Enrique
Quintana.
Pronosticar
hoy cuál será el desempeño de las variables económicas más importantes este año
es casi lo mismo que jugar a la ruleta. Hay muchísimos elementos inciertos y
por eso hay diferencias tan grandes en las previsiones. Veamos.
1.- ¿De
qué tamaño será la caída de la economía mexicana en 2020?
Los
pronósticos van desde reducciones de 2 por ciento en el PIB hasta el desastre
pronosticado por JPMorgan con un retroceso de 7 por ciento, una diferencia de
cinco puntos porcentuales. Apenas en los siguientes días podremos empezar a
dimensionar, con algunas variables del mes de marzo, el primer impacto de la
reducción de las actividades productivas, comerciales y laborales.
Si necesita
hacer usted algún tipo de planeación que suponga hacer estimaciones, vaya
adaptándola casi día con día.
2.-
¿Hasta dónde podría llegar el tipo de cambio o a qué nivel podría regresar?
Esta es
otra pregunta frecuente. Es imposible saberlo. Lo que observamos en las semanas
recientes es que hubo una aversión al riesgo a nivel global que condujo a la
venta de activos en pesos y por lo mismo a una depreciación de nuestra moneda.
No sabemos si vaya a haber en los próximos meses nuevas oleadas de aversión al
riesgo que podrían depreciar aún más nuestro peso.
Pero
tampoco conocemos a ciencia cierta cómo vayan a funcionar los programas de
rescate que los países desarrollados han puesto en operación, lo que podría
producir una reducción de los niveles de riesgo y con ello no sería imposible
que viéramos una recuperación de nuestra moneda. ¿A cuánto? Nadie sabe.
3.- ¿Diseñará
el gobierno mexicano un programa de rescate económico amplio?
Si la
actitud adoptada el viernes pasado por el presidente López Obrador cuando
recomendó a la gente permanecer en sus casas refleja que el primer mandatario
finalmente está escuchando las recomendaciones de los expertos, podría pensarse
que eso también puede pasar en el ámbito económico.
En esta
columna le hemos dicho insistentemente que se requiere un paquete fiscal
agresivo que permita que la capacidad de compra de la economía no se desplome y
esto puede darse principalmente a través del crecimiento del gasto público,
pero ante una situación de estancamiento, la única manera de conseguirlo es a
través de endeudarse.
Si el
presidente asume que esta condición es necesaria en esta emergencia, podríamos
tener un paquete importante como se ha diseñado en otros países a la vuelta de
las siguientes dos o tres semanas. Pero si seguimos solo con parchecitos bajo
la premisa de que ya no se rescatará a los grandes, entonces vamos a tener un
año más duro de lo que imaginamos.
4.- ¿Qué
va a pasar con el empleo?
Una
crisis rápida podría conducir a niveles de desempleo que no se disparen en
exceso debido a que las empresas podrían retener a sus trabajadores en la
perspectiva de necesitarlos en el corto plazo.
Sin
embargo, considere que si la crisis se extiende por tres meses o más,
prácticamente no habrá empresas que puedan mantener su plantilla y entonces sí
veríamos incrementos elevados en los niveles de desempleo y una reducción muy
fuerte de la ocupación informal, que no va a encontrar su mercado usual.
Vivimos
circunstancias que jamás habíamos vivido. La conjunción de la crisis de salud y
la crisis económica al mismo tiempo que una recesión global van a producir
resultados de los que aún no tenemos mucha idea.
¿Qué
deben hacer las empresas y las personas para sobrevivir en este complejo e
incierto entorno? Es algo de lo que le hablaremos en una siguiente entrega.
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