No pasaron ni seis
meses después que dejó el cargo de Subsecretario de Hacienda cuando el
economista Fernando Aportela Rodríguez abrió, de acuerdo con la agencia
Bloomberg, una consultora privada dedicada “estructurar finanzas de compañías y
Gobiernos”.
Es el tipo de
servicios que realiza la consultora Evercore, fundada como Protego por el ex
Secretario de Hacienda de Carlos Salinas de Gortari, Pedro Aspe Armella, y
donde Aportela trabajó hasta diciembre de 2012, cuando entró a la Subsecretaría
de Hacienda. Antes, su nombre quedó
inscrito en la documentación con la que, una semana antes de que entrara al
Gobierno federal, se firmó entre Evercore y el Gobierno de Puebla el
Fideicomiso Irrevocable de Administración y Fuente de Pago Número 144, que
financió diversas obras a cambio de recibir por décadas el Impuesto Sobre
Nómina.
Otras deudas
“reestructuradas” por la empresa de Aspe fueron las de Chihuahua, durante la
administración del priísta César Duarte Jáquez; y de Coahuila, con Humberto
Moreira Valdés.
Por eso, considera Oscar Arredondo Pico, investigador de
temas de corrupción y políticas públicas y quien participó en el grupo de
organizaciones consultadas para la creación del Sistema Nacional
Anticorrupción, una de las
responsabilidades que debe asumir esta nueva entidad es revisar el papel de las
consultoras en la generación de las deudas públicas de los estados, entre las
que la de Puebla destaca por la cantidad de pasivos “ocultos” a la Federación.
“Una de las
principales tareas que tiene que realizar el Sistema Nacional Anticorrupción,
cuando esté el Comité Coordinador, debe ser el analizar de manera detallada los
conflictos de interés relacionados con los grandes problemas del gasto público
y que involucran deudas importantes, como el caso de los pasivos que no se
revelen a partir de estos esquemas que diseña Evercore. Es un asunto que no se puede soslayar”,
dijo Arredondo.
“Es un hecho que
genera tal suspicacia de irregularidades que no puede pasar esta administración
con este capítulo de la deuda pública de los estados, como los proyectos
multianuales que se financian con los Fideicomisos Evercore, que generan
conflictos muy graves, porque la
gente de Evercore es la gente de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, y
son las personas que llegaron a los estados a modificar las leyes, no sólo a
hacer consultoría, sino a modificar el marco normativo para hacer algo
irregular, contrario al espíritu tributario de los estados. ¿Por qué tiene que recaudar un fideicomiso
privado el dinero de los impuestos para pagar obras que no son prioridad, como
el Museo Barroco de Puebla, que bajo este esquema cuesta 20 mil millones de
pesos y que no son prioridades?”, agregó el ex investigador de la
organización Fundar, Centro de Análisis e Investigación.
La deuda pública del estado de Puebla y la participación de
la consultora Evercore son objeto de escrutinio para diferentes investigadores
académicos desde que, en 2012, se aprobara el Fideicomiso 144, que, para
financiar diversas obras, recibirá por
años el dinero que se recaude por Impuesto Sobre Nómina.
“Estas operaciones,
que en ocasiones se concentran en fideicomisos ‘privados’, representan una caja
negra: no se pueden auditar, no hay escrutinio público, y sus magnitudes pueden
ser enormes”, advirtió el Centro de Estudios Espinoza Yglesias (CEEY) en
diciembre pasado.
“En este caso está el
Fideicomiso F/0144 de Puebla [cuyo fiduciario es Evercore aunque no se menciona
en su página web]. Éste, aunque clama ser de índole privada, se alimenta de los
impuestos a la nómina… que son estatales”, agregó el centro.
Por las relaciones entre el personal de Evercore con
funcionarios de la SCHP, el abogado
Rodrigo Díez Gargari, quien investiga el tema de las deudas públicas, solicitó
a Hacienda “la lista de todos los proyectos de financiamiento, refinanciamiento
o reestructura de la deuda estatal en la que haya participado” tanto Aportela,
como la jefa de la Unidad de Coordinación con las Entidades Federativas,
Marcela Andrade Martínez, y el hoy titular de la Secretaría de Relaciones
Exteriores (SRE), Luis Videgaray Caso, todos ex empleados de Evercore.
Conocer en qué casos de endeudamiento de las entidades
federativas participaron desde el ámbito privado, comentó Díez en entrevista de
noviembre pasado, permitiría saber si una vez como servidores públicos
enfrentaron o, como en el caso de Andrade, aún podrían enfrentar, potenciales
conflictos de interés al participar en los “rescates” financieros de los mismos
estados.
