Raymundo Riva Palacio.
La primera reunión de alto nivel entre funcionarios
mexicanos y de la Casa Blanca, el miércoles pasado, comenzó mal y tensa, pero antes del mediodía se había puesto
peor. El secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, definía con sus
contrapartes, presididas por el jefe de gabinete presidencial, Reince Priebus.
Cómo sería la agenda para el encuentro este martes entre
Enrique Peña Nieto y Donald Trump, cuando implosionó todo. Trump le había
declarado a la cadena de televisión ABC News que México pagaría por el muro
fronterizo, y la dinámica cambió en la mesa de negociación. Ya no era la agenda
para el encuentro presidencial la prioridad, sino las opciones por medio de las
cuales los mexicanos pagarían por el muro. Las dos partes tenían posiciones
excluyentes.
Videgaray comunicó a Los Pinos lo que estaba sucediendo y
comenzó a pedir información al secretario de Hacienda, José Antonio Meade,
sobre temas técnicos para responder a los estadounidenses las exigencias de
pago por el muro. De la sorpresa en el gobierno de Peña Nieto se pasó
rápidamente a la molestia, y luego a la indignación. En una crónica que el canciller le dio a legisladores mexicanos, el
viernes pasado en Los Pinos, dijo
que cuando se dieron las presiones, agresiones e insultos, estuvieron a punto
de levantarse de la mesa y acabar con lo que sería la primera reunión para
definir cuáles serían los temas que abordarían Peña Nieto y Trump, y que
marcarían el inicio de la renegociación de los asuntos bilaterales. La razón
que dio Videgaray para no hacerlo era que millones de trabajos en México y
Estados Unidos estaban en juego. Las primeras 48 horas de “absoluta confrontación”,
como describió, apenas comenzaban.
La primera reunión duró poco más de ocho horas,
manteniéndose abierta la posibilidad de que se cancelara la reunión. El
miércoles, cuando se inició el diálogo institucional entre los dos gobiernos,
ya llevaba horas el presidente Peña Nieto evaluando la posibilidad de cancelar
su viaje a Washington ante el inminente anuncio de Trump, sobre el inicio de la
construcción del muro fronterizo. Como
Trump aceptó la propuesta de Videgaray, a través de su yerno y asesor, Jared
Kushner, de no decir que México pagaría por él cuando lo anunciara ese
mediodía, en Los Pinos se interpretó como una moderación del tono. Durante
ese día se trabajó para ver cómo se
comunicaba lo que estaba sucediendo, sin mostrar el enorme conflicto que existía,
y no dar la impresión totalmente contraria, con intercambios de ideas y
propuestas entre la Presidencia y la Secretaría de Relaciones Exteriores.
En la Casa Blanca la presión continuaba. Sobre la mesa se
presentaron varias opciones de cómo México pagaría, incluida la del impuesto
fronterizo ajustado, mediante el cual querían imponer tarifas de 20 por ciento
a las importaciones mexicanas. Para
entonces todo estaba girando en torno al muro, y habían sido dejados de lado
los otros temas que querían discutir: comercio y seguridad. Ante ese
énfasis se decidió que el presidente Peña Nieto diera un mensaje la noche de
ese miércoles para anunciar medidas de apoyo a indocumentados. No estaban leyendo lo que sucedía realmente,
pese a llevar un día de perros lidiando con las presiones de Trump,
interpretadas en la delegación mexicana, no obstante, como un golpe sobre la
mesa del nuevo presidente estadounidense para mandar una señal de fuerza al
mundo. La cautela de Peña Nieto y sus
asesores, pensando que Trump se iba a atemperar, se volvió tóxica. Cuando
apenas despertaban en la Ciudad de México, Trump
había anunciado que retiraba la invitación a Peña Nieto, quien de forma
reactiva y tardía, dijo que no iría a Washington. Videgaray y Kushner, principalmente, buscaron formas para tender algún
puente que impidiera la ruptura, cuyo resultado fue la llamada telefónica de
una hora que sostuvieron los presidentes el viernes.
En la reunión con los legisladores mexicanos el viernes en
Los Pinos, Videgaray fue muy claro sobre
el muro: el tema ni está zanjado ni está cerrado. Los presidentes acordaron
no volver a tocar el tema en público, dado que las posiciones son excluyentes,
y así lo anunció un comunicado de Los Pinos. Sin embargo, en el comunicado 'conjunto' que emitió la Casa Blanca
sobre la llamada telefónica, en ningún momento reconoció que Trump se había
comprometido a no hablar del muro en público. No llevaban ni dos horas de
haber hablado, cuando Trump había vuelto a incumplir un compromiso.
“Estamos en una encrucijada”, dijo el presidente a los
legisladores cuando tomó la palabra. Peña Nieto admitió que las relaciones
bilaterales se encontraban en un punto “muy delicado”, pero les dijo que no
podía el gobierno mexicano romper o permitir que se rompieran las pláticas,
porque las consecuencias eran “impredecibles”. El presidente comentó,
abiertamente, estar muy preocupado por la crisis con Trump y la relación
gubernamental con Estados Unidos, y estar consciente de que la unidad nacional
que se había visto no era un cheque en blanco que le estaban dando los
mexicanos. Dependerá del contenido de la negociación, y de sus resultados, la
suerte de su gobierno y cómo se le juzgará, aceptó.
No hubo, en realidad,
muchas propuestas. Lo único concreto fue el apoyo de mil millones a los
consultados para trabajo jurídico. Videgaray apuntó que las negociaciones
apenas empezarán. Hay desconcierto ante el impasse en la relación bilateral,
como lo describió el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo. Donde no hay claridad, es cómo enfrentar el
futuro inmediato.
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