Por Rafael
Croda.
En las últimas semanas, los investigadores
de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) se han
dedicado a perfilar escenarios sobre las secuelas económicas y sociales que
dejará en la región la pandemia de coronavirus Covid-19, y los resultados de
esas proyecciones son vistos con “enorme preocupación” por la titular del
organismo, la mexicana Alicia Bárcena.
La
secretaria ejecutiva de la Cepal, quien recién había asumido ese cargo en 2008,
cuando comenzó la crisis financiera internacional que había de provocar al año
siguiente una contracción del -1.7% en la economía mundial y de -1.6% en
Latinoamérica, sabe que la pandemia del coronavirus causará efectos “más
intensos” que la recesión de hace 11 años.
Y sabe,
también, que millones de latinoamericanos se quedarán sin empleo y pasarán a
engrosar las filas de la pobreza por la crisis del coronavirus.
“La parte
más compleja va a ser el aumento del desempleo y esto tendrá un efecto muy
fuerte en el aumento de la pobreza”, dice Bárcena a Proceso.
En
entrevista vía telefónica, la funcionaria expone las proyecciones sociales
que ha elaborado la Cepal –el principal centro de pensamiento sobre América
Latina— en medio de la emergencia sanitaria que viven el mundo y la región por
la expansión del Covid-19.
“Este año
–dice— vamos a tener 219.2 millones de latinoamericanos en la pobreza, que son
33.3 millones más de los que teníamos en 2019.
Y en pobreza extrema también vamos a tener un aumento importante, vamos
a pasar de 67.7 millones de personas en esa situación, a 90.7 millones”.
Esto
significa que, en términos porcentuales, la pobreza en la región crecerá un
17.9% como resultado de la pandemia, mientras que la indigencia lo hará en
34.4%.
La región,
que en 2019 registró un índice de pobreza de 30.4%, saldrá de la crisis
sanitaria con un 35.7% de su población viviendo en esa situación. Y la
indigencia pasará del 11.0% al 14.7%.
En los
hechos, América Latina retrocederá 14 años en materia social ya que desde
2006 no se presentaba una tasa de pobreza regional tan alta.
Ese año,
fue de 36.2%, y la indigencia incluso fue más baja en 1.4 puntos que la
proyectada por la Cepal para este año.
“Esto se
debe, fundamentalmente, a que (la pandemia) le está pegando muy duro al empleo,
a las pequeñas, a las medianas y a las grandes empresas, que son las que
generan las fuentes de trabajo. Y es que esta crisis va a tener un fuerte
impacto en toda la actividad económica”, asegura Bárcena.
La
secretaria ejecutiva de la Cepal, quien en estos días trabaja desde su casa en
Santiago de Chile, al igual que todos los funcionarios e investigadores del
organismo dice que, “definitivamente, la dimensión social de esta pandemia
nos tiene con mucha inquietud”.
Lo que
proyecta la Cepal es una reacción en cadena: la emergencia sanitaria ha
paralizado gran parte de la actividad económica en todo el mundo, las empresas
cierran o se contraen, despiden a trabajadores, los ingresos de las familias se
vienen abajo y el resultado final es un aumento generalizado de la pobreza y de
la vulnerabilidad social.
Todos los
países latinoamericanos están en cuarentena total o parcial, lo que afecta al
empleo formal e informal y dificulta a millones de ciudadanos de la región
satisfacer sus necesidades primarias.
El origen
del complejo panorama social es el desplome económico. De acuerdo con la Cepal,
el Producto Interno Bruto (PIB) de América Latina caerá -1.8% en el escenario
menos catastrófico.
“Pero ya
estamos evaluando otros escenarios, en los que la contracción podría ser de
hasta -3.0 y -4.0 por ciento”, afirma Bárcena.
La bióloga y
maestra en ecología por la UNAM, quien tiene un posgrado en administración
pública en la Universidad de Harvard y estudios de doctorado en economía, explica
que si la caída del PIB es de -1.8% el desempleo en la región aumentará en 10%.
