Enrique
Quintana.
El día de
ayer se declaró la emergencia sanitaria por lo que habrán de acentuarse las
restricciones a la movilidad, como producto de la pandemia del Covid-19, y del
hecho de que estamos a punto de entrar en la fase del llamado contagio local,
etapa en la que el número de casos va a crecer con más rapidez.
El día de
hoy aparecerá en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el listado preciso de
las actividades esenciales y que por lo tanto se suspenderán hasta donde sea
posible.
Además, se
extendió el plazo de esta suspensión, que estaba limitada al 19 de abril hasta
el final del próximo mes, alineándonos con los tiempos que también se fijaron
en Estados Unidos.
Sin embargo,
no imagine que el 1 de mayo todo mundo va a regresar a su actividad normal. El
retorno, si las cosas suceden conforme a lo previsto, va a ser escalonado.
La
expectativa es que esta reducción de las actividades productivas traiga consigo
también una disminución de la movilidad y del contacto entre la población y,
como resultado de ello, un achatamiento de la curva de crecimiento de los
contagios en las próximas semanas.
Como le
hemos comentado en diferentes ocasiones en este espacio, era ya indispensable
que se tomaran estas medidas. De hecho, le he referido que, a mi juicio,
empezaron tarde.
Sin embargo,
ahora que ya se aplican, deben respaldarse de manera plena.
Pero, así
como se están tomando medidas derivadas de la emergencia sanitaria urge que se
tomen otras que derivan de la emergencia económica.
Al mismo
tiempo que se restringe la presencia de los ciudadanos tanto en la vía pública
como en los centros laborales, también se restringirá el consumo y con ello
probablemente también la producción y los ingresos de segmentos cada vez más
amplios de la población.
Ya el
presidente López Obrador señaló en la conferencia mañanera del lunes pasado que
se está preparando el programa económico de emergencia. Sin embargo, ya es
tiempo de pasar de la preparación a la realización.
A la
economía hay que verla como si fuera un paciente.
Si los
‘doctores’ se tardan demasiado en hacer el diagnóstico, en prescribir el
tratamiento o peor aún, en ejecutar una cirugía, es probable que cuando ésta se
realice, el daño que tiene el paciente sea mucho más grave.
En el caso
de la emergencia económica se trata de proveer de ingresos a amplios segmentos
de la población que los van a perder, pero también de darle viabilidad a las
unidades productivas que generan la mayor parte del valor agregado en México.
Si el
rescate de la economía se limitara exclusivamente a entregar dinero a las
familias, como a veces han querido sugerirlo las declaraciones de los
funcionarios, se estaría condenando a cientos de miles o quizás millones de
empresas al deterioro o incluso a la bancarrota.
Por esa
razón, la emergencia económica debe correr al parejo con la emergencia
sanitaria.
No nos
cansaremos de afirmar que en esta perspectiva debe haber el entendimiento
necesario para adoptar políticas financieras y fiscales que aseguren la
sobrevivencia de la mayor cantidad de empresas.
Imagine
usted por un momento que sufre un accidente o una enfermedad grave. Así haya
sido siempre su filosofía 'vivir con lo que uno tiene', en esa condición, no
puede haber ninguna duda de que se requiere usar financiamiento.
En el caso
de México, tenemos márgenes de maniobra.
Los niveles
de déficit público, que son los que reflejan el nivel de endeudamiento, están
relativamente bajos con relación a los que se ven en otras partes del mundo.
Si no hay
pronto respuesta a la emergencia económica, nos va a costar muy caro a todos.
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