Diego Petersen Farah.
Si nos preguntan la diferencia entre
urgente, importante y estratégico todos, aunque sea por no pasar por
ignorantes, diremos que sabemos perfectamente cuál es la diferencia. Y quizá
sí, el problema es cuando tenemos que calificar un problema dentro de estas tres
categorías. Es ahí donde comienza la discusión y, si me apuran, la confusión.
Para efectos
de esta columna propongo entender la diferencia en estos términos: lo urgente
es aquello que si no resolvemos hoy mañana no comemos. Lo importante es aquello
que es necesario hacer para corregir los problemas estructurales. Y estratégico
es aquello, y solo aquello, que aporta futuro, es decir lo que hay que hacer
hoy para llegar de mejor forma al futuro deseado. Todo lo que tiene que ver, por ejemplo, con la reconstrucción, es
urgente. Revisar los reglamentos de construcción es importante para evitar
futuras tragedias. Estratégico es encontrar la tecnología que nos permita vivir
de otra manera en las ciudades.
En las campañas para la presidencia
el próximo año habrá pocos temas, aunque se hablará de muchas cosas. El primero
es, sin duda, corrupción. Es el tema que marcó el sexenio y lo hará con las
campañas. Otro que ha venido, tristemente, ganando terreno, es inseguridad y
violencia. Y, en los últimos meses, cortesía de Donald Trump, el libre comercio
y detrás de él el modelo económico de nuestro país. ¿En qué categoría los
ponemos: urgente, importante o estratégico?
Los candidatos tratarán de ponerlos
todos en la categoría de urgentes. Para ellos no hay largo plazo, entre otras cosas porque la elección
es en julio. Su horizonte, pues, es demasiado pequeño y la mayoría nos va a proponer soluciones inmediatas para problemas
estructurales. Y lo tienen que hacer, pero exijamos que levanten un poco la
mirada. Si alguien nos dice que la solución para la corrupción es meter a todos
al bote (y por supuesto que nos lo van a decir) tengamos claro que eso
soluciona nuestra el “hambre” de venganza, pero, para seguir con la metáfora,
no soluciona el problema de alimentación (lo importante) mucho menos la
seguridad alimentaria (lo estratégico).
Los temas estratégicos de este país
no pasarán, pues, por las campañas. Esos, que por definición son pocos, tenemos
que construirlos desde la sociedad civil y ponerlos en la mesa de la discusión.
Desde mi punto de vista son solo dos: la construcción del Estado de derecho
(que es lo que está detrás de la corrupción y la violencia) y la nueva
economía, esa que permitirá el desarrollo económico independientemente de los
vaivenes del Tratado y que debe estar detrás de la reforma educativa y las
políticas de ciencia y tecnología.
Dejemos a los políticos lo urgente,
presionémoslos para que resuelvan lo importante, pero tomemos en nuestras manos
lo estratégico.
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