Con la muerte, antes
de nacer, de la alianza PRD-PAN, la mesa está puesta en el Estado de México,
para que la disputa por la gubernatura sea entre Morena y el PRI con sus
aliados. Panistas y perredistas, separados, irán solo como testigos a una
batalla en la que sus posibilidades de éxito son remotas.
Desde noviembre pasado, adelantamos que la unión entre el
blanquiazul y el sol azteca no ocurriría. Desde
el principio, las grillas internas tumbaron la intentona. De un lado, en el PRD, el cacicazgo del
dueño del partido en la entidad, Héctor Bautista –líder de la tribu perredista
ADN- y la cercanía de él con el PRI-gobierno estatal, en el otro, el estrecho
vínculo entre el influyente legislador panista Ulises Ramírez con la
administración priista, impidieron que un cuadro nacional relevante, como
Alejandro Encinas o Josefina Vázquez Mota, se apuntaran por la candidatura.
Bautista y Ramírez
que, aunque en público lo nieguen, veían en riesgo parte del negocio y su
lucrativa posición de ser opositores acomodados, sabotearon desde el interior
de los partidos, la posible alianza.
Ni Alejandra Barrales
–que vivió en medio del fuego cruzado de las tribus perredistas- ni Ricardo
Anaya, pudieron poner en orden a sus partidos en lo local. Eso, sumado a la
negativa de Encinas y Josefina, de lanzarse al ruedo sin unidad real –que les
diera chance de ser competitivos-, mató la alianza. El resultado es que ni PRD
ni PAN, que el año pasado, yendo juntos, parecían haber encontrado la
kriptonita tras vencer al tricolor en Quintana Roo y Veracruz, tendrán
posibilidades de triunfo y le han puesto
el ring a los verdaderos contendientes de la elección: Morena y el PRI.
En el partido de
AMLO, la pronta definición del tabasqueño, evitó desgaste interno y rápido los
dados se cargaron para apoyar Delfina Gómez. Eso, sumado a que López Obrador
prácticamente vivirá en el Edomex, y alimentado por el desgaste de la marca
PRI, mete en serio en la pelea a Morena.
Enfrente estará el PRI que anclaba su posibilidad de triunfo
a dinamitar desde dentro la fallida alianza PRD-PAN, y a la disciplina
partidista. Hasta ahora, la ecuación les ha funcionado. Rompieron la unión
entre amarillos y azules aún antes de nacer y evitaron fracturas, al aplazar su
definición de candidato hasta esperar el humo blanco o negro de perredistas y
panistas.
PRD y PAN pueden
ponerse cómodos y tomar las palomitas para disfrutar la función: Morena vs PRI.
Podrían ser dos mujeres, además. Delfina Gómez, en Morena, y
Ana Lilia Herrera -cuyo nombre crece-, en el PRI-Verde-Panal-PES… A propósito
de mujeres, la incorporación de la jefa delegacional en Tlalpan, Claudia
Sheinbaum como coordinadora del equipo político de AMLO, de cara a 2018, le
pone la mesa a Ricardo Monreal, como aspirante a Jefe de Gobierno. Martí
Batres, que todavía suspira con la candidatura, está fuera de la pelea, pues
polariza dentro de Morena.
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