Enrique
Quintana.
Durante la
última semana, México ya ocupa el segundo lugar mundial en el número de
fallecidos promedio por día debido al Covid-19.
Brasil ocupa
el puesto número uno con un promedio de mil seis muertos en promedio por día y
México le sigue con 769.
A pesar del
repunte de contagios en Estados Unidos, ya están en tercer lugar pues su promedio
fue de 594 muertos por día.
Esa
coyuntura hace muy delicado lo que sucederá a partir de hoy en la Ciudad de
México pues veremos un incremento muy importante de la movilidad.
De hecho, si
usted ha tenido la ocasión de circular en algún vehículo en la capital en los
últimos días, habrá notado que ya hay más autos circulando y es evidente
también el incremento de las personas que se ven en zonas aledañas a las
terminales de los camiones.
El gobierno
de la Ciudad de México tomó la decisión de cambiar el semáforo epidemiológico
de rojo a naranja debido a la reducción en los índices de ocupación
hospitalaria.
De acuerdo
con los datos del gobierno federal, el porcentaje de camas con respirador que
están ocupadas es de 54 por ciento, mientras que de camas totales es de 64 por
ciento.
No sabemos
con exactitud en qué medida se vaya a incrementar a partir de hoy el contacto
entre personas sin las medidas de seguridad correspondientes, como el uso del
cubrebocas y la distancia física, pero es de presumirse que sí crecerá.
Y eso de
manera inevitable conducirá a más contagios.
Muchos de
ellos seguramente serán asintomáticos. Pero tal vez un 20 por ciento de los
contagiados sí desarrollará síntomas y tal vez un 10 por ciento vayan a
requerir hospitalización, como ocurrió antes del confinamiento.
El virus no
va a desaparecer por magia. Va a permanecer hasta que no haya una vacuna que
permita una inmunidad generalizada.
Si en México
hubiera un estricto cumplimiento de los protocolos, tal vez el impacto de la
apertura pudiera ser menor. Pero en una sociedad poco proclive a seguir las
reglas, como es la nuestra, probablemente veamos una aceleración de los
contagios y lamentablemente de las hospitalizaciones y fallecimientos.
Un ejemplo
claro de lo que puede suceder en México se aprecia en diversos estados de la
Unión Americana.
En Florida
el número de casos nuevos diarios no había rebasado la cifra de mil desde que
comenzó la pandemia y hasta los primeros días de junio. Pero resulta que el
sábado pasado hubo 9 mil 585 nuevos casos.
En Texas,
hasta finales de mayo se había mantenido consistentemente debajo de 2 mil
nuevos casos diarios. Pero ahora ya lleva varios días arriba de 5 mil nuevos
casos y el sábado llegaron a 6 mil 79.
En Arizona,
el pico de casos hasta mayo fue de 790 nuevos en un día. Ahora ya está
frecuentemente arriba de 3 mil.
Este disparo
de contagios estuvo asociado a los procesos de apertura de la economía y ha
conducido a que el número de nuevos casos en EU haya repuntado. En la primera
semana de este mes ya eran ‘solamente’ 19 mil nuevos enfermos al día. El viernes
pasado se llegó a un récord de 47 mil 341 nuevos casos, más del doble. El
número de fallecidos, como le comentamos, promedió 604 por día en la última
semana. No fue tan alto debido a un sistema de salud robusto.
No es el
caso de México. Un repunte del número de contagios seguramente se traducirá en
un mayor número de fallecidos.
No es
posible seguir con la economía cerrada indefinidamente. Pero se puede cometer
un error de graves proporciones si se abre sin el cumplimiento de medidas
preventivas por personas y empresas. Eso podría conducir a un nuevo
confinamiento aún más estricto en pocas semanas, para frenar los contagios.
Y genera el
riesgo de que la pandemia se extienda hasta el punto de que se convierta en
sindemia, es decir, una doble epidemia, cuando coincida con la de influenza
estacional hacia mediados del otoño.
Pero, de
ello le comentaré mañana.
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