Adela Navarro Bello.
Gracias a los funcionarios y
gobernantes corruptos, de cualquiera de los tres Poderes que integran el Estado
Mexicano, y que viven en la impunidad, en este país las instituciones han ido
perdiendo presencia, credibilidad y fuerza. La Ley, los Reglamentos, son letra
muerta si quienes están encargados de hacerlos valer, de supervisar su
aplicación, y sancionar las conductas que se dediquen a lo contrario, renuncian
a esa facultad para entrar a un sistema corrupto que sobrevive porque es un
pacto entre partidos, y un hecho oculto a la sociedad.
En sobradas ocasiones en esta
columna, en este medio y en otros más, se ha escrito de cómo un personaje como
Javier Duarte de Ochoa, ex Gobernador de Veracruz hoy preso en Guatemala y
acusado de lavado de dinero, asociación delictuosa, peculado, y que además dejó
aquella entidad en bancarrota, no pudo hacerse solo de ese círculo de
corrupción e impunidad que lo rodeó –a la vista de todos- sin la ayuda,
complicidad y en el mejor de los casos, omisión, por parte del resto de las
autoridades. Del Congreso del Estado, del Órgano de Fiscalización, de la
Auditoría Superior de la Federación, de los alcaldes, y otros funcionarios,
todos quienes le abonaron el camino para robar, aprovecharse de los recursos
ajenos, y amasar una fortuna grosera a costa del erario.
Esa situación no es,
desafortunadamente, exclusiva de Veracruz.
Las alianzas políticas que inician en
las campañas electorales, fuera de toda ideología y con el objetivo único de
ganar el poder por ganar el poder, se convierten en círculos de corrupción que
rodean a los gobiernos en todo México.
Los diputados que se aliaron con el
PAN para ganar distritos, no supervisarán las cuentas de sus gobernados; de
igual forma los coaligados con el PRI durante las campañas, la presidencial,
alguna estatal o municipal, no han de criticar una acción, por más evidente,
abusiva o corrupta que sea, porque son eso: aliados en la campaña, cómplices en
el poder.
Cuando se trata de gobiernos sin
contrapesos, como Baja California, donde el Gobernador es emanado del Partido
Acción Nacional, lo mismo que trece de veinticinco diputados (la mayoría
simple), y tres de cinco alcaldes, los círculos de complicidad son peores. Con
una oposición debilitada y hambrienta de negociaciones, el PAN gobierna
prácticamente de manera homogénea.
Estos dos escenarios han acabado con
las instituciones. Han convertido a las Auditorías Superiores de los Estados en
comparsas del gobierno en turno; los Congresos Estatales terminan siendo
cómplices de gobernadores abusivos y alcaldes ventajosos. La administración
pública secuestrada por aquellos que responden a sus partidos, y a sus
intereses y deseos personales, antes que al Estado y a la sociedad.
Aparte de
Javier Duarte, de Roberto Borge, de César Duarte, de Tomás Yarrington, y de
muchos que hoy son Gobernadores y se convertirán en prófugos, esta semana en San Luis Potosí sucedió un
caso que puede ser emblema del corrupto sistema mexicano, donde unas
instituciones se ponen al servicio de otras para que unos cuantos de carne y
hueso saquen provecho económico a costa de otros que fueron omisos, que
cometieron irregularidades o fueron ineficientes.
Un caso, por
cierto, dado a conocer por un funcionario que no respondió de manera
condescendiente a la amenaza, que videograbó el encuentro donde la hacen la
propuesta para entrar al círculo de corrupción, y lo exhibió públicamente. Él
ha sido identificado como Crispín Ordaz, Presidente Municipal de Ébano, San
Luis Potosí, y quien según le dicen sus extorsionadores, su cuenta pública trae
observaciones por unos 40 millones de pesos. Por limpiar dicho expediente, por
dejar limpio el resultado de la Auditoría Superior del Estado, y que el Alcalde
no tenga que subsanar duda alguna, ni entregar más documentos que prueben que
el recurso fue gastado legítimamente (como se supone sucede con las
observaciones de Auditoría, cuando no hubo caso de exceso, sino de omisión),
los extorsionadores del círculo de corrupción le cobran el 10 por ciento (por
ser cuate, de lo contrario sería el 15 o el 20 por ciento) del total del
recurso observado, en este caso, 4 millones de pesos.
