía; tampoco la
hay para crear un nuevo grupo parlamentario con los tránsfugas, ni hay forma
legal para que conserven sus cuantiosos ingresos como presidentes y secretarios
de comisiones. A menos que se afilien al PT y acepten a Bartlett como su jefe.
El artículo 104 de la Ley Orgánica
del Congreso General, establece claramente que la Junta de Coordinación
Política debe garantizar que la participación de los grupos parlamentarios en
las comisiones “refleje la proporción que representan en el pleno”. Además de
eso, por tradición, la presidencia del
Instituto Belisario Domínguez le corresponde a la tercera fuerza política
reconocida.
Así,
si Barbosa quiere conservar esta presidencia, tiene que llevarse a sus huestes
al PT, para que se convierta en la tercera fuerza política y Bartlett lo
confirme. En el terreno de la formalidad, eufemismo de simulación, el pleno
aprobó su nombramiento en septiembre pasado, porque era coordinador del grupo
parlamentario, pero ya no lo es.
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