Dentro de poco, cuando hablemos del PRD, será más fácil
enlistar a quienes sigan en el partido, que a quienes ya se hayan ido. A las
renuncias que se han vuelto cotidianas, algunas con todas sus letras, otras de
facto, como la de Miguel Barbosa que abiertamente coquetea con AMLO, podría
venir una nueva el fin de semana en el Edomex. A esa, a su vez, se sumaría otra
fuga que va tomando forma en la CDMX.
En el Estado de México, la parada electoral previa a 2018,
el sol azteca se encamina al abismo. No solo aparece en las encuestas en el
cuarto lugar, detrás de PRI, PAN y Morena, sino que han postergado la
definición de su candidato acarreándoles esto un desgaste interno que derivaría
en fractura. Al interior del sol azteca, crece la intención de cuatro de los
cinco apuntados, no solo de no apoyar al PRD si el ungido es Juan Zepeda,
impulsado por la tribu ADN de Héctor Bautista, sino de renunciar al partido.
Eduardo Neri, quien junto con Javier Salinas, Max Correa y
Plácido López, están anotados en la carrera, no solo me dijo ayer en la radio,
en Ultra Noticias, que no hay piso parejo, sino que aseguró que de ser
postulado Zepeda, abandonará el PRD.
La salida no sería la primera. Tampoco la última. El barco
se hunde y hay quienes brincan, como sea, y a donde sea.
El sol azteca, que
estuvo a un tris de ganar la Presidencia en 2006, hoy apenas araña el doble
dígito. De segunda fuerza hace diez años, a cuarta hoy, detrás del PAN, PRI y
Morena.
Con sus dos únicos ex candidatos a la Presidencia,
Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, fuera del partido; con los
cinco ex jefes de gobierno emanados del sol azteca fuera del partido, además de
Cárdenas y AMLO, Rosario Robles, Alejandro Encinas y Marcelo Ebrard; y con
Miguel Ángel Mancera negado a afiliarse; el perredismo hace agua. No solo eso,
en el bastión amarillo, la CDMX, según cualquier encuesta, ganaría Morena. Por
eso no pocos en la capital también buscan colgarse del trapecio y dar el salto.
Los perredistas están
borrados del mapa en buena parte del país. Sin las alianzas, están pulverizados.
De las 12 entidades donde hubo elecciones el 5 de junio del año pasado, hay
algunos, como Tamaulipas, Sinaloa y Chihuahua, donde no llegan ni al 3%; en
Puebla y Aguascalientes no alcanzan ni el 6%. Es más, donde fueron sin alianza,
solo en Tlaxcala dieron pelea y llegaron al 30%.
El PRD podría quedar desdibujado en el Edomex. Quizá solo
será muestra de lo que le ocurre al sol azteca desde hace años, en los que ha
perdido identidad, militantes y presencia. Quizá sea el inicio del funeral que
terminaría con la sepultura del perredismo en 2018.
La lista de quienes cobran en el gobierno de la CDMX o
tienen un espacio de representación por el PRD, y les urge irse a Morena,
crece: los secretarios Rosa Icela Rodríguez y René Drucker, la subsecretaria
Leticia Quezada, el diputado federal Jesús Valencia, los locales Beatriz
Olivares y Víctor Romo… por no hablar de René Bejarano que busca, como sea,
estar cerca de AMLO, aunque no lo pelen.
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