Hacienda, sin
embargo, le respondió al peticionario no haber encontrado información en sus
archivos sobre estas relaciones y, también, que eran datos anteriores al periodo
en el que los mencionados habían asumido el servicio público.
Y, sobre Evercore, la SHCP respondió que “los ordenamientos legales que regulan la
inscripción de las obligaciones de los estados en Registro de Obligaciones y
Empréstitos de Entidades y Municipios (…) no establecen como requisito
presentar a esta Unidad Administrativa la documentación relativa a quiénes son
los asesores que participan en los proyectos de financiamiento, refinamiento o
reestructura de la deuda estatal”.
CONFLICTO DE INTERES Y SNA.
El tránsito de la esfera pública a la privada es una
práctica frecuente entre funcionarios de alto nivel del Gobierno mexicano. El
ex Presidente Ernesto Zedillo Ponce de
León, quien como mandatario del país concretó en 1998 la venta de Ferrocarriles
Nacionales a Grupo México y a la estadounidense Union Pacific, en 2001 –apenas
dos meses después de dejar el cargo de Jefe Ejecutivo federal– entró al consejo
de administración de esta última.
Georgina Kessel
Martínez, titular de la Secretaría de Energía (Sener) en el sexenio de Felipe
Calderón Hinojosa, entró al Consejo de Administración de la empresa Iberdrola
en 2013, meses después de haber concluido su labor en el Gobierno que le otorgó
diversos contratos a la firma española.
La Reforma Energética, además, expuso el interés que muchos
ex servidores públicos tienen, desde la iniciativa privada, en los nuevos
negocios derivados de la apertura del sector, como el ex Presidente Vicente Fox Quesada, quien entró en el
consejo de Energy and Infraestructure México (EIM); o Aspe Armella, quien con
la inversión de Evercore en Diavaz ganó en 2015 un contrato para explotar un
campo petrolero terrestre en Chiapas y otro en Tamaulipas.
“Es la forma en la que los intereses económicos y privados capturan
diferentes responsabilidades regulatorias, a través de sus influencias, y
terminan controlando temas de políticas públicas”, dijo en entrevista anterior
el investigador de la organización Proyecto sobre Organización, Desarrollo,
Educación e Investigación (Poder), Benjamín Cokelet.
Para Arredondo, la
participación de Evercore en la generación de las deudas públicas de diferentes
estados se agrava debido a que se modificaron los marcos legales locales para
que, como en el caso de Puebla, se cambiara el nombre de deuda por el de
“proyectos de prestación de servicios”.
En agosto pasado, la Auditoría Superior de la Federación
encontró que, además de los 8 mil 608 millones de pesos que el Gobierno del
panista Rafael Moreno Valle había registrado ante la Secretaría de Hacienda, en
las cuentas públicas presentadas ante el Congreso había otros 16 mil 46
millones en pasivos.
“Evidentemente
debería atenderse (por el SNA); es un momento en el que los grupos de poder
logran reconfigurar las reglas para generar beneficios no sólo en el presente,
sino también en el futuro”, dijo Arredondo en la entrevista.
“Es lo más grave del
conflicto de interés, porque el dueño de Evercore es cercano al Gobierno actual
y llega a cualquier estado, y dice: ‘te ofrezco este esquema y lo vamos a
aplicar de tal forma que los impuestos de nómina los recibe un banco
particular’. Verdaderamente, en cualquier sistema jurídico donde se
priorice la lógica jurídica y la legalidad, esto no ocurriría. Pero lo que
sucede es que las relaciones son muy cercanas”, agregó el especialista.
El consultor insistió en que una de las ventajas del nuevo
SNA debe ser el análisis de casos que presenten indicios de generar problemas
de conflicto de interés –y de todo tipo de probables hechos de corrupción– y la
generación de políticas públicas para atender conductas que no estén
tipificadas.
“Tenemos que plantearnos otros mecanismos de lucha contra la
corrupción, considerando que no sólo se presenta el acto ilegal, que está
sancionado y tipificado, sino también ese acto legal que se da en contubernio
con otras personas en control institucional y que modifican las condiciones en
su favor”, dijo.
“Quienes salen
favorecidos no responden a las prioridades del país, ni las mejores condiciones
de la economía: responden a negocios muy bien maquinados”, agregó.
El conflicto de
intereses quedó incluido en la nueva Ley General de Responsabilidades
Administrativas, que recogió la iniciativa ciudadana denominada “3de3” y que,
entre otras novedades, obliga a los servidores públicos a presentar sus
declaraciones de intereses, amplía el concepto de “información privilegiada” y
extiende su alcance hasta los particulares.
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