viernes, 26 de junio de 2020

Bye, bye, inversiones.


Enrique Quintana.

El día de ayer, en el Foro Virtual sobre el nuevo tratado comercial de México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), organizado por El Financiero, hubo consenso en que si bien el tratado abre una gran oportunidad para la inversión foránea en México, ésta no va a llegar sola.

Jesús Seade, Eugenio Salinas y Luis de la Calle, participantes en el Foro, coincidieron en que se requiere un esfuerzo de promoción y atracción para la inversión extranjera.

Al mismo tiempo que se hablaba de lo anterior, el embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, señalaba en un foro organizado por la Concamin, lo siguiente: “…tampoco les puedo mentir a mis connacionales y decir que es un momento propicio para invertir (en México). Sí, se ven cosas desalentadoras para la inversión extranjera, en varios sectores hemos visto cosas preocupantes.”

Luego trató de matizar su mensaje, pero sus dichos fueron completamente claros.

Y en el mismo sentido, en una carta enviada al presidente Trump, Chet Thompson, presidente y CEO de American Fuel & Petrochemical Manufacturers, expresó que acciones recientes del gobierno mexicano amenazan a las inversiones actuales y futuras de empresas norteamericanas en el sector energético y se cuestiona si las decisiones tomadas son válidas en el marco del nuevo tratado comercial.

Va otro hecho. El presidente López Obrador y la secretaria de Energía, Rocío Nahle, se refirieron ayer a la decisión de no vender gas a la planta que la empresa Iberdrola construía en Tuxpan, señalando que “México ya no es tierra de conquista”, en obvia alusión al origen español de la firma.

Cuando se ponen estos hechos en el tablero se percibe que nuestro país puede perder la extraordinaria oportunidad que se abre con la entrada en vigor del T-MEC y los conflictos comerciales que enfrentan China y Estados Unidos, que pueden conducir a empresas establecidas en China a considerar a México como un destino apetecible.

No sólo se perdería una extraordinaria oportunidad para atraer inversiones, sino que se apagaría uno de los pocos motores que podrían empujar la recuperación de la economía en el contexto del desplome que vivimos.

Sin aprovechar los efectos positivos que puede traer el T-MEC, no se extrañe que en el futuro cercano, las perspectivas del año –aunque usted no lo crea– podrían empeorar.

Hasta ahora la decisión de diversas empresas extranjeras que están en México ha sido aguantar. Muchas llevan años o incluso décadas en el país y consideran que las inversiones que se realizan deben tener un horizonte de largo plazo, mientras que las decisiones que toman los gobiernos sólo pueden tener efecto por pocos años.

Esta percepción ha conducido a que casi la totalidad de las empresas extranjeras instaladas en México mantengan sus inversiones.

Pero, de acuerdo con algunos puntos de vista que empiezan a circular en grupos empresariales, esta visión podría cambiar si se percibe que hay un ataque sistemático a instituciones que dan garantías de estabilidad en el largo plazo como son el Instituto Nacional Electoral (INE) o la Comisión Federal de Competencia Económica.

Para la sociedad mexicana puede ser muy importante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos o el Conapred. Pero las empresas no van a irse porque esas instituciones se debiliten.

Pero si quienes son amenazados son el Poder Judicial, el Banxico, el Inegi o el INE, por citar sólo algunos casos, entonces las luces rojas van a encenderse.

No sé si el gobierno de Trump esté haciendo esta evaluación. Pero, si la estuviera haciendo, a través de los ojos de su embajador, va a ser positivo –fuera de consideraciones electorales– que AMLO vaya a Washington para que reciba una advertencia del gobierno norteamericano, que parece ser el único al que escucha.

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