Javier Risco.
El próximo
año votarán por primera vez 14 millones de jóvenes entre los 18 y 23 años, que
han vivido más años bajo los gobiernos panistas que los del Revolucionario
Institucional.
Jóvenes que se han enterado de la
“dictadura perfecta” por libros de texto o por las pláticas dominicales de
primos, tíos, padres y abuelos, que les dicen lo mismo: “Hubo un tiempo en el
que el día de las elecciones era el día de la simulación, la verdadera
incertidumbre se vivía en Los Pinos: ¿a quién señalaría el dedo presidencial?
Poner el voto en una urna era un derecho ganado pero inválido”. Historias
dolorosas y reales de un México extinto… o no.
Nuestra
democracia evolucionó, se crearon partidos, instituciones para proteger el voto
ciudadano, se fiscalizaron las elecciones, hubo alternancia en el gobierno y el
tricolor se desdibujó de algunas zonas... ¿y? De pronto, 17 años después del
'triunfo de la democracia', cuando a los mexicanos se nos pregunta ¿qué
prefieres?: ‘democracia’, ‘gobierno autoritario’ o ‘da lo mismo’, el resultado es devastador: 43 por ciento
prefiere democracia, a 42 por ciento de los mexicanos les da lo mismo y 15 por
ciento no ven con malos ojos el gobierno autoritario.
Los
resultados de la encuesta de Latinobarómetro 2017 que mide, entre otras cosas,
el apoyo que la población le otorga a las formas de gobierno democráticas sobre
el régimen autoritario, revela que, pese
a que nuestra democracia es una de las más costosas del mundo, la gente NO la
ve como una solución o la mejor forma de ser gobernados.
Los
hallazgos, publicados ayer, dejan ver una disminución de 15 puntos de apoyo a
la democracia, sobre los 71 que se manifestaron en la encuesta de 2016.
Ante esta respuesta no sólo se exhibe
la decepción, sino la desilusión. No se trata de un enojo por la democracia de
papel en la que vivimos, sino la falta de ilusión de un proceso electoral que
no tiene intenciones de cambiar las cosas.
El próximo
año México tendrá una de las elecciones más costosas y complejas de su historia.
“De acuerdo con la edición 2017 de la
encuesta, la preferencia por la democracia bajó de 50 a 42 por ciento en el
último año. Esto no
significa que las preferencias por un gobierno autoritario hayan aumentado, por
el contrario, bajaron de 19 a 15 por ciento. Lo que subió fue la indiferencia
hacia el tipo de régimen. Según el estudio, la proporción de mexicanos que dijo
que le da lo mismo tener un régimen democrático que uno no democrático aumentó
de 31 a 43 por ciento. Este es el nivel más alto de indiferencia política que
se registra en el país desde 1995, cuando inició el estudio Latinobarómetro”,
señala la encuesta de Alejandro Moreno.
Y no son los únicos datos de alarma:
en el país, cuyas elecciones implicarán un presupuesto del Instituto Nacional Electoral
de 25 mil millones de pesos, sólo dos de cada 100 mexicanos creen que en el
país hay una democracia plena, y nada más el 12 por ciento se siente satisfecho
con la forma de gobierno.
Y aunque el financiamiento a los partidos
políticos es alto, este año registró el menor índice de confianza en los
últimos 22 años: sólo 9.0 por ciento aún cree en estas instituciones políticas,
que mucho han contribuido al dramático crecimiento de esta desilusión.
De los 18 países donde se hace este
ejercicio estadístico, México tiene el menor índice de confianza en la
democracia, por debajo de países como Guatemala o Brasil, donde la corrupción
ha llevado a expresidentes a la cárcel. Y sí, la corrupción también entró en la
encuesta y se percibe como el tercer problema más grave a resolver.
¿Qué país perciben estos 14 millones
de jóvenes que elegirán más de tres mil representantes por primera vez? ¿Con
qué argumentos podemos pedirles que en 2018 salgan a una urna a manifestar una
elección si todo su panorama de opciones les parece un despropósito? ¿Cómo
pedirles la confianza en un sistema que con cada primera plana de un periódico
les refuerza esa desilusión?
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