Raymundo Riva Palacio.
La corrupción de Odebrecht en México
está llena de percepciones y conclusiones circunstanciales, pero existe como un
hecho. Más de 12 millones de dólares fueron entregados a funcionarios o
exfuncionarios de Pemex durante seis años y nada ha pasado.
La lentitud de la PGR para
investigar, comparada con la justicia expedita en otras naciones
latinoamericanas salpicadas por la misma corrupción, fortalece la idea, en
México y el extranjero, de que hay algo podrido en este país que tiene como su
raíz el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.
La destitución de Santiago Nieto como
fiscal para delitos electorales no contribuye a cambiar la percepción, sino la
hace verosímil, al haberlo despedido luego de que hablara públicamente de la
investigación sobre el presunto financiamiento de la empresa brasileña a la
campaña presidencial de Peña Nieto, a través del exdirector de Pemex, Emilio
Lozoya.
El binomio
de Mexicanos Contra la Corrupción y Reforma aportó una nueva capa al territorio
de esas percepciones. El lunes se publicó el trabajo del reportero de esa ONG,
Raúl Olmos, quien ha cultivado buenas fuentes de información en la Fiscalía
brasileña en Curitiba, donde se radica la investigación contra Odebrecht, a
partir de la transcripción de la conversación de una reunión en 2013 del
exdirector ejecutivo de Braskem, Carlos Fadigas, con inversionistas, a quienes
dijo que habían acompañado “de tiempo completo” la campaña presidencial de Peña
Nieto. ¿Qué quiso decir Fadigas? No lo aclara la información publicada, pero abre
el camino a todo.
Braskem es
una filial de Odebrecht que se instaló en México, en 2010, y comenzó a operar
una empresa conjunta con Grupo Idesa, de Guillermo Gutiérrez Zaldívar –los
brasileños tienen 75 por ciento de las acciones–, para participar en el
Proyecto Etileno XXI en Coatzacoalcos. La publicación del binomio relacionó las
confidencias de Fadigas con la construcción de esa petroquímica, pero según los
ejecutivos en México de Braskem no son lo mismo. “No existe relación alguna de
carácter operacional o administrativo... con Odebrecht en México”, explicó un
vocero. “Braskem Idesa, diferente de la Constructora Odebrecht, es solamente un
cliente de Pemex, por lo cual no tiene relación de proveedor de servicios”.
La relación de Braskem con el esquema
de corrupción de Odebrecht en México se ha hecho a partir de un pequeño gran
error, la adjudicación directa del contrato para la construcción de vías de
acceso y obras externas para un proyecto de utilización de residuos en la
refinería Miguel Hidalgo, en Tula, por 115 millones de dólares, que de acuerdo
con la Secretaría de la Función Pública tiene una “irregularidad” de 119
millones de pesos que vinculan a un funcionario de Pemex con la operación.
Braskem precisó que quien hizo esa obra fue Constructora Odebrecht México, y no
ella, como se ha publicado reiteradamente, incluso en este espacio.
Ejecutivos de Braskem México
aseguraron a quien esto escribe que no existe ninguna investigación sobre la
empresa en la PGR. Según sus ejecutivos, sus negocios en México “fueron y son
desarrollados con total independencia” de los de Odebrecht. ¿Significa que el vínculo que tejió
el binomio es erróneo? Tampoco. La
publicación recuerda que la Fiscalía brasileña detectó tres transferencias por
un millón y medio de dólares a la empresa Latin America Asia Capital,
registrada en el paraíso fiscal de Islas Vírgenes, que según exejecutivos de
Odebrecht que colaboran con las autoridades brasileñas, han sido vinculadas a
Lozoya.
Luis Alberto de Meneses Weyll,
exdirector en México de Odebrecht, según la publicación, se reunió dos veces
con Lozoya en marzo de 2012, cuando arrancaba la campaña presidencial, donde se
pactó un financiamiento oculto por cuatro millones de dólares, que se
canalizaría a través de Latin America Asia Capital y Zecapan SA, en Islas
Vírgenes.
Braskem
México subraya que ni De Meneses Weyll ni otro funcionario de Odebrecht
participaron en ninguno de los momentos en que, junto con Idesa, concursaron y
se les adjudicó el contrato de suministro de materia prima con Pemex para
Coatzacoalcos. Lozoya sostiene que no recibió dinero para apoyar proyectos de
obras de Odebrecht o de Braskem, o para financiar la campaña de Peña Nieto. Los
ejecutivos de Braskem México reconocen que directivos de la empresa en Brasil
participaron en hechos de corrupción, por lo que están pagando a la ley, pero
que ellos estuvieron y están al margen de esas ilegalidades. En el deslinde, no
metieron las manos al fuego por ellos, pero no quieren que se extienda la
corrupción a su operación en México.
Fadigas y
Lozoya, por otra parte, deben ser viejos conocidos. Antes de asumir la
dirección ejecutiva de Braskem en 2010, Fadigas fue director de Finanzas de
Odebrecht y miembro del Foro Económico de Davos en su capítulo de América
Latina, que en ese tiempo dirigía Lozoya. Pero esto ¿es prueba de que haya
recibido dinero ilícito? Tampoco. ¿Hubo dinero brasileño apoyando la campaña
presidencial de Peña Nieto? Los
involucrados aseguran que no y que no hay pruebas –sólo testimonios– que los
vincule a actos ilegales. En la Fiscalía brasileña están seguros de que sí.
Ante la falta de documentos
probatorios es una batalla de dichos, y en el campo de batalla de las
percepciones, el presidente Peña Nieto está derrotado a priori ante la opinión
pública.
Falta la
bala de plata contra el presidente para que este caso se judicialice, pero en
términos de imagen, no hay nada que pueda hacer para revertir el negativismo en
su contra.
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