Salvador
Camarena.
El deportivo
del Estado Mayor Presidencial es una de esas joyas de la capital que poco se
aprecia.
Hay varias
pistas para practicar la equitación, espacio para tiro, restaurantes y una
sinuosa cañada que se puede usar para cabalgatas o paseos.
Muchos
particulares han tenido ahí su caballo por años. El personal que ha atendido,
pago mediante, por décadas a los equinos es básicamente militar.
Hay una
pista techada que es de tiempos de Carlos Salinas, y unos más y otros menos,
pero los titulares del Ejecutivo solían consentir ese espacio, donde se llevan
a cabo competencias hípicas de diversa índole, algunas de muy buen nivel. Hasta
que llegó el presidente López Obrador que, como ya se sabe, desapareció al EMP.
Y hasta que los vecinos de ese predio comenzaron a advertir otra tendencia, una
muy ruidosa.
En las
colonias Belén de las Flores y Boscoso Residencial, aledañas al deportivo, han
detectado lo mismo que ya denunciaron los vecinos de Polanco: alguien en la
Secretaría de la Defensa Nacional está muy consentidor con eventos en sus
instalaciones, eventos que no les dejan dormir.
“Desde hace
dos años, tal vez un poco más, empezaron a rentar las instalaciones del
deportivo. Antes sólo eran los salones en fin de año y habían sido cuidadosos
con el volumen”, me dice un vecino que prefiere el anonimato por obvias
razones. “Este año le empezaron a subir pero con ganas. Los eventos que ya
provocaron molestia fueron hace dos semanas y este fin. El de hace dos semanas
duró hasta después de las seis de la mañana. Además, el mayor problema es que,
entre el deportivo y Boscoso, hay una barranca y el sonido se amplifica”.
Los vecinos
ya entraron en contacto con la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento
Territorial para solicitar la medición de los ruidos que tienen que padecer.
Ya nos dirá
la PAOT qué encontró y si les dejaron –a diferencia del Campo Marte– hacer las
mediciones de las pachangas que permite la Sedena. Pero el tema da para nuevas
interrogantes.
El
presidente López Obrador se ha aficionado a subastar todo lo que pueda para
sacar dinero para causas nobles: carreteras y otras necesidades de poblaciones
marginadas. La verdad que está medio raro que un país del tamaño de México ande
juntando dinero mediante ese mecanismo que parece como tómbola de pueblo (soy
de pueblo, así que no se tome esto sino como descripción antes que asunto
despectivo).
Pero dentro
de todo, quién le va a regatear al tabasqueño que las necesidades son muchas y
que qué mejor que los pobres tengan cuanto recurso se pueda.
Por eso, no
es que yo quiera darle ideas al mandatario, pero como que está raro que por un
lado pasen esas fatigas de las subastas para conseguir unos milloncitos,
mientras uno se queda pensando de a cómo será la renta del Campo Marte y del
deportivo del EMP para los pachangones que han sido denunciados por vecinos, y
sobre todo quién rinde cuentas de ese dinero.
Un caso para
la Función Pública, sin duda. Y para alguien que quiera apiadarse del derecho
de los vecinos a dormir como dios manda. Porque en el Campo Marte (las malas
sorpresas) siguen: el fin de semana un evento de yoga con megáfonos despertó a
los polanqueños, mientras que ya vimos que eso de la fiesta sin límites aplica
también en el EMP, allá por Constituyentes.
¿Será que
cambió de giro la Sedena o al menos abrió una división: el regimiento “Antros
Sedena SA”? Son preguntas que no dejan dormir a más de uno.
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