Del año 2000 a la fecha, la tendencia
de contratar personas con estudios de los niveles medio superior y superior
disminuyó. Mientras que antes representaban el 30 por ciento de la Población
Económicamente Activa (PEA) desocupada, en 2017 se ubicó en 47 por ciento.
De acuerdo
con el estudio Empleo Precario y Mala Educación en México, elaborado por el
Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), la tendencia es sumamente visible en
todos los estados del país y esto es muestra de que la calidad del empleo ha
disminuido al igual que las oportunidades de negocio, ya que la informalidad
gana terreno con esta condición.
De acuerdo
con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), durante
el tercer trimestre de 2017 la tasa de desocupación se ubicó en 3.6 por ciento
y es de las más bajas de los últimos 12 años.
De 54.4
millones de personas económicamente activas [aquellas que buscan una ocupación
y tienen edad legal para hacerlo], 1.9 millones están desocupadas; es decir,
3.6 por ciento del total que es incluso inferior a la de otros países. El 47
por ciento de esas personas desocupadas tiene un grado de estudios de nivel
medio superior y superior.
“A pesar de ser minoría, los
mexicanos que tienen mayores calificaciones escolares enfrentan fuertes
dificultades para encontrar una ocupación”, destaca el documento. En el año 2000, la proporción fue de 30 por ciento, pero en 2017 tocó
casi el 50 por ciento, expone.
Las cifras
de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) muestran que la
tendencia en México es contratar personas con menor nivel de estudios. Si se
toma como referencia el año 2000, en la
Ciudad de México, la tasa de desocupación de gente con estudios de nivel medio
superior y superior, era de 46 por ciento y pasó a 58 por ciento.
En Quintana
Roo, se pasó de 28 a 57 por ciento; en Morelos, de 27 a 56 por ciento; en
Tamaulipas de 27 por ciento a 54 por ciento; en Puebla de 26 a 51 por ciento;
en el Estado de México, de 33 a 49 por ciento; En Veracruz, de 23 a 49 por
ciento; en Baja California, de 19 a 45 por ciento; en Michoacán, de 10 a 43 por
ciento; en Sinaloa de 18 a 41 por ciento; en Chihuahua de 21 a 38 por ciento y
en Guanajuato de 17 a 36 por ciento.
Más de la
mitad de los desocupados tiene un grado de estudios de media superior o superior
en 12 entidades de la República, por lo que se concluye que tener un grado de
estudios superior al promedio nacional, ya no es suficiente para encontrar un
buen empleo.
“México
requiere crecer más, más innovación y requiere gente educada, pero resulta que
la gente educada no encuentra oportunidades, lo que es una contradicción
delicada, ya que parecería que de nada sirve estar destinando recursos al
sistema educativo si en un momento dado no se garantiza una vinculación con el
sistema productivo”, comentó José Luis de la Cruz, director general del IDIC,
en entrevista con SinEmbargo.
La razón
está en el bajo valor agregado que genera el sector productivo, que requiere
poco capital humano, es decir, un nivel de estudios y de capacitación bajo, el
bajo crecimiento económico y la maquila.
“Bajo ese
escenario hay menos demanda de mano de obra calificada porque detrás del
crecimiento está el valor agregado, que es la capacidad para generar
transformación, innovación y para ello se requiere gente más educada y más
capacitada. Como México no ha encontrado la fórmula de crecimiento, eso termina
en menores oportunidades para la gente que más estudios tiene. Las
oportunidades de trabajo se están generando en las actividades de bajo valor
agregado, en donde no se necesita tener estudios. Está también el hecho de que
en México predomina el sector manufacturero y maquilador. Esto implica que
únicamente ensamblan cosas y se importa la tecnología. Se requiere poca gente
calificada para hacer este tipo de actividades porque solo se exporta. Esos son
los factores que inhiben la generación de empleos para la gente con mayores
estudios”, agregó De la Cruz.
Esta selección al momento de
contratar, sostiene el estudio, va en contra del modelo de apertura económica y
comercial que busca contratar personas con alta educación y capacitadas. En
México no se está cumpliendo.
En cuanto al sistema educativo, este
tiene que ser factor de movilidad e inclusión social porque si no lo es,
entonces ¿para qué educarse?
“Se pervierte que una parte
importante de los objetivos del sistema educativo, que es la de generar
estabilidad social a través del ingreso económico para quienes hacen el
esfuerzo de estudiar”.
Además, se detectan “incentivos perversos”, como
optar por la informalidad, la ilegalidad o descartar el sistema educativo.
La educación y la industria no están
vinculadas, ya que eso genera estrategias de formación de empleo y hay un
aceleramiento económico, se incrementa la productividad.
“Estudiar dejó de ser factor de
movilidad social, probablemente por el bajo nivel de calidad educativa y la
existencia de un modelo que genera bajo valor agregado”, sostiene el estudio.
