Javier Risco.
La autoridad de la CDMX ha encontrado
una efectiva forma de disfrazar impunidad con efectividad. Con tal de acallar
preguntas han inundado con sospechosas respuestas que, aunque significan que ya
hay responsables buscados, la culpa escala más arriba y no así las consecuencias.
El jueves,
el procurador Edmundo Garrido dio a conocer que se habían conseguido órdenes de
aprehensión contra al menos dos personas relacionadas con el derrumbe de Zapata
56, en Portales, donde dos personas murieron y que incluso una persona ya había
sido detenida, el director responsable de obra.
Ese mismo día, la Procuraduría
capitalina filtró que también había conseguido órdenes de aprehensión contra
los hermanos Daniel y Clemente Estrada Niño y quienes a través de la
constructora Dijon GP edificaron el edificio de Bretaña 90, también colapsado,
donde falleció una mujer.
En principio
ambas informaciones parecerían una buena noticia: ya empieza a haber resultados sobre la probable responsabilidad en el
homicidio de tres de las 228 víctimas del terremoto. Todo eso sería bueno sino
incluyera también un intento de impunidad en dos de los casos que dibujan uno
de los mayores problemas que reveló el sismo: la corrupción inmobiliaria
ejemplificada en la delegación Benito Juárez.
En este
espacio hablamos del caso de Zapata 56, donde la empresa Canada Building
Systems, a quien la delegación Benito
Juárez denunció por el derrumbe, pero cuyos permisos para construir fueron
avalados por el ex delegado Jorge Romero y en donde estaría también involucrado
el actual director de Desarrollo Urbano de Benito Juárez, René Aridjis,
inhabilitado en 2011 por enriquecimiento ilícito y que fue recontratado por
Romero, quien hoy dirige al grupo de diputados blanquiazules de la ALDF.
Esta empresa, que se ostentaba como
la constructora de edificios ‘antisísimicos’, tenía su domicilio fiscal en la
calle de Calzada de Tlalpan 956 A, según constaba en la página de internet. Sin
embargo, se trata de un domicilio donde no se ubica más que una bodega
abandonada en una zona popular, que nada tiene que ver con la constructora
avalada en 2014 por los panistas de Benito Juárez. Una empresa fachada que,
según el propio Romero, se burló de ellos, los engañó.
El detenido
no sólo fungió como DRO (director responsable de obra), sino que además era a la vez dueño del inmueble. Ok, supongamos que la
delegación hubiese sido engañada en cuanto a los materiales usados, la
debilidad estructural, y un largo etcétera de irregularidades que ya constan en
los peritajes. ¿Tampoco de eso se dieron cuenta, cuando representa un obvio
conflicto de interés?
Y el caso de
Bretaña 90, el edificio construido por
la empresa Dijon GP, que no tiene un domicilio fiscal en la Ciudad de México,
sino que era responsabilidad de los hermanos Daniel y Clemente Estrada Niño, es
otro ejemplo de detenciones de los últimos eslabones. Recordemos que esta
construcción fue edificada sobre los cimientos de una vieja casa de 50 años.
Los hermanos
Estrada Niño son dueños en el Edomex de
la Inmobiliaria Casino Satélite, que no sólo está alojada en el World Trade
Center Mexiquense, sino que es la operadora de ese inmueble y cuyo giro
comercial registrado ante el SAT no está relacionado con la industria de la
construcción, sino de la preparación y distribución de banquetes a domicilio.
¿Tampoco sabía de esta falta de
experiencia de los constructores la delegación? Cuesta creer que uno de los
operadores políticos que aún mantiene al PAN en vigencia en la ciudad, con el
colmillo que dice tener Romero, se haya dejado engañar por dos constructoras
que a todas luces son una fachada.
No es casualidad que sean estos dos
casos, en vísperas de la concreción del Frente Ciudadano en la capital, los
primeros en ‘arrojar resultados’. Nada es casualidad, pero ojalá tampoco quede
en un disfraz de impunidad.
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