viernes, 31 de mayo de 2019

Trump: bomba 5% // T-MEC, paridad cambiaria // Explosiones en cine y Senado // Manual de desestabilizar.


Julio Hernández López.

Por la mañana, el presidente de México y sus operadores legislativos daban por superados todos los obstáculos y apremiaban al Senado a aprobar a la brevedad el nuevo tratado económico entre los tres países de Norteamérica (Ricardo Monreal, acomedido, preparaba ya sus implementos de trabajo aprobatorio). México había cumplido con la exigencia gringa de reformar la ley laboral, Estados Unidos había desmontado los aranceles al acero y el aluminio y Canadá avanzaba sin mayor problema: todo quedaba listo para el voto favorable de las respectivas cámaras.

Pero vino Little Donald y todo lo descompuso. Ya traía el atorón con la mayoría demócrata que controla la Cámara de Representantes, con Nancy Pelosi como virtual muro legislativo con dedicatoria contra la relección del multimillonario rubio. Y a las seis y media de la tarde puso un tuit al estilo de atómicas banderillas toreras: todos los bienes provenientes de México pagarán un arancel de 5 por ciento mientras no sea frenada la migración ilegal que entra a Estados Unidos. Ese porcentaje irá subiendo conforme se mantenga la inacción mexicana en la materia (a las seis de la tarde con un minuto, la cándida secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, entregaba con aires semitriunfales “el documento T-MEC en el @senadomexicano, junto con el gabinete del @GobiernoMX”.

Cierto es que Trump suele pasar, como si nada, de la amenaza estridente a la palmada amistosa, de la aproximación a la declaratoria de guerra a la expedición de cartas de buena conducta: amaga y hace o simula berrinches para mejor negociar, para exprimir aún más a sus contrapartes. Hasta ahora, el presidente mexicano ha podido sobrellevar los exabruptos trumpianos. Se ha refugiado en el amor y paz y en una retórica elusiva, a diferencia de las exigencias de posturas firmes que el propio tabasqueño hacía a su antecesor, Enrique Peña Nieto, frente a otras groserías de Trump.

Las turbulencias que de inmediato generó el tuit del políticamente mercurial presidente de Estados Unidos (y las que podría generar este viernes) se suman a un ambiente de complicaciones del gobierno federal mexicano que van de las restricciones presupuestales y sus consecuencias sociales, el alto número de empleados federales despedidos, las bajas perspectivas de crecimiento económico y la incertidumbre en ámbitos empresariales, hasta el estremecimiento en las élites de la política y la economía por la detención del empresario dorado, Alonso Ancira, y la orden de aprehensión de Emilio Lozoya, en un proceso que podría escalar hasta los sitiales impunes que ocupan Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto.

La resistencia al cambio, que debe ser proporcional al nivel de las acciones correctivas o abiertamente transformadoras, pareciera verse beneficiada por acciones recientes que van creando la sensación de peligro y que podrían generar desasosiego extendido, conforme a lo que marcan los manuales de desestabilización política. El pasado lunes, una llamada telefónica alertó sobre la presunta colocación de una bomba en una oficina de Morena en la colonia Viaducto Piedad, en la alcaldía Iztacalco. Luego de desalojar a quienes estaban en ese inmueble, se comprobó que la alerta había resultado falsa (https://bit.ly/2JNusNa). Y el jueves de la semana pasada, un artefacto explotó en una sala del complejo Cinemex Aragón, en la colonia DM Nacional, de la alcaldía Gustavo A. Madero. Un trabajador resultó herido luego de haber encontrado debajo de uno de los asientos, mientras hacía la limpieza, un objeto atado a un cronómetro y una pila (https://bit.ly/2Xg96uV).

Por otra parte, este miércoles llegó a la oficina de la joven senadora Citlalli Hernández de Morena un libro dirigido a su nombre en cuyo ahuecado interior estaba el armado de una bomba casera que alcanzó a detonar y generó una pequeña flama y humo. La senadora no sufrió daños físicos de consideración. Y este jueves, por la tarde, se produjo una amenaza de bomba, que resultó falsa, en el complejo petroquímico Pajaritos, en Coatzacoalcos, Veracruz, que hubo de ser desalojado.

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