Javier Risco.
Vivo en un país donde en una semana,
en una comunidad con menos de 32 mil personas, dos precandidatas a un puesto de
elección popular son asesinadas y no pasa nada. Vivo en ese país donde en la
universidad más grande, aquella que los mexicanos presumen como una de las de
mayor prestigio en América Latina, ya ocupa encabezados que relatan cómo la
imparable violencia deja balaceras, muertos y detenidos dentro del campus
universitario más grande del país.
En junio
pasado, en este espacio hablé sobre el miedo que se respira dentro de un
ambiente que sólo debería inspirar progreso, educación, investigación y
formación, pero que se ha convertido en el reflejo de un México sangrante al
que las autoridades han abandonado. Las de afuera y la de dentro. Ocho meses
después de esa columna la situación no ha mejorado.
Este domingo, al medio tiempo del
partido Pumas vs. Chivas, en Ciudad Universitaria, se mostró en la pantalla del
estadio la consigna “¡Fuera narcos de la UNAM!”. Aparece dos días después de
una balacera dentro de las instalaciones de la máxima casa de estudios que dejó
dos hombres muertos, de 20 y 29 años.
La Rectoría de la UNAM a las pocas
horas se deslindó del mensaje proyectado, señaló que no se trató de un
pronunciamiento de la institución universitaria sino del club de futbol que
representa esa universidad cuya afición es una de las más grandes del país,
pero frente a este escenario no sé qué es peor ¿el querer deslindarse de una
preocupación de su comunidad o actuar como el propio gobierno federal al no
asumir la acción de una de sus instituciones?
Imagino la decisión del club sabiendo
que sería uno de los partidos más vistos para dar el mensaje, si no hay
coordinación con Rectoría ¿para quién era la consigna? ¿Para presionar a las
autoridades escolares, para el gobierno local, para el federal o para los
miembros del crimen organizado? Cualquiera que sea la respuesta, no recuerdo un
posicionamiento en solitario de un club de futbol con motivo de la violencia y
el narcotráfico en este país. Peor aún: con motivo de la violencia y el
narcotráfico dentro de la escuela.
La violencia ha permeado tanto entre
nosotros que no sólo ha tocado el ámbito político, no la vemos sólo en las calles,
ya llegó hasta las aulas. Frente al creciente problema, las autoridades
universitarias parecen estar atadas de manos.
Después de
la balacera del viernes, el rector
Enrique Graue ofreció una conferencia en la que tuvo que reconocer públicamente
que el problema ya está fuera del alcance de la limitada vigilancia con la que
cuenta la UNAM. La violencia ya no se puede negar, sí, pero tampoco se trata de
una resignación que sólo la deje crecer como desde hace dos sexenios le ha
pasado al país.
“La Universidad, desde hace ya años,
no había sufrido actos de violencia entre grupos del narcomenudeo y es muy
doloroso que lo hayamos vuelto experimentar. A fin de cuentas, su muerte es el
producto la de la desesperanza en la que está envuelta parte nuestra juventud”, dijo más como justificación que como
explicación.
¿Cuál es la
mejor salida? Ante la presión de estar al frente de una universidad en la que
en menos de un año al menos siete personas han muerto en distintos hechos,
incluyendo el caso de Lesvy Osorio, se ha escuchado ya una propuesta que
encierra un riesgo ante la autonomía: que la policía entre a las instalaciones.
Graue, que sabe lo política que es la
población universitaria y la calidad de nuestras instituciones de seguridad en
quienes no se puede confiar, ya se adelantó: policía no. “Solicitar el desalojo
por las fuerzas policiales, representa un riesgo de violencia armada en dónde
pueden salir lesionados inocentes y no por ello se podría garantizar la
ausencia permanente de narcomenudistas, y vivir constantemente en un estado de
vigilancia armada nunca fue, ni será una opción por considerar”, dijo.
Y aunque eso implica asumir una
responsabilidad, lo cierto es que la encrucijada no es fácil. Siempre escuchamos que una de las
vías para combatir la violencia está en la educación, pero qué pasa cuando es justo
un centro educativo el que está fungiendo como la muestra viva del quiebre de
una sociedad donde ahora vemos delitos dentro de universidades, una violencia
en escalada frente a la temible realidad: un país con elecciones en puerta,
donde ninguno de los contendientes está ofreciendo soluciones.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.