Uno de los cánceres que crecieron en
forma desmesurada en el país durante la administración de Enrique Peña Nieto
fue la corrupción del aparato de gobierno. Los escándalos de este tipo tuvieron
consecuencias económicas y políticas: minaron la confianza de los
inversionistas, mostraron la nula voluntad de erradicar esta práctica en las
altas esferas –comenzando por la Presidencia de la República– e indignaron a la
opinión pública. La situación se fue agravando con la persistente impunidad,
hasta llegar al desprestigio total con que el mandatario deja Los Pinos.
Los escándalos de corrupción, abuso
de poder y otras conductas ilegales o faltas administrativas durante el
gobierno de Enrique Peña Nieto siguen impunes hasta ahora.
Pese a las
cifras con que los últimos cinco informes de gobierno pretenden mostrar sus
acciones sancionatorias, una revisión de
los escándalos más sonoros del sexenio refleja los carpetazos y la ausencia de
registro de sanciones a los altos funcionarios.
El ejemplo más claro está en el
balance que, después de casi cuatro años, el titular del Ejecutivo hizo
respecto del reportaje “La Casa Blanca de Peña Nieto”, realizado por el equipo
de Aristegui Noticias y publicado de manera conjunta en este semanario (Proceso
1984).
Dicho
reportaje acreditó con documentos y testimonios que una residencia en el
exclusivo sector de Lomas de Chapultepec fue construida por una firma de Juan
Armando Hinojosa Cantú, cabeza del Grupo Higa, una constructora asentada en
Toluca que acumulaba miles de millones de pesos en contratos federales durante
el gobierno de Peña Nieto en el Estado de México y en los primeros dos años de
su administración federal.
La
explicación que posteriormente ofreció la esposa de Peña Nieto, Angélica Rivera,
incluyó una revelación sobre la irregularidad de la adquisición. Informó que
tuvo financiamiento de la empresa de Hinojosa Cantú: el contratista consentido
del peñanietismo le construyó la casa y le solventó la compra por fuera del
sistema financiero.
Instalado en la misma posición desde
2015, cuando pidió perdón, no por el hecho sino por haber dado una mala
impresión, el pasado 22 de agosto Peña Nieto le dio una entrevista a Denise
Maerker en el Canal 2 de Televisa. A unos meses de terminar su mandato,
insistió en lamentar que la información haya sido “insuficiente” y afectara su
credibilidad y la de su gobierno.
“El señalamiento de la ‘casa blanca’
fue indebido. No debí involucrar a mi esposa, me arrepentí de haberla
involucrado. Ha sido difícil superarlo en todo este tiempo”, dijo. Aseguró que,
si fuese necesario volver a tomar una decisión al respecto, no lo haría “porque
a ella no correspondía; ella no es funcionaria, no es servidora pública, ella
tiene su propia trayectoria y la involucré”.
(Fragmento
del reportaje especial publicado en Proceso 2183, ya en circulación)
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