Pero si
la contracción económica es mayor, tanto el desempleo como la pobreza crecerán
por encima de las previsiones originales.
“Otro
asunto que nos preocupa en la parte social es la alta informalidad que existe
en la región (alrededor del 40% del empleo es informal), y esta población no
tiene cobertura de protección social”, plantea Bárcena.
Y se
pregunta qué pasará en esta crisis si estos latinoamericanos contraen el
coronavirus.
“Porque
se trata de personas que viven al día, que no tienen servicios médicos y que
tienen dificultades para acceder a los sistemas de salud, que en nuestra región
están bastante fragmentados”, señala.
Esta crisis,
agrega, tendrá un efecto “desproporcionado” en los sectores más vulnerables
de la población regional.
De acuerdo
con la secretaria ejecutiva de la Cepal, la pandemia ha orillado a los
gobiernos de la región a hacer grandes esfuerzos para apuntalar las
transferencias fiscales a las personas más pobres, pero el problema, dice, es
que “hay un aumento bastante importante en número de pobres”.
La Cepal ha
propuesto a los gobiernos generar mayores estímulos fiscales para reforzar los
servicios públicos de salud, proteger el empleo, masificar las pruebas de
coronavirus y la atención médica a quienes lo necesiten y evitar que se vean
interrumpidos servicios esenciales como el abasto de alimentos, medicinas y
electricidad.
“Este es
un momento en el que se debe garantizar el acceso a los sistemas de salud y
esto significa que los ciudadanos no se enfrenten al problema que tienen hoy
día de que las aseguradoras privadas que les piden un copago”, afirma Bárcena
Dice que
el acceso gratuito a la salud, apoyar a las familias de bajos ingresos y evitar
despidos masivos o reducción de salarios son “temas centrales” en esta coyuntura.
La
pandemia del coronavirus, dice la secretaria ejecutiva de la Cepal, sorprendió
a la región en un momento de desaceleración económica en el que el PIB regional
no estaba creciendo lo suficiente.
Indica que el
año pasado Latinoamérica creció tan solo 0.1% y la proyección para este año era
un crecimiento de 1.3%, una cifra a la que “de ninguna manera vamos a llegar a
con todo esto”.
En los
últimos cinco años, entre 2015 y 2019, la región sólo creció un 0.9% cada
año en promedio, y el ingreso per cápita acumuló una caída de -4.1%.
Antes del
coronavirus, varios países latinoamericanos –Chile, Colombia, Ecuador y
Perú, entre otros– vivían un periodo de turbulencia social en el que decenas de
miles de ciudadanos exigían en las calles sociedades más equitativas, acceso
universal a la salud y a la educación y pensiones dignas.
Después de
la crisis, los gobiernos tendrán más restricciones fiscales para dar
respuestas a estas demandas, pero, de acuerdo con Bárcena, también puede ser
una ocasión para “repensar todo, la economía completa, y generar una nueva
visión” de desarrollo.
“Ahora
–dice– hay que salvar vidas, y ojalá y la reactivación económica después de la
crisis sea contundente y podamos volver a estimular la economía desde el punto
de vista fiscal, monetario y productivo”.
La crisis,
asegura, tiene varias correas de transmisión hacia la región.
Latinoamérica,
explica, se verá golpeada por la vía de sus exportaciones a China y a Estados
Unidos, que se desplomarán en alrededor de 10.7%; por la profunda caída que
tendrá el turismo; por la contracción de los precios internacionales de
materias primas como el petróleo, y por una previsible baja en la inversión.
Otro
golpe económico será la interrupción de las cadenas globales de valor por la
parálisis que sufrió China durante varias semanas por la pandemia.
“Esto es
para mí el tema más delicado de todos –asegura– y afectará principalmente a las
dos mayores economías de la región, México y Brasil, que importan partes y
bienes intermedios desde China para sus sectores manufactureros. Ahí tendremos
una caída de la producción muy fuerte y un gran impacto en el empleo”.
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