Julio (Astillero)
Hernández López.
Habrá de verse el alcance y la
autenticidad de las acciones judiciales ayer emprendidas contra dos personajes
emblemáticos de la corrupción y la impunidad mexicanas. De botepronto son
plausibles la detención del turbio empresario Alonso Ancira y la emisión de una
orden para aprehender al ex director de Petróleos Mexicanos Emilio Lozoya. En
términos políticos y sociales le urgía al presidente Andrés Manuel López
Obrador dar alguna muestra de contundencia contra ex funcionarios corruptos,
pues hasta ahora ha campeado la percepción de que se mantiene un pacto de
impunidad con el peñismo y que el mayor embate contra dicha corrupción ha sido
declarativo, enumerativo.
El primer
golpe de escena justiciera del obradorismo se ha producido a contados días de
que se realicen elecciones locales en varias partes del país, con Puebla y Baja
California como concentradores de la atención pública, por cuanto ahí habrá
relevo de gobernadores. Pero no pareciera
que el obradorismo estuviese necesitado de montajes de última hora para ganar
la mayoría de las posiciones en juego, pues el imán político de AMLO será
suficiente para jalar votos en favor de candidatos que de otra manera podrían
ser ampliamente repudiados (se habla del caso específico de Miguel Barbosa y de
Jaime Bonilla, en las entidades arriba mencionadas).
El alto grado de aceptación pública
del presidente López Obrador no corresponde, sin embargo, con la evolución
cotidiana de temas que se han ido enredando. En particular, los graves
problemas del sector salud, la deficiente distribución de pagos asistenciales
por tarjeta y el escándalo de la desaseada y torpe difusión de listas de pagos
de publicidad a empresas y periodistas. En este contexto de complicaciones
gubernamentales crecientes sí podría resultar maquiavélico el acelerar procesos
judiciales para enfilar la atención ciudadana hacia narrativas distractoras.
Lo importante, en todo caso, será que
los casos Ancira y Lozoya estén bien armados y que no se repita el modelo de
anteriores administraciones, sobre todo la peñista, de soltar mandobles
judiciales con errores procesales o sustanciales sembrados para facilitar la
posterior liberación de los imputados o la imposición de sanciones atenuadas.
Pero la
importancia de ambos casos no queda en sus actores inmediatos, Ancira y Lozoya.
De aquel, ha escrito Napoleón Gómez Urrutia (quien ahora, con gran poder, puede
sentir parcialmente satisfechos sus ánimos de revancha) que Alonso Ancira,
actual presidente del consejo de administración de Altos Hornos de México, para
muchos en Coahuila y en otras partes del territorio nacional es un simple
prestanombres de la familia Salinas de Gortari y cuidador de sus intereses en
la industria siderúrgica, que antes de los años 80 era propiedad del Estado y
del pueblo mexicano (https://bit.ly/2Mf2psd).
Lozoya (cuyo padre fue a su vez un
destacado miembro del equipo de Salinas de Gortari) ha sido un cómplice de
Enrique Peña Nieto, protegido de manera impúdica durante el sexenio recién
pasado. Sus actos de corrupción extrema fueron solapados por el poder peñista
en general (sus secretarios de Hacienda y de Energía, así como los consejos de
administración de Petróleos Mexicanos) y, en particular, por el amigo Enrique.
Además, una de las facetas de recaudación delictiva de fondos por parte de
Lozoya tuvo como destino, desde Odebrecht, la campaña electoral de 2012, de tal
manera que, de comprobarse la inyección de recursos del extranjero a la campaña
de EPN, el Partido Revolucionario Institucional debería perder su registro
electoral.
Bien por el expediente fundado en el
caso Mexichem, pero es de esperarse que eso no sea un castigo selectivo a
cambio de no entrar a fondo en el caso Odebrecht y sus implicaciones hacia Peña
Nieto y el PRI. Bien el lance contra Ancira, señalado como prestanombres de
Salinas de Gortari, pero ello no debe servir de regalo envenenado que busque
atemperar o diluir las consecuencias del expediente quemante de la firma
brasileña que ha llevado a la cárcel a ex presidentes y sus camarillas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.