Javier Risco.
Bien dice
Borges que no hay nada más viejo que un periódico al mediodía. Ojalá usted,
lector, vea esta columna antes de que el Instituto Nacional Electoral empiece
su sesión del día, para que sepa la importancia de la discusión que el pleno
del INE sostendrá hoy. Si desafortunadamente usted se encuentra con esta
columna entre la tarde y noche, no se preocupe, también le servirá –o a eso
aspiro– para despertar su curiosidad e investigar en qué quedó el futuro de
nuestra democracia. Créame, el día de las elecciones este asunto será vital
para la certeza jurídica de todos los mexicanos en el resultado.
Hoy es un día importante para la
democracia en México. Hoy se decide si tendremos certeza y rapidez la noche del
domingo 1 de julio, día de la elección; si el consejero presidente, Lorenzo
Córdova, será capaz de dar las tendencias de los candidatos ese mismo día a las
11 de la noche.
¿De qué le
estoy hablando? Si hasta este momento usted no ha escuchado sobre el conflicto entre
el INE y el Tribunal Electoral, respecto al conteo de votos en la noche de la
jornada electoral, lo pongo rápidamente en contexto.
Frente a los
comicios más grandes en la historia del país, donde más de tres mil puestos
estarán en juego, el INE propuso que,
tras el cierre de casillas, antes de iniciar los cómputos, los funcionarios de
casilla revisaran las urnas para depositar posibles boletas en una urna errónea
(por ejemplo, que en CDMX la boleta de jefe de Gobierno esté en la urna de
diputaciones locales). Recordemos que ahora habrá lugares donde los ciudadanos
reciban hasta siete boletas. Luego de esta revisión, el INE proponía permitir
un llenado paulatino de actas conforme se desahoguen las distintas elecciones,
empezando por la de presidencia de la República. Esto para realizar el conteo
rápido que permitiera tener tendencias de resultados antes de medianoche.
(Aceptémoslo, sería difícil ir a la cama el 1 de julio sin saber quién llegará
a Los Pinos, ¿o no?)
Sin embargo,
al Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación la idea no le gustó y revocó el procedimiento aprobado por el
INE. De acuerdo con este órgano, la ley no prevé una situación en la que los
funcionarios (personas comunes) puedan abrir urnas y reacomodar boletas.
(Entenderá que sabiendo en el país en que estamos, esto se prestaría a un
sinfín de suspicacias).
Y es que el
TEPJF alega justamente que este método
generaría dudas sobre los resultados electorales y contempla que alguien
pudiera aprovechar la apertura de urnas para quitar o meter boletas (ya ve que
esas trampas en México casi ni ocurren).
Ante la
decisión del Tribunal, el INE tiene una
nueva propuesta, que es lo que se decide hoy y que impactará en la credibilidad
que todos tengamos sobre los resultados.
La propuesta que se votará hoy
implica agilizar los resultados del conteo rápido de los comicios
presidenciales. ¿Cómo lo logrará? Realizándolo a partir de los datos de los
cuadernillos u hojas de operación, documentos en los
que los funcionarios de casilla anotan resultados apenas concluye la
contabilidad de los votos. De esta manera, al cierre de la casilla a las 18
horas (en algunos lugares a las 20 horas por el cambio de horario), los funcionarios comenzarán a contar los
sufragios presidenciales, y tan sólo hora y media después tendrán los
resultados. Insisto, presidenciales, mismos que un representante del INE
comunicará vía telefónica directamente a la sede central del Instituto, donde
un grupo de especialistas los vaciará, analizará y obtendrá tendencias. Según
este método, para estos primeros
reportes no serán necesarios los resultados de las 150 mil casillas instaladas,
sólo de un número representativo que está por definirse.
La idea suena bien, pero debe pasar
la aduana de los partidos y, de no ser impugnada, podríamos confirmar que esa
noche tendremos resultados, pero aún queda discusión por delante.
¿Por qué tanto relajo por eso?, se
preguntarán. Pues vivimos un proceso particular en el que aún sin iniciar las
campañas electorales, de manera formal, vemos el fraude como una posibilidad
real, donde los propios aspirantes presidenciales lo han sostenido en sus
discursos y, claro, conociendo los antecedentes del gobierno en turno, una
demora de horas en la emisión de resultados podría ser la diferencia entre
traer a la memoria el penoso capítulo de ‘la caída del sistema’ o acatar los
resultados.
Así es que
la decisión pone en juego, nada más y nada menos, la posible legitimidad del
próximo presidente. Vaya brete en el que está el INE –o si usted lee esta
columna por la noche… estaba.
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