Enrique Quintana.
La semana pasada nos enteramos que el gobierno de Estados
Unidos presentó a México y a Canadá los resultados de la negociación entre los
representantes demócratas y la Oficina Comercial de la Casa Blanca con relación
a los cambios que se demandan en el tratado comercial de México, Estados Unidos
y Canadá (T-MEC), para poder ser ratificado en el Congreso.
De acuerdo con lo señalado por el subsecretario Jesús Seade,
los planteamientos, en términos generales son aceptables para México, aunque
tendrán que ser revisados a detalle.
Esto no significa que se reabra el documento que fue suscrito
el 30 de noviembre de 2018, sino que se anexará un texto como fueron las Cartas
Paralelas en el Tratado vigente.
Aunque Seade señaló que el T-MEC podría ser ratificado en
este mes de diciembre, pareciera que el escenario optimista sería que su
ratificación ocurriera en los primeros días de enero del próximo año.
Pero, ¿qué pasaría si por alguna razón no se logra esta
ratificación?
Se ha creado la impresión en México de que este hecho
podría ser trágico para el país al mantenerse la incertidumbre por un lapso
prolongado, ya que se sabe que, comenzando las campañas electorales, hacia
finales de enero del próximo año, no podría ratificarse el documento durante
2020 y luego dependería del resultado electoral en 2021.
Sin embargo, creo que hemos exagerado las consecuencias
negativas que podría tener la omisión de la ratificación.
La razón es que sigue vigente el Tratado de Libre Comercio
(TLCAN) que opera desde 1994.
Aunque no es imposible que en el fragor de la lucha electoral
Trump nuevamente pusiera sobre la mesa la posibilidad de sacar a Estados Unidos
del Tratado, es altamente improbable que lo haga por las implicaciones
electorales que tendría.
Una de las bases electorales más importantes para Trump son
los estados del Medio Oeste dedicados fuertemente a la producción de granos y
carne, estados que tienen en México a un gran cliente, de modo que amenazar con
salirse del tratado implicaría darse un balazo en el pie en el intento de
reelegirse.
Bajo esta premisa, en caso de que no se ratifique el nuevo
Tratado, seguiría vigente el TLCAN, lo que implica que la relación comercial y
de inversión entre México y Estados Unidos permanecería sin cambios en cuanto a
las reglas que la rigen.
Ha faltado por parte de la iniciativa privada y del gobierno
mexicanos la narrativa que permita tranquilizar las preocupaciones de los
inversionistas ante la posibilidad de que la ratificación no quede en las
próximas semanas o meses.
Pero no perdamos de vista que el impacto que la ratificación
pudiera tener podría no ser tan grande como hemos presumido, por lo que no
debemos imaginar que ese sería el factor determinante para atraer las
inversiones.
Mejor hagamos todas las tareas pendientes.
Festejo del año.
AMLO no dejó pasar la ocasión y celebró los primeros 365 días
en el gobierno. Ante un Zócalo lleno hizo un recuento detallado de hechos y
cifras.
Quizás lo destacable es el año adicional que se dio de plazo
para consolidar la cuarta transformación, en el sentido de que considera que
tras esa fecha no podrá haber marcha atrás en los cambios que a su juicio, ya
constituyen de facto una “nueva Constitución”.
Tampoco puede dejarse pasar el reconocimiento –poco usual en
el presidente– de admitir que no crecemos como hubiéramos deseado.
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