Javier Risco.
Hace un par
de días el equipo de Data Cívica y del Área de Derechos Sexuales y
Reproductivos del Programa de Derechos a la Salud del Centro de Investigación y
Docencia Económicas, presentaron uno de los trabajos más contundentes y claros
sobre el asesinato de mujeres en México. 45 páginas bien documentadas,
tituladas “Claves para entender y prevenir los asesinatos de mujeres en
México”, en las cuáles se explica con datos proporcionados por el INEGI la
manera en la que matan a las mujeres en nuestro país, el lugar donde son más
vulnerables, los estados donde parece un fenómeno fuera de control y, por
último, qué necesitamos para prevenirlos.
Ayer el
diario El Universal publicaba en portada una nota titulada: “Cada dos horas y
media matan a una mujer en México”, ahí la reportera Alicia Pereda utilizaba
las cifras del primer cuatrimestre de este año del Secretariado Ejecutivo del
Sistema Nacional de Seguridad Pública, las estadísticas señalaban que “del 1 de
enero al 30 de abril de 2019 se habían cometido mil 199 feminicidios y
homicidios dolosos”.
Sin embargo,
es necesaria la aclaración hecha en el estudio de Data Cívica y del CIDE sobre
la diferencia entre ambas fuentes, por un lado, el INEGI, y por otro, el
Secretariado, “los datos del INEGI tienen como fuente los registros
administrativos, como certificados de defunción, y su unidad de observación son
las personas registradas muertas (se refiere a estos casos como “presuntos
homicidios”). Los datos del SESNSP, por su parte, se nutren de información
reportada por fiscalías y procuradurías estatales; es decir, datos que tienen
como unidad de observación las investigaciones penales abiertas (…) Además de
que los datos del INEGI permiten medir el número de víctimas desde 1990 –a
diferencia de los del SESNSP–, incluyen mucha más información sobre ellas, así
como el lugar y los modos en el que ocurrieron los asesinatos”, así que los
datos del INEGI, aunque son más tardados (se actualizan cada año), permiten una
medición y un análisis mucho más preciso, los del Secretariado están lejos de
mostrarnos el rigor para poder planear medidas de prevención.
Y es en este
último punto en el que me quiero centrar, “problema que no entendemos, problema
que no podemos resolver”, sentencia en las conclusiones. Tanto Data Cívica como
el CIDE ponen a la cabeza de sus preocupaciones la escasez de datos sobre
asesinatos de mujeres en México y la falta de variables a la hora de registrar
el homicidio, ¿cómo vamos a enfrentar esta crisis humanitaria si el Estado no es
capaz de generar información rápida y oportuna para combatirla? “El resultado
de que la gran mayoría de los registros no incluyan ni información de la
violencia familiar ni del parentesco del presunto agresor con la víctima, es
que no podemos falsear ni probar por completo con estos datos una de las
hipótesis más analizadas desde la teoría feminista: que los cónyuges y
familiares de las mujeres perpetran un porcentaje desproporcionado de sus
homicidios. Además de las variables incompletas relacionadas con la persona que
perpetró el presunto homicidio, están aquellas relacionadas con la víctima y el
modo de comisión del asesinato (…) Entre las variables que no existen aún, pero
que deberían de existir, están aquellas que describirían mejor quiénes son las víctimas,
quiénes son los agresores y cómo fue el evento. Se necesita una variable que
permita identificar a víctimas que fueron asesinadas en un mismo evento.
Además, se necesita información no sólo de dónde ocurrió el homicidio, sino
también del lugar en el que fue encontrado el cuerpo”.
Son
importantes las políticas públicas para proteger a la mujer, la aplicación de
la alerta de género a nivel nacional, leyes que castiguen de manera más severa
el abuso físico, pero el gobierno no puede emprender una verdadera batalla
contra la violencia hacia las mujeres si no tiene información detallada de cómo
las asesinan.
Y no sólo
para la realización de políticas gubernamentales, sino también para la
evaluación de las mismas, cómo medir un programa contra la violencia doméstica
si no sabemos cuántas mujeres mueren en su casa en manos de su pareja.
Este trabajo
es un gran punto de partida para este gobierno, como su título lo dice, son las
“claves para entender los asesinatos de mujeres”, deberíamos de leerlo todos, atesorarlo
como un documento salvavidas –nunca mejor aplicado– nos queda compartirlo,
darlo a conocer y hacer algo para prevenir esta tragedia, que hoy parece
imparable.
(Estudio
completo: https://bit.ly/2wt8ZAE)
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