Por Ernesto
Villanueva.
La calidad
del aire en la Ciudad de México (CDMX) va de mal en peor. Las contingencias
ambientales dejan de ser episodios eventuales para insertarse como parte del
paisaje cada vez con mayor frecuencia. Por lo anterior se ha incrementado el
Programa Hoy no Circula a los engomados cero y doble cero. De seguir así, en
poco tiempo será convertido en el Programa Hoy sí Circula, en perjuicio de los
capitalinos. Las autoridades buscan todo tipo de medidas para hacer frente a
este reto que amenaza la integridad personal de millones de personas. El camino
adoptado hasta ahora va a agotar su capacidad de contención, so pena de que la
CDMX quede paralizada al movimiento vehicular estrictamente indispensable.
Mientras eso
pasa, las autoridades no saben o no quieren saber que México tiene uno de los
grandes expertos mundiales en el combate a la contaminación ambiental. Se trata
del doctor Julio Mancilla, quien busca crear el Centro Nacional de Tecnología
Vehicular en su institución académica de adscripción: el Instituto Politécnico
Nacional.
México, como
en muchas áreas, asiste a la lógica del absurdo como política pública. Durante
el gobierno de Miguel Ángel Mancera se le informó al doctor Mancilla que su
idea era muy buena, pero ponerla en práctica afectaría presupuestalmente el
Fondo de Capitalidad que recibe el gobierno de la CDMX. Increíble, pero cierto.
No sólo eso. A partir de que presentó su proyecto, el ameritado doctor Mancilla
fue objeto de presión para que no avanzara en su iniciativa, a solicitud del
gobierno de la capital mexicana.
Con el
cambio de gobierno, él apostaba al sentido común y a que la salud de quienes
vivimos en la zona metropolitana sería una prioridad. Las cosas, empero, no han
seguido esa ruta. Al menos hasta ahora. Hasta el día de hoy no ha sido
consultado, ni siquiera lo han llamado. Este científico tiene todo un plan para
reducir de manera importante los contaminantes que emiten los vehículos
automotores en la CDMX. De igual forma posee una propuesta de rediseño de los
topes a lo largo de la ciudad –que, por ciento, han crecido sin ningún estudio,
sino como mera ocurrencia–, de suerte tal que haya una sinergia con el proyecto
anterior para reducir la inyección de combustible a los automotores que hacen
que con ello se desprendan partículas de ozono.
Me dice el
doctor Mancilla que con su proyecto se podría reducir la contaminación
ambiental a tal nivel que gradualmente el Programa Hoy no Circula dejaría de
ser necesario. Por el contrario, si las cosas siguen como van el futuro
inmediato (tres o cuatro años) es sombrío. Aparecerían nubes de contaminantes
en diversas zonas de la CDMX, afirma, lo que haría peligroso vivir ahí y, por
supuesto, niños y mujeres embarazadas tendrían que ser canalizadas a otras
áreas de manera recurrente porque esas nubes se moverían primero de unas
secciones de algunas colonias a otras; después crecerían esas nubes de tóxicos
a colonias enteras, más tarde a toda una alcaldía hasta abarcar porciones no
menores de la ciudad.
También me
comenta que lo anterior traería consigo un aumento sustantivo del cáncer y de
diversas enfermedades autoinmunes que pondrían en jaque la vida en la zona
metropolitana. Ante ese escenario, resultó sumamente irresponsable la decisión
del gobierno de Mancera de priorizar los negocios y el dinero público sobre la
salud de quienes habitamos en la CDMX.
La jefa de
gobierno, Claudia Sheinbaum, quien tiene un perfil científico, debería tomar
cartas en el asunto, valorar y apoyar la iniciativa del doctor Mancilla como un
proyecto estratégico. Este científico, dicho sea de paso, colabora en la
comunidad internacional con las principales figuras de la lucha contra la
contaminación, incluido el exvicepresidente de Estados Unidos, Al Gore. De
igual modo, es de los muy escasos científicos mexicanos que, en lugar de enviar
a sus doctorandos al extranjero, a países del Primer Mundo, provoca lo
contrario: hace que de universidades del Primer Mundo vengan doctorandos a
formarse a México con él. Esto pone de relieve el reconocimiento internacional
de este científico que sufre un día sí y otro también porque lo oyen pero no lo
escuchan diversos funcionarios de la CDMX y del ámbito federal. Los gobiernos,
aun con la austeridad, gastan en muchísimas cosas, pero no lo hacen en el valor
más importante: la vida humana, la salud sin daños de pronóstico reservado;
cada día que pasa el problema crece y, como es evidente, lo que se hace es
contener en la medida posible la contaminación ambiental.
Hasta donde
sé no hay proyecto alguno que prevea que se va a reducir gradual pero
puntualmente el problema de la contaminación ambiental. Los niños, las mujeres
embarazadas y las personas de la tercera edad serían las primeras víctimas si
no se da un golpe de timón, ¡ya! l
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