Francisco Ortiz Pinchetti.
Un espléndido
reportaje del New York Times, las precisiones técnicas de un experto de la UNAM
y las declaraciones de la directora de la División de Ciencias de Agua de la
UNESCO en ocasión del Día Mundial del Agua, cogieron al gobierno de la
Ciudad de México en la mentira.
Miguel Ángel Mancera
Espinosa y Ramón Aguirre Díaz han mentido a la ciudadanía una y otra vez sobre
las verdaderas causas de la más grave amenaza para la capital del país.
Tanto el Jefe de Gobierno como el director general del Sistema de Aguas de la
Ciudad de México (Sacmex) han caído en
graves contradicciones, han ocultado información y han dado un manejo político
al tema del suministro de agua potable y al desabasto. Puntualicemos:
El extenso texto del NYT, publicado el pasado 17 de febrero
y firmado por Michael Kimmelman, describe una sobrecogedora realidad por la
cada vez más grave desabasto de agua y el acelerado hundimiento de la ciudad,
causado por la sobreexplotación del acuífero durante décadas a través de
centenares de pozos de extracción. Menciona
cómo, ante la negligencia de las autoridades, en zonas como Iztapalapa, Tlalpan
e Iztacalco el suministro del líquido tiene que efectuarse mediante miles de
“pipas” –y en algunas zonas burros–, lo que constituye un negocio opaco y muy
redituable. El cambio climático agrava la situación año con año.
Según estimaciones de Antonio Capella, experto del Instituto de Ingeniería de la UNAM, en toda el área
metropolitana se desperdician en promedio unos 24 mil litros de agua por
segundo a causa de las fugas en la red hidráulica, una responsabilidad directa
de las autoridades. Esta cantidad
representa más del 37 por ciento de los 64 mil litros por segundo que se
distribuyen entre la Capital y parte del Estado de México, y supone que unos 15
mil millones de pesos se tiran al drenaje cada año. Además del gasto
injustificado del líquido, en esas fugas se escapan miles de pesos al día.
Según indicadores del investigador, distribuir un metro cúbico de agua a la
Ciudad, desde Sistemas de Agua como el Cutzamala, se cotiza en unos 20 pesos.
Si no se realizan acciones mínimas como la detección y reparación de fugas
adecuadamente, así como el reemplazo de tuberías y una sectorización de la red
para conocer por tramos toda la red, el cambiar tubos no sirve de nada,
advirtió el experto. Arreglar la red del
área metropolitana podría costar unos cuatro mil millones de dólares, estimó el
especialista de la UNAM.
El problema de
desabasto de agua en la Ciudad de México no se debe a escasez del líquido, como
a menudo esgrime el Gobierno capitalino, sino a razones políticas. Está
relacionado más a deficiencias en el servicio que a la falta del líquido. “El problema de escasez de agua en México
se debe a que el servicio es deficiente”, declaró en Ginebra a Reforma la
directora de la División de Ciencias de Agua de la UNESCO, Blanca Jiménez
Cisneros, en ocasión del Día Mundial del Agua que a iniciativa de la ONU se
celebra cada 22 de marzo, desde 1983.
Ante el cúmulo de
evidencias, Mancera Espinosa y Aguirre Díaz esconden la cabeza. No asumen el
problema, ni su gravedad, que por supuesto conocen. A menudo lo atribuyen a
bajas en el suministro por parte del Sistema Cutzamala, una entidad del
Gobierno federal; pero igualmente lo endosan a causas climáticas, inevitables.
Cuando les conviene mencionan el tema del desperdicio de casi el 40 por ciento
del caudal en la red de distribución, cuya reparación requiere miles de
millones de pesos; sin embargo, pasan
los años (como pasaron los de las anteriores administraciones capitalinas de
extracción perredista) sin que el Gobierno de la CDMX invierta en esas tareas
primordiales.
De pronto Mancera Espinosa, metido en la grilla sucesoria,
usa el tema para presionar al Gobierno federal ante la eventualidad de un
recorte presupuestal. De pronto Aguirre Díaz, que lleva ya casi once años al
frente del Sacmex, reconoce que el problema se ha soslayado y que urge enfrentarlo.
Anuncia entonces un “programa
piloto” para “quitarle todas las fugas”
a la delegación Benito Juárez y advierte que “estamos hablando de un plan que
tomará diez años hacerlo, pero es necesario hacerlo en algún momento”. ¡Y
apenas se disponen a iniciarlo!
El Jefe de Gobierno
rechazó airadamente –y hasta ofendido— ante los señalamientos de la funcionaria
de la UNESCO acerca de que se trata de un problema político. Hasta ahora, dijo, no estamos en un supuesto
de racionar agua. Ahora resulta que todo este año está garantizado el
suministro, porque los niveles de Cutzamala están en puntos óptimos. “La
temporada de lluvias ha sido muy buena”, festejó. Tenemos estos niveles
totalmente garantizados”. ¿Entonces?
Diversas estimaciones ubican entre 30 y 50 años el
advenimiento de una crisis de enormes proporciones por la insuficiencia de agua
potable para los habitantes de la antigua Tenochtitlan, una urbe
paradójicamente construida sobre un lago, Sin embargo, el ex director general de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), José
Luis Luege Camargo, ha advertido que en apenas 10 años puede ocurrir el truene
de la capital y su zona conurbada. En una década. La emergencia debiera ser
extrema.
La verdad es que,
como sus antecesores, el Gobierno de la CDMX sigue actuando con una negligencia
criminal, irresponsable y dolosa. Miente. Continúa impunemente la sustracción
de agua del subsuelo a través de pozos y no se hace nada ni se invierten recursos
para atacar el problema fundamental: el deterioro de la red hidráulica que
provoca el desperdicio de casi la mitad del suministro.
Tampoco se construyen
pozos de absorción. En cambio, se privilegian zonas de la Ciudad con fines
abiertamente electorales, como ocurre en Iztapalapa. A la vez, se auspicia y
seguramente se comparte el negocio de los “piperos” y se usa el tema del agua
para el chantaje y la conveniencia política. Y apenas inicia la temporada de
estiaje.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.