La escena, en Los
Pinos, revela la claudicación de un jefe de Estado. También la desesperación de
un político en desahucio:
Enrique Peña Nieto,
al margen de su investidura y con la solemnidad del fiel católico, hace una
reverencia ante cada uno de los obispos y les besa el anillo, símbolo de
autoridad divina.
Pero ante el cardenal
Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla y quien ambiciona suceder a
Norberto Rivera en la Arquidiócesis de México, tiene una deferencia adicional:
Se le arrodilla antes de besarle el anillo episcopal.
El viernes 31, Peña Nieto reunió en la casa Miguel Alemán de
la residencia presidencial a los obispos de las diócesis del Estado de México y
de Ciudad Altamirano, Guerrero, colindante con esa entidad que el domingo 4 de
junio tendrá elecciones de gobernador y cuyo candidato priista es Alfredo del
Mazo, su primo, en riesgo inmenso de derrota.
Testigos de lo
sucedido en Los Pinos revelan que Peña Nieto mandó traer a los obispos en
camionetas de lujo colmadas de regalos –arte, prendas y enseres religiosos–, y
en su momento deslizó, adulador, la oferta de otros apoyos a sus necesidades:
“El gobierno quiere ayudar a la Iglesia”.
Sólo dos de los
prelados, según asistentes, le tomaron la palabra a Peña Nieto, conocedor de
los apremios terrenales: El obispo de Toluca, Francisco Javier Chavolla, y el
cardenal Aguiar Retes, quienes tuvieron palabras cálidas para el anfitrión,
solicitante de ayuda para evitar la capitulación de su primo, que sería también
la suya y del régimen.
– ¿Sobre qué
hablaron? –le preguntaron los periodistas a Aguiar, al concluir la misa en la
catedral de Tlalnepantla, ayer domingo.
–Sobre el mensaje.
Sobre todo lo que abordamos nosotros ahí en el mensaje, lo explicamos, lo
compartimos. Estamos en un diálogo muy abierto.
Y sí: La invitación de Peña a los obispos a Los Pinos tuvo
que ver con el pronunciamiento emitido el jueves 30 de marzo, un día antes de
la comida, y en el que pidieron honestidad y transparencia a los candidatos a
gobernador, pero también hablaron de darle auxilio, desde el púlpito, a Del
Mazo.
Varios de los
religiosos tienen aprecio por la candidata de Morena, Delfina Gómez Álvarez,
quien fue catequista en Texcoco y con quien se han reunido algunos de ellos.
Hasta el virtual candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador ha sido
invitado a charlar con algunos de los prelados. Del Mazo no les gusta y a Peña
no le perdonan su iniciativa a favor de los matrimonios entre personas del
mismo sexo.
Además de Aguiar y Chavolla, asistieron los obispos Juan
Manuel Mancilla, de Texcoco; Héctor Morales Sánchez, de Nezahualcóyotl; Óscar
Roberto Domínguez Couttolenc, de Ecatepec; Guillermo Ortiz Mondragón, de
Cuautitlán; Francisco González Ramos, de Izcalli; Guillermo Escobar Galicia, de
Teotihuacán; Víctor René Rodríguez Gómez, de Valle de Chalco; Raúl Gómez
González, de Tenancingo, y Juan Martínez García, de Atlacomulco.
A la reunión con Peña asistieron también Maximino Martínez
Miranda, de Ciudad Altamirano, Guerrero, y los obispos auxiliares de
Tlalnepantla, Efraín Mendoza Cruz y Jorge Cuapio Bautista, quienes suscribieron
el pronunciamiento emitido la víspera sobre honestidad de los políticos y que
citó palabras del Papa Francisco en su pasada visita a México: “Un futuro
esperanzador se forja en un presente de hombres y mujeres justos, honestos,
capaces de empeñarse en el bien común”.
La súplica de Peña a
los príncipes de la Iglesia para apoyar a Del Mazo se tradujo, dos días después
de la reunión, en una durísima crítica al multimillonario despilfarro de su
gobierno y el del Estado de México previo al inicio de las campañas, iniciadas este
lunes, y a las “camarillas y dinastías asidas a un poder que se niegan a
dejar”.
“Elecciones de
escándalo”, tituló el semanario ‘Desde la fe’ su editorial del domingo, que
suele ser la postura de la Arquidiósesis Primada de México, donde censura que las elecciones estatales
en tres estados y municipales en Veracruz costarán 4 mil millones de pesos, y
desliza también una crítica velada a Peña. “La pregunta es: ¿para esto se usa
el dinero del gasolinazo?”.
También, sin
mencionar al PRI y a Peña, el semanario de la Iglesia critica que “la
manipulación, clientelismo y compra cínica y desvergonzada de votos; entrega de
despensas y teléfonos celulares, así como la distribución de tarjetas y
monederos electrónicos, se unen al uso electorero de programas de desarrollo
social, condicionando los beneficios a cambio de copias de credenciales de
elector, lo que, por cierto, es un delito”.
Añade: “La población
del Estado de México –donde casi la mitad vive en pobreza– se encuentra asolada
por el crimen y la impunidad. Así es, la entidad que dejará la actual
administración vive sitiada por hampones, y prácticamente existen localidades
en virtual toque de queda. En 2016, el Estado de México fue apabullado con
cerca de tres mil homicidios, y es primer lugar nacional en el índice de
feminicidios”.
Más: “Los mexicanos
volvemos a ser testigos de elecciones caras que nos cuestionan si de verdad
valió la pena una reforma estructural político-electoral, cuando los hilos de
este proceso se mueven por quienes controlan millonarios recursos que avientan
como migajas. Usar electoralmente el hambre, además de ser inmoral, es una de
las peores faltas sociales que implican la destrucción de la democracia,
poniéndola en manos de camarillas y dinastías asidas a un poder que se niegan a
dejar”.
“Desde la fe” concluye: “Usar
la pobreza de los mexiquenses puede provocar el enojo popular, así como poner
en riesgo la paz social y eventualmente la legitimidad de los resultados de los
próximos comicios”.
Miembros de una
“camarilla y dinastía asidua al poder”, la del Grupo Atlacomulco, a Peña y a su
primo Del Mazo no les fue bien con los obispos.
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