Diego
Petersen Farah.
Imagine por
un momento que usted es el entrenador del Real Madrid. Zidane fue despedido y,
por méritos propios le tocó ser el nuevo entrenador del equipo con más
campeonatos. Imagine ahora que el próximo domingo va a jugar un partido
crucial, el más importante de su vida No se trata de una final más del equipo
con más copas en la historia, se trata de un juego de vida o muerte, del
partido que decide si su equipo, tan acostumbrado a ganar, como sea pero a
ganar, se va a la segunda división.
Bueno, algo
así es lo que se juega el Presidente Enrique Peña Nieto en la elección del
Estado de México. Si el PRI pierde se va, literalmente, al infierno, sus
posibilidades, hoy escasas, de competir por la presidencia de la república en
el 2018, prácticamente se difuminan. El PRI quedaría en una posición más
endeble aún que la del año 2000 tras el madrazo de Madrazo.
Imaginemos
el escenario de la derrota. El PRI habrá perdido no solo el estado más
importante en votos y presupuestos sino que se quedará sin gobernar o habiendo
sido derrotado en las elecciones intermedias en ocho de los diez estados más
importantes en electores y en presupuesto. No tienen la ciudad de México,
perdieron Veracruz, gobiernan Jalisco pero perdieron la elección intermedia,
perdieron Nuevo León, no gobiernan Guanajuato, perdieron Puebla y perdieron
Michoacán. Chiapas lo gobierna el Verde en acuerdo con el PRI, pero el Verde se
vende siempre al mejor postor, y Oaxaca lo recuperaron. A eso hay que sumarle
que perdieron recientemente otros tres estados que están entre el 11 y el 15:
Chihuahua, Tamaulipas y Baja California.
Un fracaso en el Estado de México
deja al PRI en una posición muy endeble y al Presidente en la lona. No solo se
juegan la posibilidad de competir en el 2018, creo que ya son pocos los
priistas que ven factible que repitan en la presidencia, sino el enclave que
podría permitir la subsistencia del grupo político del presidente, una
representación importante en la Cámara de Diputados y la reproducción de
cuadros futuros para el partido.
La
diferencia entre Delfina y Madrazo, no es el punto porcentual a favor o en
contra que les dan las encuestas, sino lo que se juegan cada uno de ellos en
esta elección. Si la candidata de Morena pierde, Andrés Manuel seguirá siendo
el candidato a vencer y además seguramente le permitirá actualizar el discurso
de la “mafia del poder”, porque viñetas ilustrativas de cómo se operó la
elección, le van a sobrar. El PRI en cambio se juega la vida: lo dijo el propio
candidato en uno de sus cierres de campaña. Del Mazo carga en sus hombros el
peso del descenso y desde la banca el Presidente Peña y todo su cuerpo técnico
hará lo que sea para no pasar a la historia como entrenador que mandó a su
partido a la segunda división.
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