Enrique
Quintana.
El Fondo
Monetario Internacional (FMI) nos recordó ayer el tamaño del desastre económico
que viviremos en este 2020, uno que no hemos conocido quienes hoy estamos
vivos.
La
institución multilateral revisó sus expectativas para 2020 y 2021. De acuerdo
con sus nuevos pronósticos, la economía mundial caerá este año en 4.9 por
ciento. Las economías avanzadas retrocederán en promedio 8 por ciento, mientras
que las economías emergentes caerán en 3 por ciento en promedio.
Habrá casos
dramáticos. Por ejemplo, en España e Italia habrá caídas superiores a 12 por
ciento. En Estados Unidos el retroceso será de 8 por ciento, mientras que en
América Latina el promedio del desplome será de 9.4 por ciento.
En este
contexto, era imposible que la cifra estimada para México no quedara también en
la lona. El FMI estima que la economía caerá este año en 10.5 por ciento y será
la que más descienda entre las grandes economías de América Latina.
Hasta ahora
es el pronóstico más pesimista que se ha hecho y eso que tradicionalmente el
FMI es bastante mesurado en sus estimaciones. Eso les da un significado
especial.
Se ha dicho
en diversas ocasiones, pero no sobra subrayarlo: se trata del peor desastre
económico que ha visto el mundo desde la gran depresión que comenzó en 1929.
Pero lo peor
de todo es que no sabemos a ciencia cierta si las cifras que el FMI dio a
conocer ayer resulten ser las más bajas o si todavía tendrán que ser ajustadas
a pronósticos peores, pues no ha terminado siquiera el primer semestre de este
año horrible.
Hace un par
de meses se esperaba que a estas alturas la pandemia estaría razonablemente
controlada. Había entonces 2.8 millones de casos confirmados en el mundo. Antes
de que termine junio estaremos en 10 millones.
En países
como Brasil, India, Pakistán o México, el volumen de contagios sigue creciendo
de manera significativa. Incluso, en Estados Unidos, que es el país que más
contagios y muertes concentra, se han producido rebrotes en diversos estados y
hay cerca de 35 mil nuevos casos diarios, lo que no ocurría desde abril.
La
incertidumbre de nuevo nos envuelve. Las perspectivas económicas, como las
planteó el FMI, son realmente negras. Por esa razón, ayer nuevamente los
mercados bursátiles manifestaron su preocupación con bajas generalizadas,
aunque el impulso alcista se interrumpió desde hace poco más de dos semanas.
A veces
quisiéramos creer que todo esto fue un mal sueño y que en breve estaremos
despertando a la normalidad.
No importa
que se trate de una 'nueva'. Aunque tengamos que usar cubrebocas y respetar la
distancia física, quisiéramos que nuevamente la vida económica y social se
pareciera un poco a la que teníamos al comenzar este año.
Los indicios
con los que hoy contamos nos indican que no será así. No se trató de un mal
sueño sino de la peor crisis en un siglo, y no le tocó a nuestros padres o a
nuestros abuelos, sino a nosotros.
La 'nueva
normalidad' no será en sentido estricto 'normalidad', porque se parecerá muy
poco a lo que vivíamos antes de la pandemia.
Queda, sin
embargo, la convicción de que, cada vez que, como sociedad, hemos enfrentado
una crisis de este tamaño, al margen del dolor y destrucción que ocurran,
acabaremos recuperándonos y lo haremos con una mayor fortaleza.
Eso es lo
que sucederá.
No podemos
saber cuánto tiempo tardaremos. Ni cuánto tendremos que pagar aún en dolor y
muerte.
Pero, de que
saldremos fortalecidos, no lo dude ni por un momento.
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