miércoles, 28 de febrero de 2018

La noche de la elección, en juego.


Javier Risco.

Bien dice Borges que no hay nada más viejo que un periódico al mediodía. Ojalá usted, lector, vea esta columna antes de que el Instituto Nacional Electoral empiece su sesión del día, para que sepa la importancia de la discusión que el pleno del INE sostendrá hoy. Si desafortunadamente usted se encuentra con esta columna entre la tarde y noche, no se preocupe, también le servirá –o a eso aspiro– para despertar su curiosidad e investigar en qué quedó el futuro de nuestra democracia. Créame, el día de las elecciones este asunto será vital para la certeza jurídica de todos los mexicanos en el resultado.

Hoy es un día importante para la democracia en México. Hoy se decide si tendremos certeza y rapidez la noche del domingo 1 de julio, día de la elección; si el consejero presidente, Lorenzo Córdova, será capaz de dar las tendencias de los candidatos ese mismo día a las 11 de la noche.

¿De qué le estoy hablando? Si hasta este momento usted no ha escuchado sobre el conflicto entre el INE y el Tribunal Electoral, respecto al conteo de votos en la noche de la jornada electoral, lo pongo rápidamente en contexto.

Frente a los comicios más grandes en la historia del país, donde más de tres mil puestos estarán en juego, el INE propuso que, tras el cierre de casillas, antes de iniciar los cómputos, los funcionarios de casilla revisaran las urnas para depositar posibles boletas en una urna errónea (por ejemplo, que en CDMX la boleta de jefe de Gobierno esté en la urna de diputaciones locales). Recordemos que ahora habrá lugares donde los ciudadanos reciban hasta siete boletas. Luego de esta revisión, el INE proponía permitir un llenado paulatino de actas conforme se desahoguen las distintas elecciones, empezando por la de presidencia de la República. Esto para realizar el conteo rápido que permitiera tener tendencias de resultados antes de medianoche. (Aceptémoslo, sería difícil ir a la cama el 1 de julio sin saber quién llegará a Los Pinos, ¿o no?)

Sin embargo, al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación la idea no le gustó y revocó el procedimiento aprobado por el INE. De acuerdo con este órgano, la ley no prevé una situación en la que los funcionarios (personas comunes) puedan abrir urnas y reacomodar boletas. (Entenderá que sabiendo en el país en que estamos, esto se prestaría a un sinfín de suspicacias).

Y es que el TEPJF alega justamente que este método generaría dudas sobre los resultados electorales y contempla que alguien pudiera aprovechar la apertura de urnas para quitar o meter boletas (ya ve que esas trampas en México casi ni ocurren).

Ante la decisión del Tribunal, el INE tiene una nueva propuesta, que es lo que se decide hoy y que impactará en la credibilidad que todos tengamos sobre los resultados.

La propuesta que se votará hoy implica agilizar los resultados del conteo rápido de los comicios presidenciales. ¿Cómo lo logrará? Realizándolo a partir de los datos de los cuadernillos u hojas de operación, documentos en los que los funcionarios de casilla anotan resultados apenas concluye la contabilidad de los votos. De esta manera, al cierre de la casilla a las 18 horas (en algunos lugares a las 20 horas por el cambio de horario), los funcionarios comenzarán a contar los sufragios presidenciales, y tan sólo hora y media después tendrán los resultados. Insisto, presidenciales, mismos que un representante del INE comunicará vía telefónica directamente a la sede central del Instituto, donde un grupo de especialistas los vaciará, analizará y obtendrá tendencias. Según este método, para estos primeros reportes no serán necesarios los resultados de las 150 mil casillas instaladas, sólo de un número representativo que está por definirse.

La idea suena bien, pero debe pasar la aduana de los partidos y, de no ser impugnada, podríamos confirmar que esa noche tendremos resultados, pero aún queda discusión por delante.

¿Por qué tanto relajo por eso?, se preguntarán. Pues vivimos un proceso particular en el que aún sin iniciar las campañas electorales, de manera formal, vemos el fraude como una posibilidad real, donde los propios aspirantes presidenciales lo han sostenido en sus discursos y, claro, conociendo los antecedentes del gobierno en turno, una demora de horas en la emisión de resultados podría ser la diferencia entre traer a la memoria el penoso capítulo de ‘la caída del sistema’ o acatar los resultados.

Así es que la decisión pone en juego, nada más y nada menos, la posible legitimidad del próximo presidente. Vaya brete en el que está el INE –o si usted lee esta columna por la noche… estaba.

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