Sanjuana Martínez.
Hay de premios a premios. Y de
premiados a premiados. Todos válidos, todos en su lugar sin excepción. Pero
pongamos las cosas en claro. La palabra “periodista” ha sido malinterpretada.
¿Qué significa ser periodista?
Durante años, algunas instituciones mexicanas no se ponían de acuerdo en la
definición de la palabra. Diputados, funcionarios y miembros de la sociedad
civil han discutido qué quiere decir “periodista” a la hora de legislar
derechos y mecanismos de protección que no han funcionado, pero esa es otra
cosa.
Veamos, la discusión en torno al
significado pasaba por varias acepciones: unos dicen que periodista es aquel
que escribe una columna, otros que periodista es quien conduce un noticiero de radio
o televisión, que periodista es todo aquel que reporta un hecho noticioso,
aunque sea un cómico, un payaso, un bufón o un homófono declarado.
La ampliación del término ha
provocado auténticas aberraciones. Pareciera que todo cabe en esa palabra. Pero
no. Pongamos los puntos sobre las íes y dejemos de maltratar al periodismo.
La primera acepción del diccionario
de la Real Academia de la Lengua, de la palabra periodista es: la “persona
legalmente autorizada para ejercer el periodismo”.
¿Y quiénes son las personas
legalmente autorizadas para ejercer el periodismo? Pues en México cualquiera.
Obvio la profesionalización de la profesión obligaría a tener un título para
practicar nuestra profesión, pero eso no ha sido posible en México, aquí todos
los que escriben una columna, tienen un micrófono o conducen un programa, se
autodenominan “periodistas”.
Pero seamos serios. ¿De verdad
ustedes creen que Esteban Arce es periodista? Pues el Club de Periodistas
dirigido por Celeste Sáenz de Miera @CelesteSaenzM, si lo cree. Y le otorgaron
su premio en la categoría de “Programa Especializado” en contenido de
“orientación familiar” por la emisión de su programa “Matutino Express” emitido
de lunes a viernes por Televisa.
Es el colmo. Pero repito, seamos
serios. Analicemos la esencia de la cuestión. El problema no es el otorgamiento de un premio con mayor o menor
importancia. El problema, es quién o quienes sostienen a un homófobo
“periodista” como Esteban Arce.
Obviamente el discurso del odio gana
adeptos. Allí está Donald Trump para demostrarlo. Pero en México, el discurso de odio de Esteban Arce es defendido por la
derecha más reaccionaria y recalcitrante cercana al fundamentalismo católico.
Nada
más recibir su premio, Esteban Arce fue felicitado por la cuenta de Regnum
Christi Mx @RChristi_Mx, el Movimiento apostólico católico de los Legionarios
de Cristo, orden fundada por el pederasta Marcial Maciel, quien murió impune
con decenas de crímenes sexuales.
¿A
quién representa Esteban Arce? Obviamente a la crema y nata del catolicismo
encabezado por el padre Maciel y de su gran protector, el Cardenal Norberto
Rivera, encubridor de cientos de sacerdotes agresores sexuales en México.
Pero Arce y sus compañeros de programa,
no es más que la representación de esa
parte de la sociedad que vive en decadencia. Una pequeña sociedad que cree
estar “informada” por un puñado de fanáticos con permiso para insultar,
humillar y denostar a cualquier otra persona que no piense como ellos.
El
trabajo de Arce es eso, fomentar el odio que profesa a los homosexuales, a las
familias no tradicionales. Dice que él defiende a la familia y que por eso lo
atacan: “Son 10 años de hacer un tipo de trabajo que está muy enfocado a
defender algunos sistemas familiares y valores familiares y a eso agregamos
noticias. A veces defender la familia se
ha tornado un tema difícil, incluso defender lo obvio a veces se convierte en
un delito de odio”.
Analicen sus palabras. El señor Arce se siente atacado porque él
defiende “sistemas y valores familiares”. Más bien, será que él defiende solo
un modelo de familia y desprecia el resto.
Claro, seguramente las familias del
Frente Nacional de la Familia, organización católica y homófoba, se sentirán
también muy contentos por su premio del Club de Periodistas. Aunque el resto de los mortales nos
sintamos ofendidos por ese premio que, premia lo inaceptable.
Más allá de premios, me preocupa el
simbolismo de estos tiempos. El premio a Esteban Arce y su equipo llega en una
etapa oscura para el periodismo. Ni más ni menos. Llega después del asesinato
de nuestra compañera Miroslava Breanch, un terrible crimen aún impune que el
gobernador Javier Corral sigue sin resolver.
El
premio de Esteban Arce es un insulto para quienes nos dedicamos a ejercer el
periodismo con todos los riesgos que eso implica. Es un insulto para quienes
hemos decido hacer un periodismo crítico e independiente. Y es una ofensa
porque vivimos en un país como México, el peor para ejercer el periodismo y
donde han sido asesinados 121 periodistas en el ejercicio de su deber.
Durante
2016 cada mes se cometió el asesinato de un periodista y cada 26 horas,
miembros de la prensa fueron agredidos. México se ubica en el tercer lugar
mundial en asesinatos de periodistas, según la Federación Internacional de
Periodistas (FIP).
La Fiscalía para la Atención de
Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE) registró 798
denuncias por agresiones contra periodistas entre 2010 y 2016, pero solo emitió tres sentencias, es
decir el 99.7 por ciento de las
agresiones están impunes.
Por tanto, el premio a Esteban Arce es también una alerta. Una alarma para que la
sociedad mexicana despierte y exija el fin de este tipo de burlas tan
cotidianas, tan normalizadas. Hagan valer su voz, aunque no tengan un programa
de Televisa.
Nos corresponde a nosotros generar
el cambio. Mientras tanto, un poco de respeto por favor. No le digan periodista
a cualquiera, no sigan manchando una profesión de por sí ya muy maltratada. Propongan un nombre para este tipo de
merolicos, payasos, bufones, propagandistas e inventen uno o varios premios.
Los cínicos, como decía Ryszard
Kapucinski, no sirven para este oficio.
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