Salvador Camarena.
No sé
ustedes, pero cuando hace diez meses leí que Pablo Escudero sería presidente
del Senado de la República, miré hacia arriba y me tranquilicé pensando (es un
decir): No es cierto, seguro el verdadero presidente de la Cámara alta será
Manlio Fabio Beltrones, o mínimo Emilio Gamboa Patrón.
Pero recientes
acontecimientos me han dado a pensar (es otro decir) que quizá no, que quizá sí
esté al frente del Senado el señor Escudero y, ora sí ya me preocupé.
Porque hete
aquí que lo que parecía un berrinche individual devino en acto de censura de un
cuerpo legislativo, y de uno nada menor.
Como no
están obligados a leer diario esta columna, retomo lo esencial de la entrega de
ayer: el señor senador pevemista Carlos
Puente descalificó en Twitter –sin leer me atrevo a decir pues él mismo expuso
que no se lo habían enviado– un documento producido por el Instituto Belisario
Domínguez (dependiente del Senado) sobre elecciones, pobreza, inseguridad y
salud en el Estado de México. Como el Edomex sale más que pinto en estos temas,
don Carlos denunció en esa red social que la información ahí contenida
(proveniente de fuentes oficiales) era una cosa con fines electorales, y
anunció que auditarían al IBD.
Pues hete
aquí (repito) que la cosa no paró ahí.
El Senado de la República, que preside el señor Escudero, en cuestión de horas
ordenó la censura de sendos documentos que contenían información estadística
sobre las elecciones del Edomex, Coahuila, Nayarit y Veracruz.
Que tal cosa fuera posible, que con
tal rapidez el Senado haya concluido que lo que tocaba era censurar cuatro
documentos producidos por el IBD, repito: por un órgano del Senado, es
indicativo de que el problema no es un legislador extraviado en sus prontos,
sino –mucho más grave– el Senado en su conjunto.
Porque ayer
mismo lectores atentos a esta columna hicieron llegar una noticia nada halagüeña: la amenaza de que el Instituto Belisario
Domínguez será auditado NO es una amenaza, ES una realidad desde hace semanas.
Mi fuente -goza de toda credibilidad-
me adelanta que por órdenes de la mesa directiva del Senado, el Belisario
Domínguez está siendo objeto de una auditoría extraordinaria.
Debo
declarar conflicto de interés. En dos ocasiones he tenido el honor de ser
invitado como moderador de mesas de discusión por los actuales directivos del
IBD. Una de esas fue sobre el Sistema Nacional Anticorrupción, y otro sobre
Mando Único Policial.
En esas
mesas hubo libertad y pluralidad. Y por supuesto, he seguido otros debates que
ese instituto ha organizado, y revisado otros de sus documentos, como el que
sobre violencia Héctor de Mauleón me ganó en reseñar (y lo hizo mejor de lo que
yo lo hubiera hecho http://eluni.mx/2lBTiCY).
¿A quién le estorba la libertad del
Belisario Domínguez? Dicho de otro modo, ¿qué llevó a la mesa directiva del
Senado a pedir esa auditoría?
No debería
ser necesario decir lo obvio: el Senado
no es de los legisladores, es de la República. Y cada uno de sus integrantes,
cuantimás la mesa directiva, deben rendir cuentas a la República.
Nada de jugar a ser dueños de algo
que no les pertenece. No son ci-i-os de nada. Son representantes populares y
están obligados a informar de sus actos.
Lo único que nos falta en un momento
tan convulso es que el Senado cierre, por quien sabe qué comezón de sus
integrantes, un espacio que ha sido claramente plural y democrático.
Lo único que
nos falta en esta crispada hora es un Senado que atenta contra sí mismo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.