Por estado,
sobresale que Guerrero y Chiapas lideren la lista. De acuerdo con el director
del Instituto, esto se debe a que hay pocas empresas transformadoras en esas
entidades y a que la actividad productiva es de subsistencia y está vinculada a
la informalidad. Eso es parte de lo que inhibe el desarrollo del sur, sureste y
acaba reflejándose en menores oportunidades para la gente que más estudia en
aquella región del país.
“La
actividad productiva de estos estados en informal, cerca del 70 por ciento del
empleo que se genera está vinculado con ello, al comercio al por menor, en
donde no se requieren grandes cualificaciones en términos de capital humano.
Ahí se genera un círculo vicioso de pobreza que está asociado con la baja
productividad, en el que hay pocos incentivos para las empresas para instalarse
allá porque tampoco hay infraestructura de seguridad pública y hasta de marco
legal para salvaguardar los derechos de propiedad”, sostuvo el investigador.
EL CAMINO DE
LA INFORMALIDAD,
También está la mala calidad de los
salarios y la no contratación a pesar del nivel de capacidades, termina por
orillar a las personas a la informalidad.
La informalidad es el grado de
precarización de la ocupación laboral en el país y se traduce en:
–32.6 millones de personas ocupadas
sin seguridad social.
–15.9 millones de trabajadores no
tienen un contrato por escrito.
–13.5 millones tienen prestaciones
distintas a la de la seguridad social.
–Todas carecen de pensión.
“La informalidad agrupa a ese México
que vive en las sombras, que no espera mucho de las instituciones porque en el
extremo le estorban en su actividad diaria”.
Entonces, de
acuerdo con la investigación, por un
lado el empleo es precario y la informalidad, que no requiere innovación
tecnológica, es alta; las actividades económicas formales de bajo valor
agregado no necesitan de personas altamente calificadas y preparadas.
Sobre la
industria de la maquila, refiere que “¿para qué ganar recursos en investigación,
ciencia y tecnología si se puede importar barato de otras naciones? La realidad
muestra que los países con mayor inversión en educación, ciencia, progreso
tecnológico e innovación han alcanzado niveles de crecimiento económico y
desarrollo social superiores a los de países, como México”.
Según la
investigación, México está en un círculo
vicioso: paga caro el haber descuidado la educación, las actividad empresarial
y la salud del mercado laboral. Todo eso tiene como resultado un crecimiento
inercial de 2.5 por ciento y altos niveles de pobreza.
“La consolidación de la estabilidad
social de México hace prioritario que los ciudadanos sean capaces de integrares
exitosamente a los procesos productivos modernos”.
“El sistema
educativo debe garantizarlo […] cuando la educación y la industria se
encuentran estrechamente vinculadas se pueden generar programas de estudio,
estrategias de formación de empleo, de creación y aceleramiento de empresas con
alto valor agregado que garanticen el incremento de la productividad al mismo
tiempo que se eleva el bienestar de la población”.
De acuerdo
con la Encuesta Nacional de Ocupación y empleo (ENOE), 6 de cada 10 jóvenes trabajan en empleos informales con salarios bajos,
inestabilidad laboral y sin prestaciones como servicios de salud y seguridad
social y sólo la mitad de los jóvenes que estudiaron una licenciatura se
encuentran ocupados (53.9 por ciento) y a pesar de estar empleados, 57.7 por
ciento no tiene acceso a servicios de salud y cuatro de cada diez trabajan en
empleos informales.
En el caso
de las mujeres, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo
Social (Coneval) señala que a pesar de
que estudian en la misma proporción que los hombres y se titulan en mayores
proporciones, siguen siendo contratadas para ocupar los niveles más bajos de
investigador. Además, tres de cada diez mujeres jóvenes que tuvieron al menos
un hijo nacido vivo tenían rezago educativo, mientras que solo una de cada diez
que no tuvieron hijos tenía rezago.
De parte de
los contratistas, se cayó en el error
cuando dejaron de innovar, dejaron de producir aquí tecnología y hacer
desarrollos en el país. Algunas empresas trasnacionales buscan que los
puestos sean para el trabajador local. En el caso de México, no se garantiza
que se pueda competir por puestos directivos que son en los que se requieren
mayores grados. México es un país muy abierto y lo deja libre. Eso representa
menores oportunidades para los trabajadores mexicanos, en este caso los más
preparados.
“A nivel internacional
vemos que México, dentro de los países en desarrollo, es una nación que tiene
un sistema educativo grande, pero que no tiene la capacidad de vincularlo con
las capacidades empresariales, productivas. Le impide saltar de una nación en
desarrollo a una nación desarrollada o a una economía emergente. La
renegociación del TLCAN implicaría pasar de ser maquilador a tener mayores
encadenamientos productivos y eso por sí solo requiere gente más calificada […]
La renegociación del TLC debe obligar a que México busque subsanar esa
deficiencia que tiene”, concluyó De la Cruz.
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