En el video,
donde se aprecia claramente a quien es identificado como el hasta ayer
coordinador de los diputados del PAN y presidente de la Junta de Coordinación
Política, Enrique Flores Flores, explicar al Alcalde cómo le limpiarán el
expediente, cómo se irá por la libre, cómo 4 millones no son nada comparado con
los beneficios que trae, y cómo 4 millones los invierte en su campaña. Aunque
reitera que él no cobrará ni un peso, sí conmina al Presidente Municipal a
hacer el acuerdo con el resto de los extorsionadores, entre los cuáles Flores
es la liga.
El del
Partido Verde Ecologista de México. Manuel Becerra Guillén, Presidente de la
Mesa Directiva del Congreso del Estado, el perredista y Presidente de la
Comisión de Vigilancia del Congreso, José Guadalupe Torres Sánchez, el del
priísta Óscar Bautista Villegas, vocal de la Comisión de Vigilancia, y el
panista Enrique Flores Flores, Presidente de la JUCOPO del Congreso del Estado
de San Luis Potosí, así como Abraham Reinhart, coordinador general de auditorías
de la Auditoría Superior del Estado, son los integrantes, al menos visibles y
ya señalados, del grupo de corruptores, y quienes ofrecen manipular las
auditorías a las entidades públicas, y que estas sean aprobadas en la Cámara
local.
Es como un chiste, ¿qué hacen juntos
en un cuarto un verdecologista, un priísta, un panista, un perredista, y un
auditor? Transar. Y convertirse en el clarísimo ejemplo de
cómo funciona la corrupción en el sistema de gobierno y supervisión mexicano,
que ha sido origen de notorios como Javier Duarte y muchos más ex gobernadores
delincuentes en potencia.
¿Quién
supervisa esto? ¿Quién castigará a estos funcionarios y legisladores? ¿El mismo
Estado que encabezan personas de sus respetivos partidos? ¿La Procuraduría
General de Justicia del Estado en manos de un priísta, la Procuraduría General
de la República titulada por un priísta, la Contraloría de san Luis Potosí de
un gobierno priísta, el Congreso del Estado integrado por todos los partidos ya
mencionados, o los partidos políticos?
En México la corrupción es la madre
de la impunidad, y ésta el origen de la mayoría de los males. Un sistema donde las complicidades
políticas están por encima de la Ley, de la buena administración pública, y las
instituciones en manos y mentes de políticos que responden a sus intereses y a
los de los suyos.
Seis días
antes que se diera a conocer, a través del diario Pulso, este entramado de
corrupción que implica a diputados, empleados de la Auditoría Superior del
Estado y alcaldes, uno de los inmiscuidos, el Diputado priísta Óscar Bautista
Villegas, reflexionaba sobre quiénes deberían ser nombrados Fiscal General,
Fiscal Anticorrupción, y Fiscal Electoral. Textualmente dijo el legislador
tricolor potosino: “Antes de pensar en nombres de quién podría ser nombrado
como Fiscal General del Estado, Fiscal Anticorrupción y Fiscal Electoral,
primero se deben de fijar los lineamientos y requisitos que deberán cubrir los
profesionistas que puedan aspirar a ocupar dichos cargos”.
Sí, de entre ellos, del voto de
cuatro de los señalados en el acto de corrupción, saldrá el nombramiento de
Fiscal Anticorrupción del Estado de San Luis Potosí. A menos que la sociedad
obligue a los partidos, a hacerlos solicitar licencia y retirarse del Congreso,
a los cuatro, al verdeecologista, al priísta, al panista y al perredista. Que
sean investigados, lo mismo que los funcionarios de la Auditoría Superior. De
otra manera, el círculo vicioso de la corrupción continuará en lo que parece
ser una historia interminable de vergüenza para México.
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