Julio Astillero.
El
presidente de México no dejó margen a las interpretaciones. Mediante un video
emitido desde Baja California, señaló que sus adversarios políticos, a quienes
llama los conservadores, quieren que él se aísle a causa de las previsiones a
que obligan los crecientes índices de contagio del Covid-19.
Tal
aislamiento implicaría que no hubiera conducción del país o, planteado de otra
manera, que esos opositores asumieran el timón, pues “en política no hay vacíos
de poder, los vacíos se llenan y eso es lo que ellos quieren, que haya un vacío
para que se apoderen ellos de la conducción política del país.
De manera
irresponsable, porque todo lo que están haciendo es por su coraje ante los
cambios que estamos llevando a cabo. Como estaban dedicados a robar, a saquear
y dijimos ‘basta’, muy enojados porque robaban".
Las palabras
de Andrés Manuel López Obrador tienen como contexto la fuerte escalada de
críticas que sus opositores han desatado en la misma proporción en que el país
va entrando a una delicada fase de disparejo aislamiento social, riesgos
económicos evidentes y muy cantados, así como retos políticos y gubernamentales
relacionados con la eficacia y oportunidad de las medidas adoptadas para enfrentar
la impactante pandemia en curso.
La entrada
de México a la escalofriante realidad de la alta progresión de casos
comprobados de infección, y las consecuentes muertes de un porcentaje de esos
contagiados, está siendo considerada por los opositores del político tabasqueño
como una gran oportunidad de endosarle grados de responsabilidad por la
presunta tardanza en la toma de decisiones previsibles y por su personal
conducta de rechazo a guardarse oportunamente, en razón de su edad y sus
antecedentes médicos.
La pautada
acometida contra López Obrador pretende instalar la tesis de que, así sea en
percepción política, la presidencia andresina ha terminado, que ya no se ejerce
adecuadamente el mando y que las consecuencias de su continuidad en Palacio
Nacional serán graves en cuanto al número de muertos por el virus que golpea a
buena parte del mundo y por el consecuente hundimiento económico que en México
sería más grave, a juicio de esta columna, en razón de las debilidades e
insuficiencias acumuladas precisamente por empresarios, políticos y personajes
de poder pertenecientes a ese mundillo inconforme al que alude AMLO.
Foto
▲ El
presidente Andrés Manuel López Obrador saludó ayer de mano a Consuelo Loera, madre
del capo de las drogas Joaquín El Chapo
Guzmán, preso en Estados Unidos. El
mandatario se encontraba de gira en Badiraguato, Sinaloa, cuando la señora pasó
por el sitio a bordo de una camioneta. El jefe del Ejecutivo se acercó al
automóvil y le dijo: Te saludo, no te bajes, ya recibí tu carta.Foto captura de
pantalla de video de Twitter
En incesante
faena de ocupación de espacios políticos para no permitir vacíos que aprovechen
sus adversarios, el presidente López Obrador se mantiene en una línea de alto
riesgo personal en relación con el mencionado coronavirus.
Dos
gobernadores han dado a conocer que están infectados, el priísta hidalguense
Omar Fayad y el morenista tabasqueño Adán Augusto López Hernández. Y, aun
cuando AMLO ya está imponiendo físicamente la llamada sana distancia y no
saluda de mano ni da abrazos en sus giras de trabajo, lo cierto es que las
posibilidades de afección siguen siendo altas.
El apego a
la política a ras de tierra, todoterreno, en contacto directo con la gente, le
ha dado a López Obrador un impresionante capital político que no tendría por
qué menguar si durante las semanas que fueran necesarias limitara o cancelara
su agenda de viajes constantes y se instalara sin contratiempos y a plenitud en
Palacio Nacional
Podría
ejercer un mando que en su caso no requiere de convalidaciones masivas físicas
y que, ante las exigencias y complicaciones correspondientes al multicitado
virus, tal vez podría tener mayores probabilidades de éxito administrativo.
La difícil
situación del país, el asedio de los poderosos intereses que sueñan con
derribarlo y la necesidad de darle continuidad a sus programas básicos,
deberían llevar a Andrés Manuel López Obrador a cuidar al extremo la salud del
presidente de la República.
A cuidarse y
resguardarse, aunque sin duda, arreciarán los ataques de quienes creen llegado
un momento de revancha política para la cual no tienen ni personajes relevantes
y acreditados ni organización partidista o social con fuerza y credibilidad.
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