Por
Francisco Ortiz Pinchetti.
De entrada,
debo aclarar que la “K” invertida a la que me refiero en este texto no tiene
nada que ver con la extraña, costosa y fallida conexión que se pretendió
instalar el año pasado en el Sistema Cutzamala para aliviar las penurias
acuíferas de la capital y para mantener el flujo de agua sin interrupción
mientras se llevaran a cabo los trabajos de mantenimiento o reposición en la
tubería que conduce el líquido hasta la Ciudad de México.
Tampoco se
trata de algún amuleto o maleficio, encaminada a favorecer a perjudicar a algún
cristiano mediante hechizos de magia negra o supercherías por el estilo.
Nada que
ver. El tema es asunto de peloteros y sólo los verdaderos aficionados al Rey de
los Deportes entienden de lo que estamos hablando y cuál es el sentido de la
afirmación que sirve de título a esta columna.
Ocurre que
en el juego de pelota hay un personaje prácticamente invisible de cuyo trabajo
e importancia muy pocos tienen cabal idea. En el beisbol organizado, participan
en los partidos las dos novenas de peloteros con sus respectivos suplentes,
mánagers, coaches y asistentes, así como los ampáyers, cuyo número fluctúa
entre uno y seis, según la categoría del encuentro o de la liga de que se
trate.
Además de
ellos, escondido en algún lugar privilegiado del estadio, a menudo confundido
con los periodistas en el palco de prensa, está una suerte de notario público
que se encarga de llevar registro escrupuloso no sólo de cada juego, sino de
cada íning, de cada out, de cada jugada. Tiene además el atributo especial de
establecer la regla 10.01, “la única autoridad para adoptar todas las decisiones
que impliquen juicio, tales como si el avance de un bateador a primera base es
a consecuencia de un hit o un error”.
Es el
Anotador Oficial.
Su trabajo
no es nada sencillo. No hay que olvidar que el beisbol es un deporte que tiene
206 reglas además de sus derivados y que
mantener registro fiel prácticamente de cada lanzamiento, cambio de pitcher,
entradas lanzadas, toque de bola, elevado de sacrificio, interferencia,
bateador emergente, golpeados, ponchados, bases por bolas, wild pitch, passed
ball, revirada, squeeze play, los avances de los corredores en las bases, los
doble play, los outs de campo, etcétera, etcétera, etcétera.
Para
realizar su complicada tarea, que debe incluir un informe pormenorizado de cada
encuentro al final del mismo, el Anotador Oficial cuenta con un instrumento
invaluable: el box score, o libro oficial de anotaciones.
Cuentan que
fue un periodista inglés llamado Henry Chadwick, que vivía en Brooklyn, quien
inventó el box score a mediados del siglo XIX para llevar las anotaciones de
los partidos “mediante un método moderno” para aquel entonces. Muchos de los
símbolos que Chadwick inventó para representar las jugadas, incluida la “K”
para los strikeouts, siguen utilizándose hasta la fecha.
Chadwick
usaba una “S” para señalar un single (hit sencillo), una “D” para el double
(doble), y así sucesivamente. Para anotar los outs por strikes o ponches
–conocidos entonces como “having struck three times”–, y dado que la “S” ya
estaba ocupada, el cronista deportivo decidió usar la “K”, que era la última
letra de la palabra “struck”.
Para
distinguir el ponche o struck out al que el bateador se hace acreedor al
intentar batear la pelota y fallar –al abanicar la brisa, se dice por acá–, de
aquel otro en el que no hace ni siquiera el intento de pegarle pero la bola
buena es “cantada” por el ampáyer, el ponche sin tirarle, se le ocurrió usar
una “K” invertida. Es decir, la “K” al revés indica precisamente que el
bateador fue puesto out sin intentar batear la pelota en el tercer strike. En
el argot nuestro, se usa también decir que el bateador “se quedó con la
carabina al hombro” o que “la vio pasar”.
Este es el
significado de la “K” invertida que nos ha metido en este berenjenal peloteril.
No hace falta mayor explicación al sentido de mi encabezado, justo cuando este
viernes se completan los primeros seis meses del Gobierno de Andrés Manuel, un
Presidente que ama profundamente el beisbol y lo practica, aunque hace rato que
ya no presume estar bateando “arriba de 300”.
Basta un
somero repaso mental a las improvisaciones, contradicciones y pifias en la
cancelación del NAICM y su sustitución
por el aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya; la
farsa de las consultas gansito, las “votaciones” a mano alzada, la ausencia de
proyectos y estudios previos, las adjudicaciones directas de contratos, sin
licitación; la cancelación de las estancias infantiles y los refugios para
mujeres agredidas, los resultados negativos de la economía en el primer
semestre del año, el recorte de presupuesto a las áreas culturales y
universitarias.. …
Y los
retrasos y confusiones en la implementación de los programas sociales, la
ocurrencia de pedirle al Rey de España se disculpe por la Conquista, la
renuncia de Germán Martínez Casares al IMSS y su carta-denuncia, los recortes
draconianos en el sector salud, las penurias de los institutos nacionales de especialidades,
los destinos y agresiones cotidianos a los medios y los comunicadores, la
manipulación dolosa de la lista de supuestos “chayos”, los despidos masivos de
trabajadores del Gobierno, las contradicciones entre el Presidente y sus
secretarios de Estado, el desdén presidencial frente a las estimaciones de
crecimiento económico de las evaluadoras internacionales, el Banco de México y
otras muchas entidades; las concesiones sin límite a la CNTE, las mentiras y
las “otras cifras” que él tiene, el incremento de la violencia y la
inseguridad en el país…
Con todo
respeto, creo que hay que anotarle una “K” invertida al pelotero de Macuspana.
En su primera oportunidad al bate se ponchó sin tirarle.
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