Por Linaloe
R. Flores.
En abril de 2009, el Gobierno del entonces
Presidente Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) declaró una epidemia por una
mutación del virus de la influenza. Hasta ese momento, 20 personas habían
muerto, la mayoría en la Ciudad de México.
El extraño
organismo, nombrado como H1N1, logró la suspensión de las clases, el cierre de
comercios y la alerta de pandemia por parte de la Organización Mundial de la
Salud. Las pérdidas económicas fueron de casi 42 mil millones de pesos, lo que
equivalía al 0.334 por ciento del Producto Interno Bruto en 2009, según cifras
históricas de la Secretaría de Salud.
En el
episodio, más de mil personas fallecieron y más de 70 mil resultaron
contagiadas, aunque los funcionarios que estuvieron a cargo aún guardan
discrepancias respecto a las cifras en un desacuerdo histórico que no encuentra
fin.
PERO NO
TODOS PERDIERON.
Ricardo
Salinas Pliego se convirtió en el segundo hombre más rico de México.
RICARDO-SALINAS-PLIEGO.
Es 2009 y
México ha quedado dolorido en su economía. Las cosas no están bien. Se ha
registrado la mayor contracción en décadas. El país ha transitado por una
crisis sanitaria sin precedentes que paralizó a la capital del país; pero
además, en Estados Unidos ha estallado una burbuja en el sector inmobiliario
que ha afectado al mundo entero. En México, los consumidores de ingresos
bajos acceden a los créditos. Hay que paliar la falta de dinero en los hogares.
Hay que encarar al monstruo de la crisis.
El
impulso en ese nicho de mercado explica que las ventas de Elektra, una tienda
de electrodomésticos que opera aliada con el Banzo Azteca, aumenten 1.4 por
ciento y que la cartera (esos deudores dispuestos a los abonos chiquitos) suba
4 por ciento, según analistas económicos.
Una jauja
sin precedentes en las casi cinco décadas que tiene de operar el Grupo Salinas,
el consorcio donde se agrupa la minorista.
El negocio
lo fundó Hugo Salinas Price en 1950. Ricardo Benjamín Salinas Pliego se
convirtió en Director General en 1987. Cuando la recibió, tenía 59 puntos de
venta. Para los noventa, la empresa se expandió en toda la República. Poco a
poco, apareció por todas partes, con la oferta conjunta de los
electrodomésticos y los créditos.
Pese a su
audacia, Ricardo Benjamín, el hijo de Esther Pliego y Hugo Salinas Price, no
contaba con un perfil reconocido. Ese llegó cuando en 1993 adquirió un conjunto
de licencias del espectro radioeléctrico, así como un paquete de medios
privatizados por el Estado, al que le puso la marca TV Azteca. Desde entonces,
su nombre se catapultó asociado con un estilo desafiante y siempre en
contraposición aparente con el Gobierno en turno.
Pero
ahora es 2009 y México está en crisis. El Presidente Felipe Calderón Hinojosa
no disimula las ganas de comunicarse a través de la televisión privada para
fijar en la memoria de los mexicanos que, si la epidemia de la Influenza H1N1
no se convirtió en pandemia, fue gracias a la reacción de su Administración.
Así que el negocio de la televisión también es impulsado. El Gobierno le otorga
a TV Azteca, sin mediar concurso, 285 millones 160 mil 604 pesos de dinero
público para difundir spots, menciones y campañas.
Sólo por difundir
el despliegue extraordinario sobre el virus, la televisora obtiene un
contrato por 28 millones 750 mil pesos (unos 43 millones 950 mil 909 pesos de
ahora).
Las
acciones de la televisora en la Bolsa Mexicana de Valores suben 17 por ciento.
Eso es lo
que señalan los registros en el Portal de Obligaciones y Transparencia,
mecanismo creado en el Gobierno de Vicente Fox Quesada (2000-2006) y que ahora,
sirve como un gran archivo de cómo se compró y quién se benefició en los
pasados Gobiernos. Compranet, aunque con datos difusos, también arroja
información de las relaciones empresariales con el Gobierno de aquel crítico
año.
En el relato
de 2009, el empresario Ricardo Salinas Pliego es un personaje central. Ese
año de la Influenza, su fortuna supera por primera vez los 10 mil millones de
dólares. Se convierte en uno de los hombres más acaudalados de México y del
mundo, según todas las listas de millonarios. En los siguientes años, no saldrá
de ahí.
