Raymundo Riva Palacio.
La incompetencia de
su equipo está hundiendo al presidente Enrique Peña Nieto. En un forcejeo tête
à tête con el presidente Donald Trump en la arena de la comunicación política,
Peña Nieto parece un peso ligero en el cuadrilátero donde enfrenta a un tipo que
pelea como Primo Carnera, sin técnica y rústico, pero con una pegada
demoledora. Le bastaron a Trump 96 palabras para noquear a Peña Nieto. Si
no va a pagar el muro, que ni venga a Washington, fue el mensaje al presidente
mexicano, que todavía el jueves por la mañana estaba preparando viajar a
Washington el próximo martes. Peña Nieto
se dejó engañar por su equipo, que le tradujo las amenazas de Trump como una
postura conciliadora, y se dedicó a esparcir en los medios de comunicación,
reflejado en las columnas políticas, que el trabajo del canciller Luis
Videgaray en la Casa Blanca había sido de tal éxito, que obligó al toro
presidencial a matizar sus comentarios antimexicanos.
La suma de sus acciones generó una expectativa tan alta que
al humillar Trump al presidente de México, sucede lo que dice la física: cuando se sube tan alto, se cae desde muy
alto. Primitivos en su conocimiento de Washington, y con músculo fofo, los
comunicadores peñistas elevaron las expectativas sobre las capacidades y
posibilidades mexicanas. Videgaray fue el vaquero que domó a Trump y
recuperó para todos la dignidad nacional. Lo
que promovieron los operadores de Peña Nieto en los medios fueron, en realidad,
mentiras. Por ejemplo:
1.- El tuit de Trump
del martes, donde anunciaba que al día siguiente firmaría la orden para
construir el muro, se dio cuando Videgaray; el secretario de Economía,
Ildefonso Guajardo; el jefe de la Oficina presidencial, Francisco Guzmán, y
Narciso Campos, uno de los principales colaboradores del canciller, ya habían
aterrizado en Washington. Desde que Trump anticipó la firma, Peña Nieto y Videgaray evaluaron la
posibilidad de cancelar el viaje que, después de todo, nunca fue confirmado por
Los Pinos. Pero antes, se acordó que Videgaray hablara con el consejero y yerno
de Trump, Jared Kushner, para decirle que si el presidente mencionaba en su
discurso en la Secretaría de Seguridad Territorial, donde anunciaría
formalmente la construcción del muro, que México lo pagaría, tendrían que
cancelar el encuentro del martes.
2.- Cuando Trump pronunció el discurso en la sede de esa
Secretaría, no mencionó el pago, y dijo que el muro beneficiaría también a
México al fortalecer su seguridad. Los
comunicadores de Los Pinos dijeron a la prensa que eso era un cambio importante
en el tono de Trump, que había una actitud positiva hacia México, y que todo
era gracias a Videgaray y su negociación en la Casa Blanca. Antes del
discurso, sin embargo, la cadena de
televisión ABC News difundió un segmento de la entrevista que transmitiría en
la noche del miércoles, donde Trump aseguró que los mexicanos pagarían por el
muro, aunque no les gustara, y que posiblemente sería mediante acciones
difíciles y duras. Los operadores de medios de la Presidencia atajaron: la
entrevista fue el lunes, y fue una coincidencia que empatara con el inicio de
negociaciones, programadas desde la semana pasada. En la orden ejecutiva sobre
el muro, que no leyó casi nadie en México, está
la solicitud de Trump al Departamento de Estado para que el 28 de marzo le
informe cuánta asistencia económica y militar se le ha dado a México en los
últimos cinco años, sugiriendo que la cancelación de esa ayuda podría ser parte
de la retribución que está queriendo de los mexicanos.
3.- La
retroalimentación del staff de Los Pinos al equipo negociador en Washington era
que las cosas en México marchaban muy bien. Como todos los mexicanos saben, eso
también era mentira. Había un clamor general para que Peña Nieto cancelara el
viaje, que fue recogido por la prensa de Estados Unidos. Es decir, las mentiras
a Videgaray y Guajardo no tenían sustento. Dentro del gabinete también hubo
molestia, en algunos casos como nunca antes en lo que va del sexenio, por las
ambivalencias en el manejo político y comunicacional de Los Pinos, y por las
amenazas en la mesa de negociación: que México debía eliminar los beneficios
fiscales a las empresas que exportan al mercado norteamericano.
4.- La información
que tuvo el presidente Peña Nieto de su staff y de Washington no fue procesada
con rapidez, y generaron alrededor de ocho horas de vacío en la opinión pública,
que fue ocupado por el equipo de Trump
para seguir alimentando de zanahorias a Los Pinos mientras mantenían la dureza
del garrote. En Los Pinos se decidió que el presidente diera un mensaje,
que resultó reiterativo y débil ante la dureza de Trump. Dejó en el aire la
cancelación del viaje hasta tener un reporte final de Videgaray, que este
jueves, muy temprano y fuera de programa, estuvo en la Casa Blanca. Minutos
después, Trump dijo que sería mejor que se cancelara la visita.
Una vez más, la
ignorancia de cómo opera la comunicación política de Estados Unidos, lo
rudimentario en la forma como están diagnosticando a Trump y la falta de
reflejos y disposición a tomar riesgos, volvieron a dejar a Peña Nieto sin
iniciativa ni fuerza. Tenía todas las condiciones dadas para salir
fortalecido ante el consenso nacional contra Trump, y salió, otra vez, por la puerta de atrás, débil y derrotado.
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