Atzayaelh
Torres.
En abril de
2017 Andrés Manuel López Obrador prometió revocar la reforma energética. Para
ello, dijo en una entrevista concedida a Bloomberg, llevaría a cabo un
referéndum “democrático”, y si los ciudadanos no lo querían así, buscaría
mecanismos legales para hacerlo.
El primer
paso se lo ahorró. No hubo consulta, pues en la campaña, como único puntero en
las encuestas y con la lupa de los mercados internacionales encima de él, López
Obrador prometió que no le movería a la reforma energética, pero que sería
revisada, y que respetaría los contratos emanados de ella.
Sin embargo,
a más de un año que ocupó Palacio Nacional, ha sido a través de una serie de
cambios ligeros, y otros frontales, mediante los cuales el gobierno de la #4T
ha emprendido una (ya no tan) sigilosa contrarreforma energética que busca
detener el que ha sido calificado por algunos como el legado más importante del
peñismo “reformador” al México moderno que no pudieron construir, ni mucho
menos heredar.
Controversias
por gasoductos emprendidas por la Comisión Federal de Electricidad (CFE),
cancelación de subastas petroleras y eléctricas ya programadas; también
cancelaciones de licitaciones para líneas de transmisión, y los mismo para
temporadas abiertas en gasoductos de Pemex dan otro mensaje al pronunciado
meses atrás.
Cambios
como las modificaciones al otorgamiento de Certificados de Energías Limpias que
permiten acceder a la Comisión Federal de Electricidad, no solo cerraron
puertas a quienes cabildearon la reforma de 2013, sino que confrontaron al gobierno
con la, hasta ese momento, amable industria ‘verde’ del país.
En esta
contrarreforma energética, los reguladores están teniendo un papel
fundamental. Desde la Comisión Reguladora de Energía (CRE) han emanado los
principales cambios. Prueba de ello fueron las solicitudes expresas realizadas
tanto por Pemex como por la CFE para terminar con aquello que entre los
sapientes de alto nivel se conoce como ‘regulación asimétrica’, y que en la
Cuarta Transformación interpretaron como ‘acabemos con las empresas del
Estado’.
En el caso
del otro regulador del sector, la Comisión Nacional de Hidrocarburos, la
consigna ha sido clara: no organizar rondas petroleras, ni siquiera
mencionarlas, a la vez que aprueban todo lo que presente Pemex, en carácter de
urgente y expedito, ¿cuestionar técnicamente? menos.
Caray, la
#4T está decidida a derribar la reforma de Peña, y para hacerlo, decidieron
irse a tientas, poco a poco, con la meticulosidad que de un relojero, pero con
la fuerza de un herrero. Con esta estrategia han logrado, por ejemplo, que el
país mantenga el grado de inversión, pues el eco de los cambios de la
contrarreforma ha sido solo a nivel local, han podido mantenerlos aquí y
controlarlos. Este año consolidan la contrarreforma, ya se ha metido mano casi
en todos los subsectores. Atentos, vienen más cambios. Este año será más
eléctrico.
El relevo en
PEP.
Cuatro
son los nombres que se manejan para ocupar la Dirección General de Pemex
Exploración y Producción (PEP). Además de Adán Oviedo, de quien le contaba en
entregas pasadas, empujan desde la Secretaría de Energía, están en el aire
otros como Abraham David Alipi Mena, hoy subdirector de Servicios a la
Exploración y Producción, y muy cercano a la familia López Obrador. El otro
candidato sería Edmundo Herrero Coronado, gerente de Recursos Técnicos
Especializados de Pemex, a quien ven con buenos ojos en el Edificio Pirámide de
la petrolera en Villahermosa. Uno más es René Carlos Puerto Rovira, responsable
de servicios marinos de la subsidiaria.
Estos
cuatro escenarios podrían ocurrir, claro, en caso de que Miguel Ángel Lozada no
lograra revertir por completo su inhabilitación, pues en diciembre pasado
consiguió un amparo que la frena temporalmente, así que podría ser el primer
paso para el regreso. Abusados.
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