miércoles, 8 de enero de 2020

La contrarreforma energética.


Atzayaelh Torres.

En abril de 2017 Andrés Manuel López Obrador prometió revocar la reforma energética. Para ello, dijo en una entrevista concedida a Bloomberg, llevaría a cabo un referéndum “democrático”, y si los ciudadanos no lo querían así, buscaría mecanismos legales para hacerlo.

El primer paso se lo ahorró. No hubo consulta, pues en la campaña, como único puntero en las encuestas y con la lupa de los mercados internacionales encima de él, López Obrador prometió que no le movería a la reforma energética, pero que sería revisada, y que respetaría los contratos emanados de ella.

Sin embargo, a más de un año que ocupó Palacio Nacional, ha sido a través de una serie de cambios ligeros, y otros frontales, mediante los cuales el gobierno de la #4T ha emprendido una (ya no tan) sigilosa contrarreforma energética que busca detener el que ha sido calificado por algunos como el legado más importante del peñismo “reformador” al México moderno que no pudieron construir, ni mucho menos heredar.

Controversias por gasoductos emprendidas por la Comisión Federal de Electricidad (CFE), cancelación de subastas petroleras y eléctricas ya programadas; también cancelaciones de licitaciones para líneas de transmisión, y los mismo para temporadas abiertas en gasoductos de Pemex dan otro mensaje al pronunciado meses atrás.

Cambios como las modificaciones al otorgamiento de Certificados de Energías Limpias que permiten acceder a la Comisión Federal de Electricidad, no solo cerraron puertas a quienes cabildearon la reforma de 2013, sino que confrontaron al gobierno con la, hasta ese momento, amable industria ‘verde’ del país.

En esta contrarreforma energética, los reguladores están teniendo un papel fundamental. Desde la Comisión Reguladora de Energía (CRE) han emanado los principales cambios. Prueba de ello fueron las solicitudes expresas realizadas tanto por Pemex como por la CFE para terminar con aquello que entre los sapientes de alto nivel se conoce como ‘regulación asimétrica’, y que en la Cuarta Transformación interpretaron como ‘acabemos con las empresas del Estado’.

En el caso del otro regulador del sector, la Comisión Nacional de Hidrocarburos, la consigna ha sido clara: no organizar rondas petroleras, ni siquiera mencionarlas, a la vez que aprueban todo lo que presente Pemex, en carácter de urgente y expedito, ¿cuestionar técnicamente? menos.

Caray, la #4T está decidida a derribar la reforma de Peña, y para hacerlo, decidieron irse a tientas, poco a poco, con la meticulosidad que de un relojero, pero con la fuerza de un herrero. Con esta estrategia han logrado, por ejemplo, que el país mantenga el grado de inversión, pues el eco de los cambios de la contrarreforma ha sido solo a nivel local, han podido mantenerlos aquí y controlarlos. Este año consolidan la contrarreforma, ya se ha metido mano casi en todos los subsectores. Atentos, vienen más cambios. Este año será más eléctrico.

El relevo en PEP.

Cuatro son los nombres que se manejan para ocupar la Dirección General de Pemex Exploración y Producción (PEP). Además de Adán Oviedo, de quien le contaba en entregas pasadas, empujan desde la Secretaría de Energía, están en el aire otros como Abraham David Alipi Mena, hoy subdirector de Servicios a la Exploración y Producción, y muy cercano a la familia López Obrador. El otro candidato sería Edmundo Herrero Coronado, gerente de Recursos Técnicos Especializados de Pemex, a quien ven con buenos ojos en el Edificio Pirámide de la petrolera en Villahermosa. Uno más es René Carlos Puerto Rovira, responsable de servicios marinos de la subsidiaria.

Estos cuatro escenarios podrían ocurrir, claro, en caso de que Miguel Ángel Lozada no lograra revertir por completo su inhabilitación, pues en diciembre pasado consiguió un amparo que la frena temporalmente, así que podría ser el primer paso para el regreso. Abusados.

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