Julio
Hernández López.
Por la
mañana, el presidente de México y sus operadores legislativos daban por
superados todos los obstáculos y apremiaban al Senado a aprobar a la brevedad
el nuevo tratado económico entre los tres países de Norteamérica (Ricardo
Monreal, acomedido, preparaba ya sus implementos de trabajo aprobatorio).
México había cumplido con la exigencia gringa de reformar la ley laboral,
Estados Unidos había desmontado los aranceles al acero y el aluminio y Canadá
avanzaba sin mayor problema: todo quedaba listo para el voto favorable de las
respectivas cámaras.
Pero vino
Little Donald y todo lo descompuso. Ya traía el atorón con la mayoría demócrata
que controla la Cámara de Representantes, con Nancy Pelosi como virtual muro
legislativo con dedicatoria contra la relección del multimillonario rubio. Y a
las seis y media de la tarde puso un tuit al estilo de atómicas banderillas
toreras: todos los bienes provenientes de México pagarán un arancel de 5 por
ciento mientras no sea frenada la migración ilegal que entra a Estados Unidos.
Ese porcentaje irá subiendo conforme se mantenga la inacción mexicana en la
materia (a las seis de la tarde con un minuto, la cándida secretaria de
Gobernación, Olga Sánchez Cordero, entregaba con aires semitriunfales “el
documento T-MEC en el @senadomexicano, junto con el gabinete del @GobiernoMX”.
Cierto es
que Trump suele pasar, como si nada, de la amenaza estridente a la palmada
amistosa, de la aproximación a la declaratoria de guerra a la expedición de
cartas de buena conducta: amaga y hace o simula berrinches para mejor negociar,
para exprimir aún más a sus contrapartes. Hasta ahora, el presidente mexicano
ha podido sobrellevar los exabruptos trumpianos. Se ha refugiado en el amor y
paz y en una retórica elusiva, a diferencia de las exigencias de posturas
firmes que el propio tabasqueño hacía a su antecesor, Enrique Peña Nieto,
frente a otras groserías de Trump.
Las
turbulencias que de inmediato generó el tuit del políticamente mercurial
presidente de Estados Unidos (y las que podría generar este viernes) se suman a
un ambiente de complicaciones del gobierno federal mexicano que van de las
restricciones presupuestales y sus consecuencias sociales, el alto número de
empleados federales despedidos, las bajas perspectivas de crecimiento económico
y la incertidumbre en ámbitos empresariales, hasta el estremecimiento en las
élites de la política y la economía por la detención del empresario dorado,
Alonso Ancira, y la orden de aprehensión de Emilio Lozoya, en un proceso que
podría escalar hasta los sitiales impunes que ocupan Carlos Salinas de Gortari
y Enrique Peña Nieto.
La
resistencia al cambio, que debe ser proporcional al nivel de las acciones
correctivas o abiertamente transformadoras, pareciera verse beneficiada por
acciones recientes que van creando la sensación de peligro y que podrían
generar desasosiego extendido, conforme a lo que marcan los manuales de
desestabilización política. El pasado lunes, una llamada telefónica alertó
sobre la presunta colocación de una bomba en una oficina de Morena en la
colonia Viaducto Piedad, en la alcaldía Iztacalco. Luego de desalojar a quienes
estaban en ese inmueble, se comprobó que la alerta había resultado falsa
(https://bit.ly/2JNusNa). Y el jueves de la semana pasada, un artefacto explotó
en una sala del complejo Cinemex Aragón, en la colonia DM Nacional, de la
alcaldía Gustavo A. Madero. Un trabajador resultó herido luego de haber
encontrado debajo de uno de los asientos, mientras hacía la limpieza, un objeto
atado a un cronómetro y una pila (https://bit.ly/2Xg96uV).
Por otra
parte, este miércoles llegó a la oficina de la joven senadora Citlalli
Hernández de Morena un libro dirigido a su nombre en cuyo ahuecado interior
estaba el armado de una bomba casera que alcanzó a detonar y generó una pequeña
flama y humo. La senadora no sufrió daños físicos de consideración. Y este jueves,
por la tarde, se produjo una amenaza de bomba, que resultó falsa, en el
complejo petroquímico Pajaritos, en Coatzacoalcos, Veracruz, que hubo de ser
desalojado.
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