Martí Batres.
El impacto
de la pandemia del coronavirus no se reducirá por desgracia al tema de la
salud, a la enfermedad y la muerte que sufrirá una parte de los contagiados.
Impacto que en sí mismo será ya toda una tragedia.
El Covid-19
afectará las condiciones sociales y económicas de vida de un sector de la
población.
Puede haber
descapitalización y quiebras de pequeñas empresas, así como despidos,
disminución de ingresos, suspensión de pagos y condicionamiento del empleo para
muchos trabajadores.
Como
siempre, en estos casos, los distintos órganos del Estado tienen la obligación
de velar por el más débil, de proteger al que se encuentre en las condiciones
más vulnerables.
Entre los
trabajadores asalariados, sortearán mejor las dificultades quienes cuenten con
sindicato, empleo estable, contrato colectivo de trabajo, seguridad social,
prestaciones, sistema de protección de su salud, posibilidades de
reconocimiento de sus incapacidades temporales, vacaciones y días de descanso.
Pero los
trabajadores que no tengan todas estas protecciones, que no tengan un empleo
socialmente protegido, que se encuentren en situaciones diversas de
precariedad, se enfrentarán a graves riesgos sociales.
Trabajadores
por cuenta propia, no asalariados, informales, estarán en problemas.
Pero también
los trabajadores asalariados sin derechos o con derechos laborales disminuidos.
Entre estos están los trabajadores de outsourcing; es decir, los que no son
contratados directamente por la empresa a la que sirven, sino por una empresa
intermediaria, una empresa subcontratada.
Hubiera sido
muy positivo que el Congreso de la Unión tuviera concretada la reforma para
regular y limitar el outsourcing desde que estaba lista a finales del año
pasado. Así, los trabajadores contratados bajo esta modalidad ya habrían estado
protegidos en el momento de la llegada de la pandemia del Covid-19 a México.
Pero ya no
sucedió, el dictamen del outsourcing, aprobado por las Comisiones Unidas del
Senado de la República en tiempo y forma fue boicoteado al interior de este
órgano legislativo por las presiones de las poderosas empresas que se dedican a
gestionar esta forma de contratación o subcontratación laboral.
El pleno del
Senado no aprobó regulación alguna, por lo tanto no llegó una minuta a la
Cámara de Diputados y menos aún un decreto a la Presidencia de la República
para su promulgación y publicación.
Con la
crisis del coronavirus, la Cámara de Diputados cerró sesiones desde principios
del mes y un par de semanas después lo hizo el Senado. En efecto, en estos
momentos no hay condiciones materiales para su discusión y aprobación.
No obstante,
el problema está a la vista. Muchos trabajadores contratados por
intermediarios, por una empresa para servir en otra empresa, es decir,
subcontratados o contratados por outsourcing, enfrentarán en terribles
condiciones la crisis social del coronavirus. Muchos serán despedidos. A otros
se les dejará de pagar. Otros mantendrán su empleo, pero sin seguridad social,
sin mecanismos para proteger su salud en este período de gran riesgo.
El tiempo de
la cuarentena bien puede ser aprovechado para reflexionar y tomar las mejores
decisiones una vez que la situación permita retomar el trabajo legislativo.
Contra el
dictamen de las Comisiones Unidas se ha opuesto, sin formalidad legislativa
alguna, un supuesto proyecto alternativo, avalado presuntamente por empresarios
del outsourcing y funcionarios del gobierno federal, pero no por los sindicatos
y la Comisión de Trabajo del Senado.
El propio
Presidente de la República se refirió a este tema con afirmaciones, datos y
sugerencias sumamente interesantes.
Entras
cosas, el mandatario dijo: “Va a haber tiempo para atender esto y se puede
llegar a un acuerdo entre todos. Hay un avance importante; sin embargo, el
senador Napoleón Gómez Urrutia está inconforme con lo que se propuso en el
Ejecutivo y en el sector empresarial, él tiene un punto de vista distinto. Hay
que hablar con él, tiene que llegarse a un acuerdo. ¿Qué fue lo que sucedió? En
el período neoliberal crearon esta figura, se abusó de este instrumento, se
puede probar. ¿Cómo se explican ustedes que teníamos en noviembre del año
pasado casi 700 mil empleos registrados en el Seguro Social, nuevos empleos, y
en diciembre se pierden 400 mil como por arte de magia?...¿Qué fue lo que
sucedió? Bueno, que los que estaban inscritos fueron sacados del Seguro por
estas empresas...Entonces, eso no...No se trata de sacar ganancia a costa de lo
que sea..en la época del neoliberalismo un presidente, bueno, el gobierno de
entonces modificó la ley del trabajo”.
Coincido con
el Presidente: se tiene que llegar a un acuerdo con Napoleón Gómez Urrutia. Y
agrego: la reforma de hoy, la de la 4T, no puede ser contra la opinión de los
trabajadores.
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