Desde 2009, Ricardo
Salinas Pliego hablaba del miedo. Decía que frente a una crisis sanitaria, la
población no debía tener miedo.
Recomendaba
que nadie debía paralizarse por dar paso al miedo. Sostenía que el miedo era el
enemigo y no una epidemia.
En mayo,
escribió en su blog (Ricardo B. Salinas Pliego): “En tiempos de crisis e
incertidumbre, este es por mucho, nuestro don más valioso porque nos permite
establecer una distancia crítica frente a nuestros problemas, llámese crisis
económica, desastres naturales o Influenza”.
En aquel
texto, el magnate criticó al Gobierno y recomendó un viraje hacia una
comunicación más efectiva. “Casi 20 años después de la aparición del mito del
chupacabras, surge otro fenómeno informativo que ha ocasionado histeria
colectiva en nuestra nación. Su origen es una comunicación deficiente por parte
de las autoridades y el establecimiento de políticas públicas, en muchos casos,
exageradas y que sin duda atentan contra las libertades individuales en todos
los niveles”, escribió.
Salinas
Pliego dijo también que “el miedo es la peor respuesta ante cualquier
problema, porque nos paraliza. Debemos contener el pánico y actuar
racionalmente, tomando precauciones a nivel individual, pero considerando los
costos y beneficios potenciales de nuestras acciones personales y de cualquier
política pública”.
Casi 11
años después, en marzo de 2020, cuando una pandemia se ha desatado en el mundo por el
coronavirus -COVID 19-, el empresario hizo enardecer a las redes sociales
con una alocución muy similar a la de 2009. Ante su equipo de trabajo más
cercano pronunció un discurso que él mismo compartió a través de su cuenta
oficial de Twitter. “Como van las cosas parece que no moriremos por
coronavirus, sino de hambre. En México, la inmensa mayoría no vive de un
sueldo, no vive de sus ahorros, ni del Gobierno. La inmensa mayoría vive al
día, de manera que si la mayoría de la población deja de generar ingresos hoy,
simplemente mañana no tiene qué comer”, es uno de los fragmentos.
Entonces,
volvió a hablar del miedo. “Sabemos que el miedo es muy mal consejero; en
cambio, la razón nos dice que la vida debe continuar. La decisión de frenar la
marcha de un país no produce nada positivo; sobre todo cuando se basa en el
miedo, en una falsa premisa: que el COVID-19 significa muerte. La razón nos
dice que, en la enorme mayoría de los casos, aunque su ritmo de contagio es
alto, la enfermedad no presenta síntomas o lo hace de manera muy leve; también
sabemos que no es de alta letalidad”.
El
contrato que derivado de la crisis sanitaria de la Influenza H1N1 recibió
Ricardo Salinas Pliego fue el cuarto más grande entre todos los otorgados por
el Gobierno de Felipe Calderón Hinojosa debido a la epidemia por la Influenza H1N1. Sólo lo superaron
en importancia, la adquisición de vacunas, así como la construcción de una
planta para la producción de las mismas. Si se listan de mayor a menor las
contrataciones por la Influenza, quedan así:
1.- Sanofi
Pasteur para adquisición de un paquete de vacunas por 83 millones 250 mil
dólares (unos mil 48 millones 950 mil pesos de entonces y mil 603 millones 558
mil 469 pesos de ahora).
2.- Inmuebles
y Casas Modulares en alianza con TTG Goeting para construcción de planta en
Cuautitlán Izcalli por 251 millones 870 mil 46 pesos (unos 385 millones 40 mil
607 pesos de ahora).
3.- Diagnolife
S.A. de C.V. por servicio de vacunación por 69 millones 600 mil pesos (unos 106
millones 399 mil 417 pesos de ahora).
Después de
todo ello, se contrató a TV Azteca para “sufragar el mensaje extraordinario
“Estadísticas de la Influenza”.
En 2009, México
temblaba. La Secretaría de Hacienda había declarado recesión y reconocía como
causas la crisis financiera en el mundo y la epidemia de la Influenza. Ese año,
Salinas Pliego, dejó escrito en su blog que jamás, ante una crisis, debe
tenerse miedo.
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