miércoles, 5 de abril de 2017

A la vista, ruptura con Eruviel.

Alejo Sánchez Cano.

Coahuila y Estado de México son dos de las cinco entidades que quedan del grupo, gobernadas sólo por el PRI, las otras tres son Campeche, Colima e Hidalgo, por lo que el filón de la alternancia en esos estados es muy atractivo para que los candidatos de oposición manejen hasta la saciedad el tema.

En las elecciones del pasado cinco de junio fue precisamente el hartazgo que prevalecía entre los habitantes en torno a sus gobernantes, lo que hizo posible, entre otras razones, que los priistas perdieran ante el empuje de otras opciones políticas.

El dilema que enfrenta Alfredo Del Mazo es precisamente manejar el concepto de la alternancia dentro del partido en el poder. Es decir, sin cambiar el partido, impulsar un estilo y programas diferentes a los que existen en la actualidad.

Combatir la corrupción con mayor transparencia, rendición de cuentas y honestidad. Reforzar la inseguridad pública con un nuevo modelo policial y judicial. Erradicar la violencia contra las mujeres y los feminicidios con propuestas como el “salario rosa” y toda una agenda a favor del sector, que en términos de estadística representa más de la mitad de la población mexiquense.

El camino sólo lleva a un destino: romper con Eruviel Ávila, actual gobernador, tanto en la forma como en el fondo; de no hacerlo, el destino de la campaña de Del Mazo será el abismo.

El Fuerte y con Todo, slogan de la campaña del candidato tricolor, conlleva en sus primeros mensajes: precisamente, pintar su raya ante Eruviel Ávila; sin embargo, esta acción no será suficiente. Del Mazo tiene que ir recrudeciendo su discurso contra su correligionario, si no lo logra perderá la elección.

La escasa credibilidad que tienen todos los partidos políticos y sus candidatos seguramente mantendrá los niveles de abstencionismo altos y esto, dicen los clásicos, le sirve más al PRI y sus aliados, que el voto duro con el que cuentan, para ganar la gubernatura.

En ese escenario, la incógnita será el tamaño del voto de los indecisos; la reacción de la ciudadanía en general cuando vea que todo está igual en las campañas o bien si de plano la motivó el discurso y propuestas reales y viables del priista.

Eruviel Ávila tiene incrustados en el equipo de campaña de Alfredo Del Mazo a varios de sus incondicionales, de hecho los ubicó en posiciones clave: Erasto Martínez, vicecoordinador de campaña, y Carlos Aguilar, publicidad y medios, quienes obviamente estarán pendientes de que no se corte el cordón umbilical y en ello el mecanismo de control más efectivo será, seguramente, el flujo de recursos en efectivo hacia la campaña.

Con el paso de los días y los primeros yerros y aciertos, el camino hacia la victoria se hará más angosto hasta la irremediable ruptura y, con ello, la alternancia, si no de partidos, sí de proyectos y de hombres.

No hay duda, la campaña de Del Mazo tiene frente a sí todo un galimatías político. Alfredo y Eruviel aspiran a más, uno a la gubernatura y otro a la Presidencia, y en esa idea parecen ir juntos aun cuando, por necesidad, se tenga que dar la ruptura para avanzar en sus objetivos.

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