Alejandro
Calvillo.
La Universidad de California San
Francisco (UCSF) ha creado una biblioteca virtual que llegará a millones de
documentos internos y que muestran las prácticas de engaño, manipulación,
mentira, compra de científicos y estrategias que diversas corporaciones han
realizado para evitar que sus productos sean regulados en aras de la salud
pública.
La biblioteca inició con los archivos
de la industria del tabaco y ahora comienza a incorporar documentos internos de
la industria química y farmacéutica.
Se espera que la biblioteca incorpore
una serie de documentos de la industria del azúcar de los años sesenta que
muestran cómo desvió la atención, por más de 50 años, de la responsabilidad de
este producto en las enfermedades y muertes cardiovasculares que se han
convertido en la principal causa de muerte en muchos países. También estarán los documentos de la industria petrolera y sus
estrategias para negar su relación con el cambio climático, para bloquear los
compromisos internacionales y, especialmente, su compra de científicos,
legisladores y funcionarios estadounidenses para negarse a cualquier compromiso
de reducción de emisiones.
El doctor
Stanton Glantz es uno de los principales
responsables de esta biblioteca que sirve de consulta en todo el mundo y que
revela la práctica de la industria del tabaco y de diversas corporaciones que
fabrican productos que representan un daño a la salud o al ambiente, para negar
el daño de sus productos comprando científicos a modo, metiendo en el gobierno,
órganos reguladores y comités científicos a sus aliados.
Cuando el
doctor Glantz tuvo acceso a los
documentos de la industria del tabaco que con los años son ya 14 millones de
papeles internos, enfrentó un problema: miles de personas de todo el mundo
querían revisarlos, saber quiénes habían servido a los intereses de esta
industria mintiendo en sus propios países en relación a los daños del tabaco,
quiénes recibieron dinero para defender a esta industria en los comités
científicos, quiénes fueron financiados por British Tobacco o por Philip
Morris.
Glantz abordó el problema que estaba generando la
alta demanda de consulta de estos documentos con la administración de la UCSF y
propuso algo muy simple, digitalizarlos y subirlos a internet. ¿Qué es
eso?, aún no se conocía lo que ya se estaba generando en otras universidades.
El proyecto recibió dinero del gobierno federal a través de los Institutos Nacionales
de Salud y se hizo realidad.
La
biblioteca está respaldada por un grupo
experto en el análisis de documentos internos de la industria, en el
conocimiento del conflicto de interés y de las estrategias de las grandes
corporaciones, estrategias que son muy similares. Lo que han encontrado es que
de la misma forma que ha actuado la industria del tabaco, lo ha hecho la
industria del alcohol, la química, la farmacéutica, las de alimentos y bebidas,
las petroleras, etc.
Laura Smith,
colaboradora del doctor Glantz es una de
las personas que ha estudiado los documentos internos de la industria del
azúcar y revelado como en los años sesenta esta industria atrajo a científicos
de la Universidad de Harvard con el fin de que “evaluaran” la evidencia
existente sobre las causas del aumento de las enfermedades cardiovasculares que
habían aumentado de manera extraordinaria. Los estudios epidemiológicos
demostraban una relación tanto de las grasas saturadas como de la azúcar
añadida a los productos con el aumento de estas enfermedades. El estudio
financiado por la industria del azúcar tenía el objetivo, junto con otras
estrategias a nivel del gobierno federal, de centrar la responsabilidad en las
grasas saturadas y exonerar al azúcar. La estrategia tuvo éxito, para la
industria azucarera no para la salud pública, y durante más de 50 años las
políticas de salud pública frente a las enfermedades cardiovasculares se
centraron en las grasas saturadas. Los
documentos internos muestran cómo la industria del azúcar evaluó, incluso, que
al plantearse recomendaciones para bajar el consumo de grasas saturadas
aumentaría la demanda y presencia de azúcar en los productos.
Más recientemente, estudios clínicos
han demostrado que con el consumo de una sola lata de refresco al día se
registran efectos en los marcadores de riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Es difícil imaginar cuántos casos de enfermedades y muertes pudieran haberse
evitado si también se hubiera desarrollado una política para bajar el consumo
de azúcar añadida en los productos, no sólo reducción en muertes y enfermedades
cardiovasculares, sino también en obesidad, diabetes y algunos tipos de cáncer.
¿Cuál fue el costo de la captura de la ciencia y la política en la salud
pública en este caso?
¿Cuál es el
costo en nuestro país de la captura de la política contra la obesidad por parte
las corporaciones de alimentos y bebidas? ¿En qué medida contribuye a la
epidemia de obesidad y diabetes el hecho de que la autoridad no haga cumplir la
regulación de alimentos y bebidas al interior de las escuelas? ¿Cuánto
contribuye el que tengamos un etiquetado inentendible por los consumidores en
alimentos y bebidas, un etiquetado que en vez de advertirles que el producto
tiene altos contenidos de azúcar, grasas, sodio, los induce a consumir niveles
de azúcar muy altos que representan un alto riesgo a la salud? ¿Cuánto
contribuye el que la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas no
saludables a la infancia sea una farsa, no regule los programas más vistos por
los niños, los horarios donde hay mayor audiencia infantil, la publicidad en
los espacios abiertos, en internet, los regalitos, las promociones? ¿Cuánto
contribuye el que la Secretaría de Salud haya creado un Observatorio de
Enfermedades no Transmisibles para evaluar la política contra la obesidad y que
tenga en ella a la industria sentada y a organismos financiados por ella?
¿Cuánto contribuye el que esta Secretaría mantenga estas regulaciones en las
condiciones descritas de inefectividad e, incluso, contraproducentes, como el
etiquetado?
Los archivos con documentos internos
de las corporaciones que generan daños a la salud y el ambiente confirman lo
que durante mucho tiempo se denunció, pero los intereses económicos mezclados
con los políticos bloquearon las medidas que requerían tomarse. Hasta que la
evidencia fue tal que no hubo manera de seguir protegiendo las ganancias de las
empresas, los daños estaban ahí y ya no había manera de seguir diciendo que
otras eran las causas, que las causas eran múltiples, que era una
responsabilidad de los individuos, etc. Ha pasado con el tabaco, con el DDT, con el asbesto, con el
alcohol y ahora llega el turno a las bebidas azucaradas y la comida chatarra:
la evidencia está ahí.
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